Por Walter Hernández
UFM
Los seres humanos vivimos en una realidad virtual que llamamos pensamiento.
(Fernando Savater, Yo adentro, yo afuera).
En el capítulo 3 de Raíces intelectuales del pensamiento económico moderno Vara Crespo presenta el estilo particular de la escuela austriaca, todo apunta a teorías o presupuesto con que dicha escuela desarrolla su estilo de investigación.
Interesa, pues, aclarar tanto el sentido teórico de su epistemología, como el de la verdad, de la acción e interacción humanas, del origen evolutivo de las instituciones, del orden mental, de la escasez para luego concluir con su teoría del dinero. Vara Crespo examina las posturas de Mises y Hayek, haciendo énfasis en el apriorismo misiano y la teoría del conocimiento hayekiano.
La lectura de este capítulo nos lleva al planteamiento de la unidad de las ciencias económicas, éste radica en el valor subjetivo, que a su vez facilita la analítica de los fenómenos sociales. Por ello la insistencia de la primacía de lo teórico que brinde sentido al estudio histórico, evolutivo y práctico de dichos fenómenos; se necesita una buena teoría para una excelente práctica.
Primacía de las formas.
Mises se inclina hacia el racionalismo a partir de su obra Problemas fundamentales de las ciencias económicas de 1933, un racionalismo que se orienta hacia el idealismo alemán (Leibniz y Kant) contrapuesto al empirismo británico; con ello produce una transformación del aristotelismo (de la primera generación de la escuela austriaca de economía) hacia Kant. Hay que recordar que desde Franz Brentano hasta Carl Menger se habían mantenido reacios hacia el kantismo y al pensamiento germánico, solo recordemos la segunda generación batallando contra el historicismo alemán, por ser demasiado empírico-positivista y para quienes solo bastaba la descripción fiel de los datos.
Según la orientación neokantiana, el entendimiento se origina en los sentidos (experiencia), pero nada más es su punto de origen. Al explicar la relación que existe entre el entendimiento y la sensibilidad, Kant priorizó el primero proclamando su giro copernicano: el objeto está en el sujeto.
¿Por qué Copérnico? Haciendo una breve exposición del modelo copernicano en De Revolutionibus, recordemos que en su tiempo las ciencias naturales estaban siendo orientadas hacia el modelo aristotélico de la observación empírica, incluso la filosofía pretendía ser tan rigurosa como las ciencias naturales. Con la observación se re-activanban los sentidos desdeñados por Platón y Descartes. Tanto la física como la astronomía operaban este método de observación, había que hacer ciencia a partir de la experiencia de los sentidos, en especial del sentido común: la vista; así que la astronomía no tenía más fundamentos que el ojo. Entonces, ¿en qué consistió la genialidad copernicana? Copérnico recomendó hacer caso omiso del sentido de la vista y sustituirlo por el cálculo matemático y geométrico, adelantándose a Galileo con relación a la matematización del método. Si bien Galileo y Descartes se encargaron de matematizar el mundo circundante, Copérnico matematizó el cielo y Descartes y Galileo la naturaleza (la Tierra).
El atrevimiento copernicano consistió en explicar que físicamente la tierra ha girado alrededor de una estrella y que el cambio o giro no se dio a nivel físico sino a nivel mental o subjetivo, con ello quedó inaugurada la revolución subjetivista frente al realismo-objetivista o aristotélico-realista. Digamos que naturalmente siempre ha estado en su lugar sideral, pero la percepción de las personas lo imaginó totalmente al revés, de hecho si Copérnico no lo hubiera dicho seguiríamos atrapados en un positivismo ingenuo del sentido común. Por tal razón había que operar en las mentes de las personas una cirugía que rompiera con los esquemas o prejuicios de la visión: la ruptura de paradigmas. Le debemos a Copérnico habernos educado a ver el sol con los ojos de la mente y no con los de la cara, solo así la ciencia pudo avanzar.
¿Qué veo cuando miro?
Los astrónomos, desde Claudio Ptolomeo, Euclides hasta Tycho Brahe miraban lo que estaba en sus mentes: la organización de un universo a partir del principio geocéntrico. La mente es la que nos hace ver las cosas, se trata de un elemento previo (a priori). Por tal razón, la estrategia copernicana había de re-educar la mente para que mirara la realidad previamente, mirar previamente es miar a priori, es aquello preexistente a la experiencia, formas con las que nos enfrentamos ante el mundo, ante lo dado, solo así, según Kant, es posible el conocimiento.
La rememoración del mundo de los sentidos.
