Por Amancio Fernández
ABC
Al menos el 5% de nuestro PIB lo generan empresas y actividades en las que el español como lengua es determinante. Hay quienes como el profesor Martín Municio, en un pionero y espléndido trabajo, lo elevó hasta el 15% al sumar también la riqueza generada con alguna influencia del español. Lo que sí parece claro es que la lengua es factor generador de riqueza, impulsor del desarrollo y un elemento estratégico de primer orden en muchas decisiones empresariales. Ahí está la importante inversión de empresas españolas en Iberoamérica, la segunda en volumen tras EE.UU. o la creciente influencia del español en aquellas áreas en que está más rezagado, como el lenguaje científico, el económico o el de la tecnología, dominados por el inglés.
Cuarenta mil millones
Actividades como la edición de libros, radio, cine, tv, turismo idiomático, y otras relacionadas estrechamente con la lengua generan España unos 40.000 millones de euros anuales de negocio. Y otros muchos negocios tienen el español como importante aliado.
Lo intangible
Pero tan importante como este negocio directo es el intangible generado por el idioma. El español, que lo hablan ya en el mundo casi 400 millones de personas, mantiene una espléndida fuerza y riqueza literaria, pero no ocupa el lugar que le correspondería en otros ámbitos como el lenguaje científico, el tecnológico, el económico o su presencia en internet. Y eso le resta capacidad económica.
Esfuerzo de todos
La culpa es de muchos y el paliar esta situación incumbe a todos. Incluidas las pujantes e internacionalizadas empresas españolas. Esta semana se celebró en San Millán de la Cogolla la «I Acta Internacional sobre la lengua española». Un importante encuentro en que setenta expertos en varias disciplinas analizaron la lengua como activo cultural y su valor económico. Un necesario esfuerzo que se suma a numerosos estudios, ensayos y ejemplos sobre este aspecto esencial de la lengua.
El ejemplo de Ferrovial
Baste recordar en esta feliz etapa de internacionalización de muchas empresas españolas el de Ferrovial. Ejemplo extensible a otras muchas. La empresa presidida por Rafael del Pino tiene ya más de la mitad de sus 95.000 empleados que no hablan español. Sin embargo, esta multinacional, con presencia en cuarenta países, con fuerte actividad en Iberoamérica, EE.UU., Reino Unido y Australia, y con el 80% de su ebitda generado por su negocio internacional, emplea el español y el inglés en sus comunicaciones internas. El boletín diario que reciben en sus blackberrys todos sus directivos, se hace
en inglés y en español. Todo un ejemplo.
Multinacionales españolas
Lo mismo puede decirse de otras muchas empresas españolas presentes en medio mundo, y objeto de deseo por su buen hacer. Como Acerinox, subiendo fuerte en bolsa, impulsada por el buen hacer del equipo de Victoriano Muñoz, y aupada también por los vientos de compras en el sector. Acerinox, una verdadera multinacional desde hace años, produce y vende en los mercados más competitivos —EE.UU. Japón, Europa—, y lo que venga, y por eso es objeto de deseo. Atentos, porque también puede dar el salto, que accionistas de postín no le faltan. Desde Alicia Koplowitz a los March.
La escalada de Telefónica
Y Telefónica sube que sube en Bolsa. Recoge ahora las subidas negadas tanto tiempo y hasta recibe elogios de algunos analistas, recelosos de un sector que ya purgó excesos pasados y que ni es homogéneo en sus estrategias, ni en sus logros. César apostó por una Telefónica a lo grande que tras la conquista de Iberoamérica y una etapa de reorganización y consolidación ha entrado con fuerza y éxito en el duro mercado europeo —República Checa, Reino Unido...— y lo que venga. Atentos que dicen que Telefónica sigue dispuesta a crecer. Un caso más de este brillante plantel de multinacionales españolas que también saben apoyarse en el español como elemento estratégico.