Por Greg Ip y Mark Whitehouse
The Wall Street Journal
Las ideas de Milton Friedman sobre libertad económica y bancos centrales cambiaron las prácticas del capitalismo en la segunda mitad del siglo XX y todavía están en el centro de acalorados debates políticos y académicos en todo el mundo.
El ganador del Premio Nobel de Economía en 1976 murió ayer por problemas cardíacos. Tenía 94 años.
Un hombre diminuto, famoso por su testarudez y estilo combativo, Friedman aportó los cimientos intelectuales de las políticas anti-inflación, anti-estatista y anti-impuestos de los gobiernos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Sus ideas ayudaron a terminar con el reclutamiento militar forzado en los años 70 en Estados Unidos, iniciaron largas campañas típicamente conservadoras como los vouchers o subsidios para escuelas, y crearon las bases de nuevas maneras de analizar la Gran Depresión, el desempleo, la inflación y los tipos de cambio.
Muchas de sus ideas siguen siendo polémicas o han perdido algo de peso. Algunas de sus teorías sobre política monetaria, por ejemplo, dejaron de ser aplicadas por los banqueros centrales. Y pese a su vehemente defensa de los vouchers escolares, los académicos han tenido problemas para probar que tenía razón sobre la efectividad de este método de elección educativa.
De todas maneras, pocos discuten la noción de que Friedman —gracias a sus trabajos técnicos, sus populares libros y columnas y el oído de políticos poderosos— ayudó a trasladar el centro del debate en Estados Unidos y el extranjero sobre el papel adecuado del gobierno en el manejo de la economía.
"Milton Friedman tenía una apasionada confianza en el poder de los mercados, y su visión realmente ha sido dominante en el mundo", dijo Kenneth Rogoff, un profesor de la Universidad de Harvard y ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional. "Si uno observa qué es lo que ha funcionado en China y en India, se da cuenta que lo que ha triunfado es un acercamiento de mercado a la política económica".
A Friedman lo sobrevive su esposa, Rose, coautora de muchos de sus libros.
Friedman ejerció una influencia extraordinaria a través de su trabajo académico en el ámbito de la economía, considerado como unos de los de mayor autoridad en el siglo pasado. Fue más allá de su rol como académico al asesorar a gobernantes como Reagan, presidente de Estados Unidos entre 1981 y 1989, y Thatcher, primera ministra del Reino Unido entre 1979 y 1990. Además, ganó un renombre aún más amplio con libros muy populares como "Capitalismo y libertad", de 1962, y "Libre para elegir", escrito junto a su mujer en 1980. Este último libro fue adaptado para una serie de televisión.
Friedman, quien recibió el premio Nobel en 1976, se hizo famoso por explicar el papel de la oferta de dinero en las fluctuaciones de la economía y la inflación. Friedman teorizó que al administrar la cantidad de dinero que fluye a través de un sistema financiero, los bancos centrales podían controlar la inflación sin cometer errores costosos.
Junto a Edmund Phelps, ganador del Premio Nobel de Economía de este año, Friedman desarrolló la teoría de que los diseñadores de políticas no podrían alcanzar para siempre una relación inversa entre desempleo bajo e inflación alta, y que los esfuerzos por crear un escenario así darían como resultado la misma tasa de desempleo y una inflación más alta. Esta visión es la que domina entre los grandes bancos centrales de hoy, incluyendo a la Reserva Federal de EE.UU., y ayudó a derrotar la inflación en los años 70 y sentar las bases del bajo desempleo y la baja inflación de la última década.
En los años 70, Friedman se vio envuelto en una controversia por su asociación con el gobierno del dictador chileno Augusto Pinochet, quien implementó muchas de las ideas monetaristas y de libre mercado desarrolladas por la Universidad de Chicago diez años antes. Fue especialmente criticado por reunirse con Pinochet, al punto de que su ceremonia de entrega del Nobel fue interrumpida por manifestantes.
En una alocución radial, el presidente estadounidense Ronald Reagan se refirió al incidente: "Parece que cuando Friedman hablaba, alguien en Chile estaba escuchando. ¿No sería bueno que por lo menos una vez alguien en Washington preguntara '¿qué dijo?'". En otro discurso, citó a Friedman: "Cuando uno comienza a pagarle a la gente para que sea pobre, uno termina con una enorme cantidad de gente pobre".
Una de las paradojas de la inmensa influencia de Friedman en la política económica era su desagrado por el diseño de políticas. A menudo apoyó la abolición de la Reserva Federal por sus fracasos durante la Gran Depresión y los años 70, aunque después admitió que Greenspan había hecho un gran trabajo. A excepción de dos años en el Departamento del Tesoro de EE.UU., durante la Segunda Guerra Mundial, nunca trabajó para el gobierno.
Lawrence Lindsey, quien trabajó para ambos presidentes Bush, además de la Fed, recuerda que a inicios de los 90 lo invitó a ir a Washington y trabajar para el gobierno. Friedman respondió: "Detesto esa ciudad".