Por Rosendo Fraga
LA NACION
La política de Estados Unidos hacia la región durante 2006 seguirá teniendo como eje "contener" a Chávez, promover la democratización en Cuba y seguir buscando avances en libre comercio.
A fines del año último, el triunfo de Evo Morales en Bolivia mostró que el "chavismo" es un fenómeno político que puede extenderse en la región, con las particularidades de cada país. La posibilidad de que candidatos alineados con los presidentes de Venezuela y de Bolivia, apoyados a su vez por Castro, ganen en países como Perú y Ecuador plantea el panorama de una América del Sur más compleja el año que se inicia.
Pero el petróleo probablemente seguirá alto en el año que corre y Venezuela continuará exportando el 60% de su producción a Estados Unidos, algo que da sustento al régimen de Chávez. Respecto de Cuba, Washington seguirá impulsando la democratización que tendría lugar cuando muera Castro. En materia de libre comercio, la administración Bush sólo podrá avanzar en 2006 con Perú -con el que ya ha firmado un preacuerdo, aunque un triunfo de Humala daría por tierra con esta posibilidad- y eventualmente con Colombia. El ALCA no registrará más avances, pero tampoco prosperará el ALBA, lanzado por Castro y Chávez.
Pasando a México y América Central, están las elecciones presidenciales que tendrán lugar en varios países en la región en los próximos meses. En México se realizarán en julio. Al comenzar el año, el candidato de centroizquierda (López Obrador) sigue primero en los sondeos, pero la ventaja no es irreversible para el candidato de centroderecha (Calderón) ni para el del PRI (Madrazo). Mientras se discute si López Obrador será un Lula o un Chávez, el electorado todavía podría girar hacia posiciones más de centro. La tensión con Estados Unidos por la política migratoria será otro tema importante para México en el año que se inicia, por el rechazo que genera el proyecto del muro en la frontera entre los dos países.
En América Central, al comenzar 2006 asume el nuevo gobierno de centroderecha de Honduras, elegido en noviembre del año último; en febrero tienen lugar elecciones presidenciales en Costa Rica, el país más estable de la subregión, y en noviembre se realizarán en Nicaragua, donde el sandinismo intenta retomar el poder por la vía electoral con cierto apoyo de Chávez. La situación en Haití sigue siendo crítica, sin que la fuerza multinacional de paz de las Naciones Unidas, bajo mando político y militar sudamericano, logre estabilizar la situación. El proceso electoral se ha postergado varias veces y no es claro que de él surja un gobierno estable. América Central comenzará a sentir los efectos del Cafta, pero también la competencia de China en el mercado de Estados Unidos, al igual que México. La seguridad pública seguirá siendo un tema central en esta parte de América latina, con ramificaciones de las "maras" (bandas juveniles de crimen organizado) entre la población hispana de Estados Unidos y de otras naciones del mundo.
Los cinco países del arco andino tendrán o han tenido elecciones presidenciales entre diciembre de 2005 y el mismo mes de 2006. El proceso comenzó con la elección presidencial de Bolivia. Morales no sólo es el primer presidente indígena del país, sino que será el primero que tendrá los nueve prefectos de los departamentos elegidos por voto directo. Mantener la gobernabilidad entre los sectores más radicalizados de su coalición -como los sindicatos (COB), el líder de los quichuas (Quispe) y los sectores de la región más desarrollada del país (Santa Cruz de la Sierra) que buscan mayor autonomía- será su desafío más importante. Candidatos de una orientación similar podrían ganar en las elecciones presidenciales de Perú (abril) y Ecuador (octubre), las dos naciones de América del Sur con mayoría de población indígena junto con Bolivia. De extenderse esta tendencia, Chávez ganará influencia en estos países, que, al igual que Venezuela, también fueron independizados de España por Bolívar.
El presidente venezolano sería reelegido en diciembre de 2006 por seis años más e incluso podría aprobarse una reforma constitucional para permitir la reelección de por vida. Por su parte, Uribe obtendría, en mayo, su reelección por otro período de cuatro años, después de haber logrado la reforma constitucional para permitirlo. Es el presidente más popular de América latina en su respectivo país, pero su influencia regional es baja. Puede neutralizar la influencia de Chávez en su país, pero no en los demás de la región andina. Colombia seguirá siendo, así, en 2006, un aliado estratégico de Washington en América del Sur.
Brasil buscará, por un lado, potenciar la Unión Sudamericana y, por otro, extender el Mercosur. La política de Estados Unidos hacia América del Sur continuará buscando una suerte de "delegación" de liderazgo regional en este país, que es la mitad de la subregión en términos de PBI, población y territorio. Pero la influencia de Brasilia es relativa, como lo muestra el creciente rol de Chávez. Lula seguirá buscando potenciar la Unión Sudamericana, que despierta poco entusiasmo entre sus otros integrantes, y a la vez incorporando más países al Mercosur, aunque el grupo no logre muchos avances. Es así como, en 2006, Bolivia podría seguir los pasos de Venezuela, iniciando el proceso para ser miembro pleno del grupo regional.
Brasil tendrá elecciones presidenciales en octubre y es posible que Lula intente ser reelegido, aunque los sondeos al comenzar el año favorecen a un candidato de la coalición del ex presidente Cardoso. La Argentina buscará mantener cierto equilibrio entre Lula y Chávez -aunque acercándose más al último- buscando neutralizar la hegemonía regional brasileña con una suerte de eje "Caracas-Buenos Aires".
Chávez seguirá invirtiendo en los países del Mercosur, pero Paraguay ha aceptado la presencia de tropas de Estados Unidos durante 2006 y Uruguay ha dado la aprobación definitiva al acuerdo de inversiones con ese país y negocia un tratado de comercio bilateral con Washington. Chile, resuelta la elección presidencial con el triunfo de Bachelet, seguirá siendo la mejor economía de la región, pero con un entorno regional un tanto hostil, sobre todo por parte de Bolivia y Perú, con históricos reclamos de límites.
Pero quizá la clave esté en que, mientras se confirma el llamado giro hacia la izquierda en la región, hay una revitalización de los intereses nacionales por encima de aquél, y éste será un fenómeno político relevante, que explica por un lado las dificultades del Mercosur y por otro las que están surgiendo en la región andina, más allá de las afinidades político-ideológicas de los presidentes.
El autor es director del Centro de Estudios Unión Para la Nueva Mayoría