Por María Elena Salinas
Diario Las Americas
Activistas de inmigración no han estado propiamente de vacaciones durante el verano. No han estado sentados, tranquilos, esperando pacientemente que a los líderes republicanos en la Cámara de Representantes decidan si se van a dignar en dedicarle parte de su valioso tiempo a una reforma migratoria. No.
Mientras se realizaban audiencias sobre inmigración a través del país durante el receso de verano dizqué para tratar de determinar el posible impacto de una reforma, activistas han estado planeado meticulosamente el siguiente paso para presionar al Congreso a que apruebe una nueva ley migratoria. Ahora que el receso ha terminado, las marchas y protestas comenzarán de nuevo durante la primera semana de septiembre.
Las famosas protestas multitudinarias de la pasada primavera en todo el país tuvieron un gran impacto. Por lo menos medio millón de personas participaron en Dallas y Los Ángeles, 100,000 en Chicago, 60,000 en Atlanta, 50,000 en Denver, 20,000 en Phoenix, 30,000 en Seattle. Incluso en Madison, Wis., donde nadie esperaría que hubiese una comunidad grande de inmigrantes, se calcula que 25,000 tomaron parte en las protestas pacíficas.
Fue el despertar político de la comunidad, el momento cuando los inmigrantes, legales e indocumentados, finalmente se dieron cuenta de que ya no podían quedarse con los brazos cruzados esperando que otros hablen por ellos. Afortunadamente para ellos, cientos de miles de ciudadanos norteamericanos se unieron a las espontáneas demostraciones de fuerza, exigiendo no sólo una legislación justa y práctica sino también respeto.
Las protestas sin duda hicieron grandes titulares. Sacudieron a los que están en contra de los inmigrantes y hasta causaron algunos efectos adversos. Pero al mismo tiempo ayudaron a resaltar que el tema migratorio ya no se puede ignorar. Se puede retrasar el debate, como lo han hecho los republicanos en la cámara de representantes durante este verano, pero no se puede ignorar.
Como parte de la nueva ola de protestas que se planean a través del país, activistas, líderes cívicos y religiosos al igual sindicalistas le están pidiendo al presidente de la cámara baja Dennis Hastert, que realice audiencias legítimas que permitan exponer los diferentes puntos de vista sobre inmigración para contrarrestar las audiencias unilaterales realizadas hasta ahora.
Tal como ocurrió con las marchas en la primavera, los organizadores esperan que miles salgan a las calles para decirle al pueblo norteamericano y a nuestros líderes electos que es tiempo de reconocer las contribuciones que los inmigrantes hacen a nuestra economía haciendo trabajos que los estadounidenses no hacen. Es tiempo de detener las redadas y las deportaciones y la separación de familias. Ellos quieren decir que es hora de aprobar una legislación que lleve a la legalización de inmigrantes.
Con las nuevas protestas se verá una mayor diversidad étnica. Por ejemplo, los eventos planeados para el área de Chicago durante el fin de semana del Día del Trabajo, incluirán a miembros de la Coalición Arco iris, la Liga de Servicio Chino Americana, además de grupos de coreanos e irlandeses. Tal como lo han indicado algunos miembros de la comunidad asiática, este no es un asunto exclusivo de los latinos, afecta a muchas familias asiáticas que sufren largas esperas para la reunificación.
Por su parte el movimiento “Somos América” planea eventos similares a lo largo y ancho del país para las primeras semanas de septiembre. En Arizona habrá un mitin en la capital del estado el Día del Trabajo para pedirle al congreso que se ponga a trabajar y discuta de nuevo la ley sobre inmigración que ya pasó en el senado. Eventos también están programados en Los Ángeles y en Washington, D.C.
Además de las marchas habrá campañas masivas desde septiembre hasta el día de elecciones, para naturalizar a inmigrantes, registrar nuevos votantes y motivar los que ya se registraron para que salgan a votar en contra de aquellos legisladores que no apoyan la reforma migratoria.
Es un esfuerzo grande con esperanzas aún más grandes de alcanzar algo. Los líderes republicanos de la cámara de representantes han dicho claramente que no tienen planes de discutir la reforma migratoria antes de la elección de mitad de período. Pero activistas de inmigración creen que aun hay tiempo. Al fin y al cabo antes de las marchas primaverales, la reforma migratoria no figuraba en la agenda del senado. Los organizadores creen que las protestas y marchas multitudinarias ayudaron a influir en el voto en el senado. Ahora esperan que la historia se repita.
(María Elena Salinas es autora del libro “Yo soy la hija de mi padre: Una vida sin secretos.” Conéctese a www.mariaesalinas.com)
©2006 by Maria Elena Salinas.
Distributed by King Features Syndicate.