Por Fernando Luis Egaña
Coreo del Caroní
El asunto no tiene nada de jurídico, como invoca el ministro Jesse Chacón, y ni siquiera propiamente hablando de ideológico, como alegaría otro ministro, enemigo del anterior, Willian Lara. En un ensañamiento tribal, primitivo, incluso barbárico, cuyo origen y fundamento está en el pecado imperdonable de RCTV de no haber dicho amén al catecismo de la hegemonía comunicacional. En otras palabras: por no haber bajado la cabeza hay que cortársela.
Y es que el mandamás de Miraflores no puede darse el lujo de no aplastar a una voz independiente que además tiene una fuerte proyección en la opinión pública, nacional y foránea. Y ello no tanto pensando en sus adversarios sino, en especial, en sus "partidarios". Como diría el culto general Pérez Arcay: "Jefe es jefe, manque tenga cochochos".
De allí que el fusilamiento de la señal abierta, después de 53 años "continuos" de transmisión, se esté repitiendo con la persecución de la señal por suscripción, bien sea por cable o satélite. Y ni hablar de la confiscación de los equipos técnicos.
Las razones no se encuentran en ninguna disposición de la llamada Ley Mordaza o Resorte, ni mucho menos en la Ley de Telecomunicaciones, o en alguno de esos reglamentos disecados que de pronto exhuman los peninsulares que asesoran al gobierno. Nada que ver. Están, eso sí, en los numeritos de AGB, es decir en las mediciones de audiencia y preferencia de los televidentes venezolanos.
Según los más recientes, la entrada de RCTV en el mercado de "cable" ha tenido una extraordinaria repercusión, y a pesar de que la televisión pagada llega al 39% de los hogares, mientras que la televisión gratuita al 99%, el viejo canal de Bárcenas ha logrado una audiencia mayor que muchos canales de señal abierta, incluyendo, no faltaba más al sustituto Teves.
Encima, la estampida social hacia el "cable" aumenta de manera exponencial, no sólo porque el público tradicional de RCTV quiere ver sus programas, sino porque la generalidad de la teleaudiencia está más que harta de las imposiciones concretas de la fulana hegemonía: cadenas, cuñeros gobierneros, televisión socialistona, etc.
Eso tiene de cabeza al señor Chávez, que entiende poco de leyes e instituciones, y en cambio sí mucho de pugnas por el poder. Así las cosas, en sus entendederas el asunto de RCTV es una contienda directa entre la pretendida revolución y la televisora que dirige Marcel Granier. Un juego suma cero donde no hay medias tintas.
De allí la molestia máxima, porque si todavía están cargando la cruz de haber cerrado a RCTV como canal convencional, cómo es eso que ahora se vuelve a ver por todas partes en el "cable", y la línea editorial sigue siendo la misma, y aquellos programas de opinión continúan en lo suyo, y los noticieros no han cambiado.
Y peor todavía, pensarán Chávez y sus colaboradores, RCTV se ha convertido en un imán del "cable", y en la medida que éste llegue a más hogares, menos se verán los canales oficialistas y más pintada en la pared quedará la "hegemonía comunicacional" del Estado rojo-rojito.
Todos estos elementos ayudan a entender la saña de la "revolución bolivarera" en contra de RCTV. Saña que no se dio por satisfecha el pasado 28 de mayo y ahora está empeñada en dejar al televidente comiendo cable.