Por Guillermo Arosemena Arosemena
El Expreso de Guayquil
En reciente edición de Fortune, una de las más importantes publicaciones empresariales del mundo, el artículo de portada es un muñeco de peluche representando a la Ratona Mimí con el título Hecho en Vietnam. Es asombroso que un personaje de Walt Disney, que es símbolo del capitalismo, se fabrique en ese país del sudeste Asiático, cuando durante décadas estuvo gobernado por recalcitrantes socialistas que aborrecían el capitalismo. Al mismo tiempo que circulaba esa revista en la mayoría de los continentes, en el Museo Etnológico de Vietnam había una exhibición sobre lo que significó el racionamiento de arroz y privación de bienes, orientada a una juventud que actualmente tiene teléfonos celulares y motocicletas. El citado artículo de 18 páginas, muestra la asombrosa transformación de una nación significativamente más pobre que la nuestra, a una que se encamina a pasar nuestro nivel de vida en pocos años. Lamentablemente, otros asiáticos ya lo han hecho.
Vietnam, quedó devastado por una guerra que duró 10.000 días, primero contra los franceses y luego, estadounidenses; posteriormente se aisló del mundo, como Corea del Norte. Vivió la hiperinflación y años de hambruna, cuando los campesinos trabajaban en tierras agrícolas colectivas y el Estado les ordenaba lo que tenían que sembrar.
Actualmente es una economía con crecimiento sostenido espectacular de 8% anual y gran incremento de la prosperidad, es el segundo país asiático con mayor tasa de aumento del producto interno bruto, después de China y por encima de la India. Vietnam está creciendo abriendo la economía, siendo la exportación y la inversión extranjera, los pilares del mejoramiento del nivel de vida. En el 2000, vendía 400 millones de dólares a los Estados Unidos, cinco años más tarde, la cifra era superior a 6.000 millones y para el 2006, fue 7.000 millones. Les exporta principalmente: ropa confeccionada, zapatos, muebles, productos del mar y café; este último apenas representa 3% del total. Dos enemigos mortales, dejaron atrás las diferencias para beneficiarse mutuamente.
Los vietnamitas se dieron cuenta de que con pugnas ideológicas no se come y si querían prosperar tenían que impulsar el mercado y usar las instituciones capitalistas. Intel y Nike de Estados Unidos, Ikea de Suecia, y Cannon, Yamaha y Panasonic de Japón, son una muestra de las corporaciones multinacionales que están invirtiendo en Vietnam, montos que representan 3,8% del PIB, el más alto en Asia; equivaldría a que Ecuador tuviera más de 12.000 millones de dólares en inversión extranjera. La primera corporación mencionada está construyendo una planta de microprocesadores que costará más de 1.000 millones de dólares.
Gradualmente está desapareciendo el desastroso legado soviético de la planificación centralizada de la economía y paulatinamente el Estado va disminuyendo su participación en la economía. Hay un proceso de privatización que los vietnamitas llaman “patrimonización” incluyen empresas de seguro, minería, transporte marítimo, telecomunicaciones y energía.
Una de las instituciones capitalistas más exitosas ha sido el mercado de capitales. Antiguas empresas estatales se convirtieron en compañías de capital abierto y sus acciones se cotizan en la Bolsa de Valores de Hanoi, cuya capitalización -índice para medir la importancia bursátil- creció de 510 millones de dólares a 9.000 millones, cifra varias veces superior a la Bolsa de Valores de Guayaquil. El grupo de empresas de mayor movimiento es el tecnológico, ubicadas en el Parque Tecnológico de Saigón, lo que implica que es un país que no está apostando a los productos primarios, sino a los de alto valor agregado. Más de 50 empresas se cotizan regularmente en bolsa versus menos de 10 en Ecuador. En ese país se han creado fondos de inversión como los que existen en Estados Unidos con el propósito de difundir la inversión bursátil, haciéndola más asequible a la gente.
Las reformas en Vietnam han sido impresionantes; para dejar de ser economía moribunda, los gobernantes debían enterrar el socialismo extremo y usar las instituciones capitalistas, no tenían otra opción si querían ser respetados en la economía mundial. Se estima que hay más de 2 motocicletas por familia en la ciudad de Ho Chi Minh, una de las más grandes. En pocos años la pobreza ha disminuido de 51% a 8%, logro que ni China ha podido conseguir en tan poco tiempo. El cambio es de tal forma que el director del Museo Etnológico comenta que los jóvenes tienen gran confort y que no saben lo que es pasar duros tiempos como sus padres lo hicieron.
Es una reflexión válida, cuando se observan parques de diversiones espectaculares que no existen en Ecuador. La liberalización de la economía está convirtiendo a millones de vietnamitas en consumidores, y grandes corporaciones como Intel, HP y Acer, están enseñando habilidades en tecnologías de información a más de 30.000 vietnamitas, asimismo ayudan al Estado a crear el gobierno electrónico por medio de 27.000 computadoras que tiene el Estado para su gestión.
Vietnam tiene todavía mucho camino que recorrer, la corrupción permanece en el sector público y hay un sector importante que pretende mantener el status quo, pero al pueblo no le interesa el socialismo, ha aprendido que la prosperidad surge de la libertad económica y es el primero en seguir exigiendo cambios.
En Ecuador, ocurre todo lo contrario, el pueblo demanda el socialismo, quiere que el Estado aumente su participación en la economía, no le interesa el comercio, apoya a los movimientos extremistas, responsables de la trágica educación pública que tenemos. Queremos construir un nuevo país, sustentado en cimientos débiles que harán que el nuevo país se desplome estrepitosamente. En la utopía que se pretende crear, jamás llegará la prosperidad. Con turbas, gritos, insultos y ausencia del imperio de la ley, no se crean consumidores, se lo hace con educación, conocimientos, inversión, trabajo e institucionalidad.