Por Eucario Bermúdez
Diario Las Americas
El caso venezolano es cada día motivo de preocupación. Lo es igualmente la suerte de otros países propensos a aceptar el populismo inspirado en la tierra de Bolívar. Bolivia es el ejemplo vivo. Perú, afortunadamente pasó la prueba. Pero hay actitudes preocupantes en otras áreas, no tan radicales pero en las que hay ciertos coqueteos inquietantes. Brasil, Argentina, Uruguay, Ecuador, México
La fotografía publicada por los periódicos en la que aparece Hugo Chávez apuntando con un fusil de origen soviético, nos ha recordado aquella en la que el entonces Presidente de Panamá General Manuel Antonio Noriega, con un machete en alto, retaba al gobierno de los Estados Unidos. En ambas ocasiones lo dos coincidían con el eterno libreto de Fidel Castro y la izquierda latinoamericana de presentar a este país como su enemigo y posible invasor.
Ya sabemos lo que le pasó al ex-general Noriega por su extravagancia político-militar. Y muchos esperan que algo similar pudiera ocurrirle al gobernante venezolano. Sería lo mejor, lo más conveniente para la tranquilidad y el buen curso del pueblo venezolano y del continente, a los que trata de dividir entre pobres y ricos, entre el sur y el norte.
Chávez, con su probada capacidad histriónica, su desvergüenza y ordinariez, trata con sus intromisiones en otros países, su chequera millonaria con la que anda repartiendo dólares a diestra y siniestra para comprar conciencias, ocultar la realidad que viven sus conciudadanos, el descalabro de los fundamentos primarios de la economía, la violación a los derechos del pueblo, el control de la justicia, la legislatura, las fuerzas armadas, acumulando poder para satisfacer sus odios y su pretensión de convertirse en el sucesor de Fidel Castro en sus pretensiones desestabilizadoras de la democracia y la permanencia en el gobierno por tiempo indefinido.
Pero no sólo el caso venezolano es cada día motivo de preocupación. Lo es igualmente la suerte de otros países propensos a aceptar el populismo inspirado en la tierra de Bolívar. Bolivia es el ejemplo vivo. Perú, afortunadamente pasó la prueba. Pero hay actitudes preocupantes en otras áreas, no tan radicales pero en las que hay ciertos coqueteos inquietantes. Brasil, Argentina, Uruguay, Ecuador, México.
Recientemente ha habido voces autorizadas analizando estas inquietudes de Latinoamérica. En un foro que promovió en Tampa el Senador republicano de la Florida Mel Martínez, varios personajes de alta influencia política expresaron sus preocupaciones. El expresidente colombiano Andrés Pastrana, hoy embajador en Washington dijo que “hay que evitar a toda costa en América Latina el populismo y mantener la defensa de la democracia que es la gran conquista de la región. Lo que trae consigo el populismo no es lo que la gente está esperando, que es el fortalecimiento de las instituciones, superar la pobreza y procurar un mayor desarrollo económico”. Admitió sin embargo que hay un movimiento hacia el centro y la moderación que rechaza el mensaje de ruptura del presidente Chávez y su pretensión de dividir el hemisferio entre el norte y el sur.
No cabe duda que el populismo conlleva un efecto devastador para la democracia, las instituciones y los intereses del pueblo. Un diputado español que intervino en el foro al que nos referimos, precisó sobre los efectos del régimen de Chávez, que Venezuela ha pasado de niveles cercanos al 30% de pobreza a un 60%. “Este movimiento populista está cimentado sobre sentimientos y no sobre ideas, convirtiéndolo en explosivo pero también frágil”.
En vísperas de las elecciones presidenciales en México, en donde también el populismo de Andrés Manuel López Obrador es obvio que sigue los lineamientos de la escuela Castro-Chávez-Evo, la suerte de la democracia está ante una dura prueba. Allí también, como en Bolivia y en Perú, ha sido ostensible la intromisión de Hugo Chávez llegando a convertirse en actor de la publicidad política y causante de confrontaciones ácidas entre algunos candidatos opuestos al populismo.
Allí no se ha alzado el machete ni se ha levantado el fusil. Pero si se ha utilizado por parte de López Obrador un lenguaje tan solo comparable con el que dominicalmente caracteriza las diatribas del señor Chávez, quien a propósito, ahora quiere meter su nariz en Africa a donde concurriera y hablara ante la cumbre de la Unión, en busca de respaldo a su inclusión en el próximo Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas. Ni más faltaba.