Por Andrés Oppenheimer
El Nuevo Herald
CIUDAD DE MEXICO -- Lo más sorprendente de la campaña para las elecciones presidenciales del 2 de julio en México es que el candidato izquierdista Andrés Manuel López Obrador, quien va primero en las encuestas, se está moviendo cada vez más hacia la izquierda.
Normalmente, los aspirantes a la presidencia tratan de seducir a los sectores más extremos durante las elecciones primarias de sus partidos. Después, una vez proclamados candidatos oficiales de su partido, se mueven hacia el centro, para ganar votos moderados en el electorado a nivel nacional.
Sin embargo, López Obrador parece estar yendo en sentido contrario. El ex alcalde de la Ciudad de México está endureciendo su discurso, haciendo que muchos se pregunten si ha cambiado de idea sobre sus declaraciones anteriores de que no sería un populista incendiario si llegara al poder.
Cuando lo entreviste hace poco más de un año, López Obrador se presentó como una especie de cruza entre la Madre Teresa y Martin Luther King. ''Soy un humanista... Yo no estoy proponiendo un proyecto radical... Creo que se debe mantener la política macroeconómica, y se le debe incluir nada más la variable de crecimiento, que es lo que no ha habido'', me dijo entonces. Pero cuando visité México la semana pasada, me encontré con un López Obrador que sonaba más como un populista radical. En un discurso a legisladores el 13 de febrero, arremetió contra las reformas de apertura económica que se vienen discutiendo en el Congreso en los últimos cinco años para sacar a la economía mexicana de su letargo, y poder competir con países de crecimiento acelerado como China e India.
Asimismo, López Obrador ha cancelado reuniones con los grupos empresariales más importantes, y se está ufanando de no ser el candidato preferido de los empresarios.
''Debemos hacer a un lado ya eso que pomposamente han llamado reformas estructurales'', dijo López Obrador a los legisladores, refiriéndose a las propuestas gubernamentales para entre otras cosas abrir el sector energético mexicano a las inversiones del sector privado, y aprobar leyes laborales más flexibles para que los empresarios contraten a más trabajadores.
Un día antes, López Obrador dijo que exigirá la ''revisión'' del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que ha permitido a México incrementar sustancialmente sus exportaciones. Refiriéndose a la provisión del TLCAN según la cual los productores de Estados Unidos podrán exportar maíz y frijoles a México sin pagar tarifas aduaneras a partir del 2008, dijo: ``¡No vamos a permitir eso!''
El ex secretario de Relaciones Exteriores, Jorge Castañeda, me dijo que López Obrador es una nueva versión de Luis Echeverría, el ex presidente populista que a principios de los setenta creó cientos de empresas estatales y miles de nuevos empleos gubernamentales, al tiempo que dejó un país quebrado y endeudado por varias décadas.
Según sus colaboradores más cercanos, López Obrador no sería otro Echeverria. A diferencia del ex presidente, López Obrador está proponiendo una reducción del gasto público. Asimismo, afirman, López Obrador no renunciaría al TLCAN, sino que invocaría cláusulas que ya existen en el tratado para hacer excepciones especiales para el maíz y los frijoles, tal como ya se ha hecho en otros casos.
En cuanto a la apertura de la industria petrolera al sector privado, que la mayoría de los economistas dicen es esencial para fomentar la exploración y evitar que México se convierta en un importador neto de petróleo en el 2010, los principales asesores de López Obrador dicen que efectivamente el candidato aumentaría la intervención estatal en el monopolio nacional del petróleo, Pemex. Pero eso se haría para bajar los precios internos del petróleo, lo que beneficiaría a varias otras industrias, aseguran. Lopez Obrador abriría al sector privado otras areas como el transporte de petróleo, almacenaje, logística, ferrocarriles, e infraestructura, me señaló Rogelio Ramírez de la O, un conocido economista que es el principal asesor económico del candidato. ''En esas áreas, habrá una mayor apertura que ahora'', me dijo.
¿A qué se debe la escalada de retórica populista de López Obrador, entonces? Según algunos allegados al candidato, podría ser una medida táctica. López Obrador tiene menos dinero para hacer campaña que sus rivales, y está tratando de presentarse como el candidato anti sistémico para dominar los titulares de los periódicos y atraer a multitudes a sus actos de campaña, dicen. Según algunos de sus asesores, cuando la campaña entre en su tramo final en mayo, López Obrador se moverá nuevamente hacia el centro.
Mi conclusión: ojalá ese sea el caso. De otra manera, sus últimas declaraciones son alarmantes. Si López Obrador es electo y le da la espalda a las reformas de libre mercado que permitieron a China, India, Europa del Este y Chile atraer inversiones masivas y reducir significativamente la pobreza, México se quedará aun más atrás de sus principales competidores, y tendrá cada vez más pobres