Por Alfredo Toro Hardy
El Universal
El 78 por ciento de la energía utilizada en el mundo procede del carbón y los hidrocarburos. Ese porcentaje del consumo energético es responsabilizado por los gases de efecto invernadero, léase el dióxido de carbono, que causa el calentamiento global. Aunque minoritaria y vilipendiada, existe una postura distinta según la cual el ser humano no es culpable de ese calentamiento.
En esta segunda vertiente encontramos a científicos de renombre como Carl Wunsch y Richard Lindzen de MIT, Roy Spencer de NASA, Frederick Singer, ex director del Sistema Nacional del Clima de EEUU, Egil Friis-Chriestensen del Instituto Danés de Meteorología, Ari Akasufu, director del Instituto Internacional de Investigaciones de la Antártida, John Christy de la Universidad de Londres y ganador del Premio NASA, Tim Ball, director del Instituto de Climatología de la Universidad de Winnipeg, Ian Clark, director del Instituto de Climatología de la Universidad de Otawa, Nir Shaviv de la Universidad de Jerusalem o Patrick Michaels de la Universidad de Virginia.
Esta tesis sostiene que el clima siempre ha cambiado, señalando que hace tres siglos se evidenció una "pequeña era glacial", de la misma manera en que la Edad Media fue un período de muy altas temperaturas. La era del bronce fue mucho más caliente que la actual.
Sostiene que el actual período de calentamiento global comenzó a partir de 1890, fecha en la cual el dióxido de carbono no era una consideración relevante. Ese aumento se mantuvo hasta alrededor de 1940. De allí en adelante y hasta 1970 comenzó un proceso de enfriamiento. El mismo evidenció el avance de los glaciares en Europa y hasta la pérdida de cosechas en verano como resultado de congelamiento. Ello, en el momento mismo de mayor industrialización en el mundo. Fue un período de muy alta emisión de gases de efecto invernadero y de baja sostenida en la temperatura. Dicha tesis plantea, igualmente, que el dióxido de carbono se encuentra presente a todos los niveles de la naturaleza. Los seres humanos sólo producen una pequeña fracción del mismo, siendo los océanos su mayor fuente de producción. Destaca, por lo demás, que el dióxido de carbono representa apenas un 0,4 por ciento en relación con todos los elementos que hay en la atmósfera.
Refiere que la actividad solar se correlaciona de manera directa con el cambio climático: el clima es controlado por las nubes, estas por los rayos cósmicos y aquellos por el sol.
Señala que fenómeno de "El Niño" ocurrió 23 veces en el siglo XX y que ha venido ocurriendo desde hace miles de años. En igual sentido afirma que el fenómeno de los huracanes en EEUU no ha aumentado durante los últimos cien años. Sostiene que los modelos de computación sobre el cambio climático son asumidos como expresión de ciencia rigurosa, lo cual es incierto pues dichos modelos valen tanto como los datos con los que son alimentados. Si los supuestos con los cuales se programa al modelo son incorrectos, también los resultados lo serán.
Más allá de donde pudiese encontrarse la verdad científica, lo cierto es que existe una "verdad política" que determina la agenda del cambio climático.