Por Guillermo Arosemena Arosemena
El Expreso de Guayaquil
En ningún lugar se aprecia con mayor evidencia, que en la Península de Corea, los enormes beneficios de la libertad económica y devastadores resultados de la intervención del Estado. En ella existen dos países, la República Democrática de Corea (RDDC), conocida como Corea del Norte, dirigida por un dictador, quien heredó el puesto de su padre, también dictador, ambos de ideología comunista-maoísta; y la República de Corea del Sur (RCDS), donde hay elecciones libres y se privilegian al sector privado, producción y progreso humano.
Hasta hace 60 años, en la citada península había solamente un país cuyo ingreso por habitante era la tercera parte del ecuatoriano, de tal forma que si nosotros éramos pobres, el coreano era pobre extremo.
Al comenzar los cincuenta hubo una guerra entre los que querían imponer el comunismo y los que querían tener libertad para incursionar en cualquier tipo de actividad económica lícita, por lo cual la península se separó en dos países. Medio siglo más tarde, la gente de RDDC sufre permanente hambruna, millones de niños se mueren anualmente por la desnutrición, no existe clase media, ni ricos, solamente pobres; es un país sin libertades, donde quienes protestan son fusilados. El ingreso por habitante es inferior a 1.000 dólares, sus exportaciones representan el 25% de las ecuatorianas
En las 5 décadas transcurridas, lejos de avanzar RDDC ha retrocedido en todo; no existe mercado en esta nación, por haber escasez hasta de los bienes más indispensables, como leche y trigo. En la RCDS es todo lo contrario, el ingreso por habitante es 19.000 dólares, 700% superior al ecuatoriano, la gente tiene un elevado nivel de vida, hay abundancia de todo, incluyendo títulos doctorales (Phd) en carreras vanguardistas, orientadas a ciencias exactas. La economía es la decimocuarta más grande del mundo y ejemplo de desarrollo sostenido. Es el décimo país más grande en exportación con 300.000 millones de dólares, lo que representa más de 6.000 dólares de exportación por habitante, una cifra siete veces superior a la nuestra, a pesar de no ser exportador de petróleo. La infraestructura contrasta abismalmente con la de la RDDC. Una parte de la frontera se encuentra separada por un río; en la orilla sur, hay una espectacular autopista de concreto de 10 carriles, altamente traficada y rodeada por impresionantes rascacielos. En la orilla norte, se observan casas de campesinos hechas de materiales similares al adobe, labran tierras que nada producen por no tener los implementos más indispensables para sembrar y mantener los huertos. Otro ejemplo de contraste se aprecia mirando la foto satelital nocturna donde el sur de la península se ve como un árbol de Navidad prendido y el norte es negro con microestellos de luz. Las diferencias en la capacidad de energía son miles de millones de kilovatios. Una Corea es poderosa fuerza industrial, la otra, apenas es marginalmente agrícola. Los recursos del Estado de la última se han canalizado a mantener uno de los ejércitos más grandes del mundo y a invertir miles de millones de dólares anuales en armamentismo.
En esta columna he mencionado frecuentemente sobre las poderosas corporaciones multinacionales de RCDS, son tan grandes e innovadoras como las del Primer Mundo. Samsung, LG, Hyundai y otras son ejemplos de eficiencia, alta calidad y creatividad, sus productos se venden en todos los continentes. El país hace enormes inversiones en investigación y desarrollo; en proporción al producto interno bruto, invierte 27 veces más que Ecuador y es uno de los que tienen más patentes en el mundo. La Bolsa de Valores es una de las más activas del mundo, su capitalización (valor de mercado de todas las acciones) es 300% superior a la de México. Centenares de miles de coreanos del sur son accionistas de empresas. En RDDC, las empresas son diminutas y todas pertenecen al Estado por no existir propiedad privada.
Al comparar las abismales diferencias entre las dos Corea hay que concluir que el control del Estado y la ideología mantenida por los gobernantes de RDDC han traído consecuencias funestas para su pueblo, que se encuentra física y mentalmente aislado del mundo. La gran apertura de la economía de la RCDS ha sido bendición para el pueblo altamente educado que goza de un elevado nivel de vida y no se abstiene de adquirir bienes y servicios ni de viajar dentro y fuera del país.
La RCDS también ha tenido serios problemas económicos como el enfrentado en 1997, cuando el Fondo Monetario Internacional tuvo que entrar al rescate y prestarle 60.000 millones de dólares, el más grande en la historia de esa institución. Entre las medidas dramáticas adoptadas, los ejecutivos, empleados y obreros redujeron sus salarios voluntariamente y en la Navidad no se permitió colocar las tradicionales luces. La economía estuvo al borde del colapso, pero en tres años se recuperaron, pagaron la deuda, no apelaron a la soberanía ni a nacionalismos equivocados, ofrecieron mayores ventajas a la inversión extranjera y reiniciaron el espectacular crecimiento. Con toda la bonanza que gozan actualmente, el horario de trabajo sigue siendo 56 horas semanales, en lugar de 40 horas, como el ecuatoriano. Lograron superar la adversidad porque los gobiernos tienen claras y efectivas políticas de Estado y el sector privado es disciplinado, organizado y vanguardista. Los coreanos se sintieron avergonzados por el temporal fracaso y se propusieron sobreponerse para demostrar al mundo que son capaces de ser respetados
Con un ejemplo tan apabullante como el de las dos Corea del sistema de gobierno y económico que convienen a los pueblos, en América Latina todavía se cuestiona si conviene más el Estado o mercado. Ecuador se encuentra enfrascado en esta encrucijada, como se ha podido apreciar en la actual campaña presidencial. No cambiar de mentalidad es sinónimo de atraso; esto lamentablemente es lo que nos distingue.