Por Mariana Martínez
BBC Mundo
"Misión cumplida", dijo el presidente de Bolivia, Evo Morales, tras anunciar que Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) recuperó el monopolio de la propiedad del gas y el petróleo, y luego de 180 días de arduas negociaciones que terminaron con la firma de contratos por parte de todas las empresas petroleras que operan en el país.
Con la nacionalización de los hidrocarburos el estado recupera el control total de los recursos naturales de Bolivia.
Y con la firma de contratos de operación con seguridad jurídica, las empresas petroleras que operan en el país -entre las más grandes, Petrobras Bolivia, Repsol YPF, Chaco, Andina, British Gas, Petrobras Energía, Pluspetrol, Matpetrol, Vintage y Total- pasaron a ser prestadoras de servicios, tarea por la cual, la estatal YPFB les pagará una retribución diferenciada.
Ante estas "nuevas reglas de juego" en Bolivia, vale la pena entonces analizar qué es lo que logró realmente el gobierno boliviano, cómo queda la relación y la nueva situación en el mercado y qué más puede esperarse de este proceso y las posibilidades de nuevas inversiones en este sector de la economía boliviana.
Las nuevas reglas del juego
Al consolidarse el Decreto Supremo 28701 de Nacionalización, promulgado el pasado 1 de mayo, la empresa estatal YPFB asumió el control total de los hidrocarburos, que representan una cuarta parte del Producto Interno Bruto (PIB) de Bolivia, y garantiza la producción de gas natural y petróleo tanto para el consumo interno como para la exportación a otros mercados.
En cifras, esto representa el control del estado sobre las reservas de 48,7 mil millones de pies cúbicos de gas -superadas en la región sólo por Venezuela- y 856 millones de barriles de petróleo.
Ésta no es la primera vez que Bolivia nacionaliza los hidrocarburos. Es la tercera. La estatal YPFB ya había tomado el control de los hidrocarburos durante la expropiación en 1937 de los bienes de la estadounidense Standard Oil -cuando el presidente David Toro anunció la extinción de las concesiones otorgadas en 1921- y en 1969, contra la también estadounidense Gulf Oil Company.
Con la reciente nacionalización, el estado, mediante YPFB, posee el control y el manejo del 100% de los ingresos de la comercialización de los hidrocarburos, y ofrecerá retribuciones a las petroleras, basado en la recuperación de los costos y una utilidad "razonable" que le permita seguir invirtiendo y produciendo en el país.
El decreto de nacionalización prevé que YPFB definirá las condiciones, volúmenes y precios, tanto para el mercado interno, la explotación y la industrialización.
Según pronósticos oficiales, tras las firma de los acuerdos, Bolivia percibirá unos US$1.000 millones anuales, lo que representaría el 23% del PIB anual del país, y muy por encima de los US$500 millones que se lograban con los viejos contratos.
Estos ingresos, según estimaciones del presidente Morales, se duplicarán en los próximos cuatro años y alcanzarán los US$4.000 millones.
Las petroleras y el nuevo mercado
Para las petroleras, la firma de los acuerdos significa mantener su presencia en tierra boliviana y, más que nada, asegurarse su abastecimiento, algo clave para firmas como la gigante brasileña Petrobras que alimenta el 50% de su mercado con gas natural de Bolivia.
Para ello deberán pagar un impuesto del 82% para los grandes yacimientos y porcentajes menores para los campos pequeños, y asumir el compromiso de invertir en exploración y desarrollo de campos de gas natural.
Según cálculos oficiales, la inversión de las diez empresas que firmaron contratos superará los US$2.000 millones. Estas compañías operarán en Bolivia entre 23 a 30 años.
Lo que queda en el tintero
Sin embargo, aunque la misión, según Morales, parece estar cumplida, todavía quedan muchos puntos en el tintero.
Entre ellos, resolver la participación mayoritaria del estado -50% más uno- en las empresas capitalizadas de los hidrocarburos, Chaco y Andina.
Así como también que los nuevos recursos captados por el estado sean suficientes para industrializar el gas en suelo boliviano, cumplir con los contratos energéticos con Argentina y Brasil, negociar con Brasil un nuevo precio de exportación del gas y con Petrobras la compra de las refinerías.
Las autoridades de Bolivia discuten todavía con la brasileña Petrobras un incremento del precio del gas natural, de los actuales US$4 por BTU -o unidad de energía- a US$7,5 propuestos por el presidente Morales.
¿Qué se puede esperar?
Sin dudas, ante estas nuevas reglas del juego, Bolivia tiene un gran reto por delante.
Primero deberá duplicar su producción de gas natural, a unos 70 millones de metros cúbicos diarios, para atender las exportaciones a Brasil -unos 30 millones- y Argentina -27,7 millones ya comprometidos-, y la creciente demanda interna. Y hacerlo a un precio competitivo.
Para ello necesitará la inversión de las petroleras. Algo que si bien quedó comprometido en los recientes contratos firmados, todavía tiene que plasmarse.
El estado tendrá también que demostrar sus habilidades para administrar toda la cadena hidrocarburífica del país, que va desde la producción hasta la comercialización, la distribución de ingresos y los planes de inversión.
Segundo, y tal vez lo más importante para los bolivianos que dieron su voto al presidente Morales, el cumplimiento de la promesa de utilizar los recursos de la nacionalización para "resolver los problemas económicos y sociales" que afectan al país.