Por Robin Sidel, Valerie Bauerlein y Carrick Mollenkamp
The Wall Street Journal
Las instituciones financieras más grandes de Estados Unidos han dependido el último año de los vigorosos mercados de capitales para contrarrestar los problemas en sus operaciones de banca comercial. Ahora, ese formidable flujo de ingresos ha comenzado a secarse.
Un repentino retroceso de los mercados de deuda probablemente afectará las ganancias de los grandes bancos, los que han financiado el auge global de las adquisiciones apalancadas. El reciente auge de acuerdos —en el que las firmas de capital privado han adquirido compañías que cotizan en bolsa y las han cargado con deuda— ha creado varias técnicas nuevas de financiamiento que han sido un negocio redondo para los bancos, pero que también han significado un riesgo mayor.
Nueva cautela
Los banqueros afirman que los inversionistas se han vuelto cada vez más cautelosos frente a acuerdos financiados con deuda que no ofrezcan muchas protecciones financieras y cuyos retornos no reflejen los riesgos inherentes.
Para J.P. Morgan Chase & Co., Citigroup Inc. y Bank of America, que son los mayores jugadores en el negocio del financiamiento con deuda, un bajón en este segmento agregaría otro problema a su creciente lista de preocupaciones. Entre éstas destacan el delicado escenario para las tasas de interés, la desaceleración en el mercado de préstamos hipotecarios e inmobiliarios y la feroz competencia por atraer más depósitos.
Ganesh Rathnam, un analista bancario de la firma de investigación Morningstar Inc., dice que los bancos "no perderán dinero, pero no ganarán tanto y sus ganancias podrían reducirse".
Los bancos han competido entre sí para financiar adquisiciones apalancadas, lo que los ha llevado a asumir más riesgos. Aunque normalmente ese riesgo se esparce entre los inversionistas, muchas veces los bancos se quedan de pronto con un pedazo significativo.
Eso fue lo que sucedió con el acuerdo de U.S. Foodservice Inc. a principios de esta semana, cuando el distribuidor estadounidense de alimentos tuvo que suspender su venta de deuda por US$1.550 millones ante la tibia demanda de los inversionistas. Y el miércoles, la imprenta canadiense Catalyst Paper Corp. tuvo que suspender una oferta de bonos por US$150 millones que ya había sido reducida de los US$200 millones originales.
Préstamos en la mira
En EE.UU., los acuerdos con pocas cláusulas representaron 26% de todos los pactos en el primer trimestre, mientras que en Europa fueron 4,6%, según un informe de Bank of America. Estos acuerdos —en los que las protecciones del pacto se debilitan— han sido el resultado del financiamiento barato que existe actualmente. Esto permite a los prestatarios reducir las cláusulas financieras que se suelen exigir de ellos.
Los reguladores están especialmente preocupados por los llamados "créditos puente", en los que las firmas de adquisiciones les piden a sus bancos proveer financiamiento para sus compras. Estos préstamos, que suelen tener altas tasas de interés, tienen una duración de entre tres y 24 meses. Normalmente se repagan una vez que se haya concluido la venta de los bonos chatarra (que están por debajo del grado de inversión).
En lo que va de año, los bancos estadounidenses han provisto créditos puente por US$33.380 millones para financiar adquisiciones apalancadas, más que el doble que el monto total del año pasado, según el servicio de datos especializados Reuters Loan Pricing/DealScan. Es el volumen más alto en 20 años. En 1988, en medio de la euforia de adquisiciones de esa década, se emitieron créditos puente por un valor de US$48.140 millones.
Citigroup, Deutsche Bank AG y J.P. Morgan son las que han estructurado el mayor número de estos préstamos este año.
Un informe publicado recientemente por el Banco Internacional de Pagos, con sede en Basilea, Suiza, afirma que "el hecho que los bancos provean cada vez más créditos puente y patrimonio puente para apoyar el aún creciente número de fusiones y adquisiciones corporativas no es una buena señal". El documento prosigue: "un temor estrechamente relacionado es que los bancos, ya sea intencional o involuntariamente, han retenido un nivel significativo de riesgo en sus libros".
Algunos bancos ya han comenzado a aumentar sus reservas para cubrirse ante préstamos que tal vez no se repaguen.