Marx intentó poner de pie a Hegel por medio de su materialismo dialéctico, aquí trataremos de hacer lo mismo con Platón a través de una teoría física de la mente operada por Hayek, para quien, y en el mejor de los sentidos platónicos, el conocimiento vendría a ser un tipo de RECONOCIMIENTO fenomenológico de las formas a priori, las mismas se pueden llegar a expresar (Ausdruck) o generalizar en un significado (Bedeutung). La mente categorial reconoce sensibilidad (estímulos sensoriales) y asigna significado, digamos que la mente crea significados (esencias, wesen) para los estímulos, por ello es que Jesús Huerta de Soto apuesta por un esencialismo misiano, pues para Mises, “Todo conocimiento está condicionado por categorías que preceden a cualquier dato de la experiencia tanto en el tiempo como en la lógica. Las categorías son a priori, son el equipo mental del individuo” (Mises, 1933). Sin embargo, las intervenciones de la mente sobre la realidad (fenómenos) con los que operó Copérnico fueron intuidos por él y luego aprendidos a base de un entrenamiento adquirido en la instrucción (educación formal o escolar); pero, las categorías kantianas son condiciones de la mente humana independientes de la experiencia, por lo que prescinde de ésta como de su observación. Se trata de una estructura lógica inherente al individuo pensante, el cogito ergo sum Cartesiano cobra un nuevo sentido y se le hace justicia al Aristóteles del antiguo Organum que habían sido desplazado por la intuición baconiana.
El proyecto apriorístico impulsado por Mises tiene por justificación el monismo o unicidad de la mente humana dinámica (condición para la acción). Pensar y actuar son praxeológicamente homogéneos y congéneres. El hombre solo puede acudir a los órdenes de principios para aprehender la realidad, a saber: los de la teleología y los de la causalidad (Mises, 1962), añadiendo que aquello que no puede encuadrarse dentro de estas dos categorías resulta impensable para la mente.
Fenomenología de la acción
El sentido apriorístico de la acción se explica debido a que esta requiere de la comprensión de la causalidad y de la regularidad o interpretación del estado de cosas (sachverhalten), del significado y de la intencionalidad (Mises 1949, La acción humana). En la descripción fenomenológica de la acción, juega un papel preponderante el tiempo, entendido como tiempo interno.
El tiempo empírico y su metamorfosis inherente.
Desde el punto de vista kantiano, diremos que Mises opera a través de las categorías de sensibilidad y entendimiento, igual que la experiencia no es entendimiento, tampoco las categorías por sí solas pueden causar el pensamiento. Para poder desplegar el pensamiento, Kant advierte que se necesita un material que transformar y un lugar en el que hacerlo. La hylé (lo dado) y el entendimiento (espacio-temporal), se transforma en tiempo interno posibilitantes del pensamiento o entendimiento, donde se dan motivaciones y los fines o juicios finales de valor.
Razonamiento apodíctico en la teoría de la verdad misiana.
Los razonamientos tautológicos son lógicamente ciertos, las filosofías de las sospecha (Marx, Freud y Nietszche) nos han acostumbrado a repudiar la tiranía de la razón y los juicios apodícticos, convirtiendo su relativismo en posmoderno. Sin embargo, la teoría apodíctica es independiente de su aplicabilidad a la realidad concreta, para la realidad concreta existen otras ciencias que Menger adjetiva como prácticas y no teóricas; debido a que la regularidad y la constancia no son datos a la vista (dados), por ello no se pueden verificar.
El homo virtualis o de la mente.
Mises vincula el pensamiento y la acción a través de la estructura lógica de la mente humana y gracias a la inmediatez de la misma es como el individuo accede a sus categorías, pues él es a su vez su portador, como una auto evidencia elíptica. Esta idea es analizada y desarrollada por Hayek en 1952 en The sensory order. Sobre la naturaleza del pensamiento dirá que el orden mental, creado por el cerebro, es posible gracias a su constitución fisiológica de clasificaciones complejas de neuronas y concretas transmisiones de impulsos nerviosos a través de una red de neuronal; sin embargo, para desconsuelo de los objetivistas (positivistas) el orden mental no reproduce exactamente al físico.
Memoria filética a priori
La capacidad previa de clasificación no nace de la experiencia sino que el individuo tiene una memoria filética previa a recibir la primera sensación, gracias a la cual la mente va formando un orden a través de los estímulos que recibe, dejando un registro, entre asociaciones pasadas y nuevas, este orden mental nos posibilita un conocimiento del mundo a cada instante. Es así como la mente (aparato teleológico o intencional) juega su papel de orientación en el presente y expectativas a futuro. Las experiencias quedan impresas (registradas) en este órgano clasificatorio que Vara Crespo ha denominado continente categórico: esquemas, modelos, teorías, órdenes desde las que se interpreta el mundo. Así, todo fenómeno es percibido por los individuos por medio del orden mental (particular o singular) que posean; por lo tanto, todo lo que contemplamos, percibimos o pensamos, lo hacemos desde un peculiar punto de vista: el que nos proporciona nuestro propio orden mental. Relativismo que encuentra su salvación en el cotejo intersubjetivo (único medio de testeo) de las percepciones individuales. Hayek, a diferencia de su mentor Mises, fue más afín a las ideas del empirismo británico, muy afín al subjetivismo del irlandés George Berkeley: Esse est percipi y al empirismo crítico británico (Hume y Locke).
Teoría de la acción normada o de las instituciones y pautas sociales.
