Por Alberto Benegas Lynch (h)
Panamá América
BUENOS AIRES / AIPE - No comparto prácticamente nada de la política del presidente Bush, pero concuerdo con sus declaraciones formuladas en una mezquita inmediatamente después de la acción criminal del 11 de septiembre. Señaló con razón que "debe diferenciarse claramente lo que es un asesino de quien profesa la religión musulmana". Incluso la expresión "terrorismo islámico" es del todo improcedente. Hay mil quinientos millones de musulmanes hoy en el mundo, entre los cuales la gran mayoría comparte los principios del Corán en cuanto al respeto recíproco y la tolerancia religiosa. Guy Sorman llama a ese libro "el documento de los hombres de negocio", debido a que consigna lo sagrado de la palabra empeñada y el cumplimiento de los contratos.
Huston Smith, profesor de religiones comparadas en MIT, explica como se suele distorsionar la yihad como guerra santa contra los infieles, cuando en verdad significa guerra interior contra el pecado. Atribuir al islamismo los sucesos criminales del terrorismo es tan insensato como identificar el cristianismo con la canallada inquisitorial, la quema de "herejes" y la "guerra santa" en el descubrimiento de América. Aludir al terrorismo islámico no hace más que hacerles el juego a los fanáticos, fundamentalistas e idiotas que, de uno y otro lado, quieren embarcar al mundo en una guerra religiosa, puesto que al meter el culto la trifulca se torna mucho más sangrienta y explosiva.
Nunca debe olvidarse la enorme deuda de gratitud que Occidente mantiene con el Islam debido a su formidable rescate de la filosofía griega en tiempos pretéritos, de su arquitectura, las matemáticas, la música, la medicina y el magnífico ejemplo del trato amistoso y solidario con cristianos y judíos.
Benedicto XVI fue inoportuno en citar al troglodita emperador bizantino del siglo XIV, pero ya explicó que no fue su intención ofender al Islam y destacó que para nada comparte el contenido de esa cita, lo cual queda claro si se ponen en contexto sus enormes esfuerzos y los de su predecesor en pos del ecumenismo y el pedido de perdones que incluyen las Cruzadas, en las que se perpetraron todo tipo de barrabasadas contra los musulmanes.
El autor es Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias, Argentina.
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