Por Juan José Millás
El País
Estados Unidos tiene repartidas por el mundo cien mil personas cuya función es tomar apuntes. Son espías, la mayoría de ellos destacados en lugares que tradicionalmente no representaban ninguna amenaza, pues cada día es más difícil saber dónde se encuentra el enemigo. Puede ser el marido de tu hermana (cuando no tu hermana misma), el lechero, el vendedor de lotería, el mendigo del metro, la bibliotecaria... En Los tres días del Cóndor aparecía una oficina de los servicios secretos norteamericanos cuyos empleados -padres de familia absolutamente normales- buscaban mensajes ocultos en las novelas de moda. La vigilancia no es incompatible con la lectura, ni con el matrimonio. Además, basta con tener un poco desarrollado el sentimiento de persecución.