En el concierto intersubjetivo de fines y medios, en ese orden, nos encontramos con la sorpresa de que el director de dicha orquesta (la acción social) es una mano invisible Smithiana, la batuta la lleva el orden espontáneo que en teoría austriaca de las instituciones: pautas. El objetivo de la teoría austriaca de las instituciones es el de explicar que las acciones de los individuos están guiadas por reglas de igual manera que lo está la percepción (orden mental). La teoría de la acción normativa, captada por la mente de los individuos, adquiere o disemina pautas gracias a la percepción y el reconocimiento complejo. Esta adquisición de pautas es un rasgo propio del cerebro, su función es brindarle al individuo una comprensión del mundo por medio de categorías o pautas que la mente o el individuo ha incorporado previamente (consciente o inconscientemente) y que limitan sus acciones o comportamiento, es un modo de proceder habitual del cerebro para que la acción se desarrolle favorablemente si el individuo realiza su acción en un entorno socializado, tal acción no puede prescindir de la compresión de las intenciones de los demás individuos. Estas pautas de comportamiento se transmiten entre agentes por imitación. El conjunto de pautas de comportamiento que porta un agente no es adquirido al margen del entorno social. Sin la presencia ni el concurso de otras personas, sino que tiene en cuenta a las demás gentes. De la interacción resulta una transmisión de pautas y reglas, un aprendizaje de lo que es esperable de los demás (Vara Crespo, 2006, pág. 110). Ello nos permite compartir una visión común del mundo.
Existe un principio intersubjetivo del aprendizaje de normas –para un orden nacido de la necesidad de coordinación de lo que hacen los agentes uno respecto de otros. Este orden es la condición sin la cual no habrían éxito de los planes de acción individual- las reglas de comportamiento tienen su razón de ser por las acciones y sus resultados y estas serán exitosa si permite alcanzar los fines más eficientes y se aprenden o bien por propia experiencia o por la observación de experiencia ajenas.
El sistema de reglas se impone necesariamente por nuestra propia constitución mental..
El dinero como pauta de comportamiento.
El proceso económico se activa ante el aparecimiento de la escasez de algún bien y la solución de la misma por medio e un acto de voluntad de los agentes económicos (acción humana), acto que estructura en su mente a través de un plan o serie de acciones que valora como buenas para alcanzar el fin propuesto.
El valor del dinero depende de su capacidad de ser un medio tautológico modus ponens, A entonces B, como medio intersubjetivo para el intercambio objetivo, o sea, el valor de uso (A) interactuando con el valor de cambio (B).
A es un sentimiento que surge al pretender alcanzar un fin concreto, la cual expresa una apreciación psicológica subjetiva que cada individuo concede a los fines que persigue.
B es el medio como objeto de sentimiento del valor de cambio subjetivo, pero subordinado al fin.
Gracias a la intersubjetiviadad, el sujeto no se queda ahogado en sus valoraciones sino que más bien se ve obligado a obtener sus fines por mediación de otros individuos a través del intercambio. Es aquí donde surge la maravilla que causa el uso del dinero en la mediación del intercambio de valores subjetivos. En el análisis austriaco, el dinero mantiene su unicidad debido a la teoría del valor subjetivo, no se analiza cuantitativamente como algo dado (enfoque clásico), sino que mantiene su componente individual en el estudio del valor del mismo. De allí recibe la unicidad el fenómeno monetario, el humano de la acción, el humano praxeológico y la teoría del surgimiento y evolución de las instituciones sociales.
El dinero existe por la necesidad económica del intercambio, el cual tiene su función en la deseabilidad previa. No se desea el dinero antes que los fines sino que es por los fines que se desea el medio de intercambio. Por ello, la Escuela Austriaca se opone a la existencia del dinero fiduciario, denunciando los atropellos que implica para la hacienda de los ciudadanos y para el discurso tranquilo de los negocios. (Vara Crespo, 2006, p. 120).
El monismo intencional al cual hemos aludido en un principio consiste en mantener la unicidad del valor intrínseco con el extrínseco, para salvaguardar los valores. Quienes han cometido un error al analizar el fenómeno monetario, han sido dualistas que han separado el valor extrínseco del intrínseco (de los bienes), promoviendo la devaluación del valor en el intercambio, empobreciendo a los poseedores de monedas, un robo indirecto e institucionalizado, ello se da en la medida en que quienes ostentan poder coactivo estatal intervienen en la economía fuera del proceso natural, o sea la intervención no es económica sino política. El éxito para quienes perciben su fenómeno está en no escindir el valor inherente del valor extrínseco, apelamos aquí al concepto de intencionalidad tanto en Brentano como en Husserl, lo objetivo solo vale tanto en cuanto es un objeto intersubjetivo (acción noética-noemática) de la acción humana valorativa.
Fuentes:
Husserl, Edmund, Investigaciones lógicas, Vol. I y II, Alianza Editorial, Madrid, 1999.
Savater, Fernando. Las preguntas de la vida. Ariel, Barcelona, 1999.
Vara Crespo, Óscar Raíces intelectuales del pensamiento económico moderno. Unión Editorial, Madrid, 2006.