Por Andrés Oppenheimer
La Nación
MIAMI.- Uno no tiene que ser un genio para darse cuenta de por qué Washington pierde influencia en América latina: mientras el presidente venezolano, Hugo Chávez, se roba los titulares con promesas de dar cerca de US$ 3700 millones al año a sus vecinos, George W. Bush quiere reducir los US$ 1200 millones de ayuda externa que está dando Estados Unidos a la región.
Claro que lo más probable es que Chávez nunca cumpla con sus promesas y que muchos latinoamericanos pronto lo vean como un charlatán. Tan sólo como un ejemplo, Chávez recientemente prometió construir un oleoducto de 8000 kilómetros que vaya desde Venezuela hasta la Argentina, cuando ni siquiera ha podido reabrir la autopista de 25 kilómetros que conecta Caracas con su aeropuerto internacional.
Está claro que la ayuda extranjera constituye apenas una pequeña parte de las contribuciones financieras de Estados Unidos a América latina. Si uno cuenta los US$ 20.000 millones anuales en inversiones norteamericanas, los US$ 40.000 millones en remesas que anualmente envían a sus países los latinoamericanos y los US$ 276.000 millones en exportaciones latinoamericanas que Estados Unidos compra todos los años, se hace evidente que la influencia económica de Washington en la región continúa siendo enorme.
Sin embargo, desde el punto de vista propagandístico, la ayuda externa genera más titulares que las inversiones corporativas, las remesas familiares o la exportación.
Quizá no sea casual que Chávez sea un héroe para muchos latinoamericanos y que las encuestas muestren un continuo descenso en la imagen de Estados Unidos en la región.
El presupuesto para 2007 enviado al Congreso por Bush muestra una caída del 28,5% en la ayuda para el desarrollo para América latina y el Caribe; una caída de casi un 10% en la ayuda para programas de salud a la región y una baja del 11% en la contribución a la Organización de Estados Americanos (OEA).
Relaciones públicas
Los funcionarios del gobierno de Bush conceden que la guerra contra el terrorismo está cobrando su cuota en todos los programas de Estados Unidos, pero añaden que a la región no le fue tan mal en los cortes presupuestarios.
Pero el hecho es que Chávez se está robando los titulares con sus espectaculares promesas de ayuda externa. Según un artículo publicado el domingo en El Nacional, de Venezuela, Chávez se ha comprometido a pagar US$ 25.800 millones a sus vecinos en los últimos siete años, o un promedio de US$ 3600 millones al año.
El estudio, realizado por el Centro de Investigaciones Económicas, incluye decenas de proyectos anunciados públicamente, incluyendo un fondo antipobreza de US$ 10.000 millones; US$ 2400 millones para la compra de bonos de deuda externa de la Argentina; US$ 4300 millones en proyectos de petróleo y energía en Brasil; otros US$ 4300 millones en subsidios petroleros y trabajos de infraestructura energética en Cuba, US$ 30 millones para obras sociales en Bolivia y US$ 10 millones para el Hospital Clínicas en Uruguay.
Por supuesto, hay que tomar estas cifras con pinzas, ya que incluyen obras de dudosa ejecución, como el gigantesco "Hugoducto" de Venezuela a la Argentina, que probablemente nunca verán la luz del día.
Otro estudio dado a conocer esta semana por el candidato opositor venezolano Julio Borges estima la magnanimidad internacional de Chávez en US$ 16.000 millones en los últimos siete años.
Lo cierto es que por primera vez en mucho tiempo, Washington tiene un rival lleno de petrodólares, que le está ganando la batalla de relaciones públicas con sus fanfarronerías. Incluso si sólo la mitad de los proyectos de Chávez se llega a materializar, sus promesas están produciendo titulares de primera plana, mientras que las noticias de su falta de ejecución probablemente terminen enterradas en las páginas de opiniones.
Mi conclusión: según me dijeron separadamente los influyentes senadores Norm Coleman, Bob Martínez y Bob Menendez harán todo lo posible por lograr que el Congreso aumente el presupuesto de Bush para América latina.
Ojalá lo logren, porque si Washington reduce aún más su compromiso con América latina, habrá más inestabilidad en la región, más inmigración ilegal, más narcotráfico, más riesgos de seguridad y más pérdidas para las empresas estadounidenses. El costo para los contribuyentes de Estados Unidos terminaría siendo mucho mayor.