Por Guillermo Arosemena Arosemena
El Expreso de Guayaquil
(*Nota ATPDA es la sigla para la Ley de Preferencias Arancelarias)
Estamos a pocos meses de perder las preferencias arancelarias otorgadas unilateralmente por Estados Unidos. Esta decisión ha causado polémica entre quienes creen que se debió a falta de visión del gobierno y los que sostienen que es una represalia de Estados Unidos. El hecho es que de acuerdo a los empresarios que viajaron recientemente a Washington DC, las perspectivas para lograr una extensión son mínimas. Si a esta desventaja se agrega otra, no firmar el TLC, los bienes exportables ecuatorianos y la economía de nuestro país, sufrirán un duro golpe. Los que creen que no habrá perjuicio económico, sostienen que los efectos no serán significativos. El tiempo lo dirá. Lo que no se puede dudar es que algún efecto habrá y algo tiene que hacer el sector productivo. Reclamar al Gobierno y hacerlo responsable de lo que pueda suceder es perder el tiempo. Lo que debe hacer es usar sus energías para modernizar la gerencia.
Hay verdades que pueden herir sentimientos, pero son realidades: La empresa privada ecuatoriana, con las excepciones de rigor, no es costo eficiente. No son competitivas y no se debe exclusivamente a los altos costos de los servicios públicos. El Índice de Competitividad Global es el mejor indicador. Al analizar las variables de responsabilidad tanto de las empresas como del sector público, el resultado es que ambas están en similares posiciones: entre los últimos lugares de un total de más de 110 países. En otras palabras, no somos competitivos por la falta de un Estado eficiente y por el desinterés de los empresarios en buscar la excelencia gerencial.
En el indicador de entera responsabilidad del sector privado cuyo nombre es Índice de Competitividad Global de la Empresa, se usan aproximadamente 50 variables para medir el grado de competitividad; tomaría demasiado espacio listar todas, por lo que se mencionan las más importantes: grado de sofisticación de los procesos de producción, naturaleza de la ventaja competitiva, voluntad para delegar autoridad, inversión en investigación y desarrollo, capacidad para innovar, presencia de cadena de valor, apoyo en gerencia profesional, control internacional de distribución de bienes exportables, sistema de pago de incentivos, disponibilidad de capital de riesgo, intensidad de competencia interna, etc.
En la mayoría de las variables mencionadas, las empresas ecuatorianas están en estado embrionario; esto es una terrible desventaja que se refleja en altos costos operativos. Existe un comportamiento equivocado en el pensamiento gerencial ecuatoriano; mencionaré un ejemplo: pensar que los módulos informáticos no son indispensables para incrementar la productividad, cuando es todo lo contrario. El espectacular crecimiento de la productividad estadounidense desde 1996 se debe al uso de tecnologías de información.
Actualmente hay una impresionante diversidad de softwares para toda aplicación: funcional o proceso. Hay módulos para hacer todo tipo de presupuesto, planes y programas; para toda clase de análisis financiero, desde analizar el balance general y estado de ganancias y pérdidas, hasta análisis de inversión; para controlar inventarios, producción, ventas, etc.; también para llevar indicadores de gestión y sistemas de gestión de calidad.
El número de herramientas a disposición de la gerencia es interminable y cada una de ellas es valiosa, por los resultados que producen. Por ejemplo, el sistema de gestión Seis Sigma, garantiza ahorros equivalentes entre 0,5% y 2% de las ventas. En Ecuador no hay empresas “sin grasa”, en la mayoría de ellas se puede disminuir costos, sin exclusivamente despedir a empleados. El exceso de costos y gastos se da en el transcurso de los años; las empresas son como las personas, a medida que pasa el tiempo van aumentando de peso, sin darse cuenta hasta que ocurre un evento externo que las hace reflexionar.
En los seres humanos es un infarto o problema grave con el corazón; en las empresas, un nuevo competidor o desaceleración económica del país.
En el caso de las compañías ecuatorianas hay otro elemento en contra para el progreso de ellas: el conformismo de dueños y gerencia, y la falta de capacidad de adaptación. Hay oposición en modernizarse en todo sentido. Ejemplos sobran: Conozco de un importante grupo que por política renueva las tecnologías de información cada 10 años; muy pocas tienen sistemas de gestión de calidad; en el sector industrial, es mínimo el porcentaje de gerencias que tienen implementado el Método de Producción Toyota; la familia de módulos informáticos ERP es casi desconocido en nuestro medio y sus beneficios son enormes: evitan el desabastecimiento de los productos terminados, el exceso de producción, etc.; el modelo de cadena de abastecimiento SCOR se desconoce, etc.
En mi actividad de consultoría gerencial, siempre uso las herramientas que hay a disposición y generalmente quienes me contratan, nunca han conocido de ellas. Estoy comenzando a hacer un interesante estudio para un importante grupo empresarial, cuya finalidad es determinar la capacidad competitiva de sus compañías. En el análisis, he recomendado usar algunas herramientas, como la matriz BCG utilizada para ubicar a los productos, de acuerdo a su participación de mercado y crecimiento del mercado donde compiten. Esa herramienta es muy poco conocida.
Actualmente no hay justificación alguna para no tener gerencia vanguardista. La Internet es la más extraordinaria fuente de conocimiento gerencial. Todas las grandes empresas consultoras estadounidenses tienen página en la Internet, donde se puede leer innumerables artículos sin costo alguno; la mayoría de las revistas de negocios, ofrecen artículos gratis; las grandes universidades especializadas en administración también tienen publicaciones que no requieren ser pagadas. Quizá el fin del Atpda termine siendo beneficioso.