Por Andrés Oppenheimer
El Nuevo Herald
La gran pregunta sobre las elecciones del domingo en Venezuela no es si los observadores internacionales convalidarán la probable victoria del presidente narcisista-leninista Hugo Chávez, sino si van a denunciar que el proceso electoral no ha sido limpio. Todo indica que será una elección inequitativa.
Contrariamente a lo que afirman los líderes de la oposición venezolana en el sentido de que las encuestas que pronostican un cómodo triunfo de Chávez habrían sido pagadas por el gobierno, no me extranaría que muchos de dichos sondeos de opinión sean legítimos.
Gracias a los subsidios masivos de petrodólares a los pobres y una de las maquinarias de intimidación más sofisticadas del continente, no sería sorprendente que Chávez gane el conteo de votos sin necesidad de fraude.
Según una encuesta de The Associated Press, el 59 porciento de los venezolanos votará por Chávez, mientras que un 27 por ciento votará por el candidato opositor Manuel Rosales. Sin embargo, y lo que no es menos interesante, la misma encuesta señala que un 57 por ciento de los venezolanos -incluyendo a casi la mitad de los que dicen que votarán por Chávez - creen que puede haber represalias para quienes voten contra Chávez.
Para millones de venezolanos desempleados, o trabajando en la economía informal, los subsidios en efectivo de Chávez son más importantes que la represión política a la oposición. Y es difícil echarles la culpa: aunque muchos pensamos que Chávez les está dando ''pan para hoy, hambre para mañana'', en lugar de crear fuentes de trabajo duraderas, muchos venezolanos han visto a su clase política dilapidar la riqueza petrolera del país, y ahora dicen ``mejor pájaro en mano que cien volando''.
Sin embargo, eso no significa que el proceso electoral sea limpio. Además de controlar el Consejo Nacional Electoral, la Corte Suprema, y de tener un Congreso sin representantes de la oposición, el gobierno ha limitado la publicidad televisiva de Rosales a dos minutos diarios por canal de televisión, mientras que Chávez ha podido seguir haciendo su programa semanal de seis horas Aló Presidente.
Según mediciones de organizaciones críticas del gobierno, Chávez ha gozado de 22 veces más tiempo en el aire que Rosales en las cinco televisoras más importantes del pais.
Lo que es aún más grave, es probable que Chávez haya instalado la mayor maquinaria de intimidación electrónica del continente.
Según un nuevo libro titulado Apartheid del Siglo XXI, escrito por la catedrática Ana Julia Jatar, Chávez está creando un nuevo modelo de totalitarismo, que usa lainternet como mecanismo de intimidación política.
Jatar, que hizo su investigación para el grupo de observacion electoral opositor Súmate, dice que el Apartheid -o sistema de discriminación -de Venezuela ha segregado a mas de 3 millones de venezolanos que firmaron una petición de referéndum para revocar el mandato de Chávez en el 2004. Los nombres de los firmantes fueron entregados por las autoridades electorales chavistas a un legislador oficialista, que los puso en la internet, en lo que ahora se conoce como la ``lista Maisanta''.
Desde entonces, miles de venezolanos han sido despedidos de sus empleos estatales, han tenido que esperar meses para recibir un pasaporte, o se les han negado servicios estatales.
La base de datos chavista ha aumentado en los últimos años, dice Jatar. Por ejemplo, la agencia de recolección de impuestos estatal les exige a los comerciantes que registren los documentos de identidad, nombres y otros datos de todo comprador de cualquier producto.
''Hoy, el gobierno puede cruzar estas bases de datos y saber todo sobre cada uno de los 15 millones de votantes registrados'', me dijo Jatar en una entrevista telefónica. ``Si tu eres opositor y te compras un reloj muy caro, te pueden mandar un inspector de impuestos''.
Asimismo, muchos venezolanos temen que el sistema de votación electrónico, que incluye máquinas ''captahuellas'', le permite al gobierno saber por quién votó cada persona. Aunque la oposición exigió que se eliminen estas máquinas, se utilizarán en 8 de los 24 estados del país este domingo.
Cuando le pregunté a Dante Caputo, un alto funcionario de la Organización de Estados Americanos, si los observadores electorales de la OEA se expedirán sobre la equidad del proceso electoral, su respuesta me dejó pocas dudas de que Chávez ha hecho todo lo posible para que el mundo se concentre en el resultado electoral, y no en el proceso.
''Hemos recibido una invitación (del gobierno) un tanto cercana a la elección: sólo 20 o 25 días antes'', me dijo Caputo. ``Queremos participar, pero abarcar el proceso con estas limitaciones evidentemente se hace difícil''.
MI opinión: si Chávez gana el domingo, como es probable, los observadores internacionales deberían decir claramente en el primer párrafo de sus comunicados finales que ''Chávez ganó, pero el proceso electoral no fue limpio''. Una cosa es tan importante como la otra, y ambas deberían ser enfatizadas con la misma fuerza.
