Por Armando Ribas
Diario Las Americas
Recientemente se han publicado dos artículos, al respecto del sueño americano que parecen contradecirse el uno con el otro. En el primero Mario Vargas Llosa sostiene que la posibilidad aparente de que el próximo presidente de Estados Unidos sea un negro (sea un afroamericano o sea mujer, refleja la evolución y la apertura de la sociedad americana. Aparentemente la posición de Vargas Llosa es que tal posibilidad refleja una apertura hacia la igualdad de derechos al tiempo que supone una eliminación del racismo.
En su evaluación del americano, Vargas Llosa sostiene que la supuesta falta de experiencia de Barack Obama no es un obstáculo para una presidencia exitosa. Sin entrar a discutir esta apreciación que puede ser discutible, lo más sorprendente es que toma como ejemplo el supuesto éxito de la presidencia de John Kennedy no obstante que, según Vargas Llosa, tenía menos experiencia que Obama.
No voy a discutir tampoco si tenía o no experiencia, lo que si es evidente es que su presidencia fue un fracaso interto y externo. En su libro “Tiempos Modernos” Paul Jonson le dedica un capítulo a la presidencia de la denominada Nueva Frontera que denomina “El Intento de suicidio Americano”.
Allí cita las palabras de Kennedy en su discurso inaugural: “América pagaría cualquier precio, soportaría cualquier carga, enfrentaría cualquier dificultad, apoyaría a cualquier amigo, se opondría a cualquier enemigo, para asegurar la sobrevivencia y el éxito de la libertad”. En función de esa promesa Kennedy primero traicionó a los cubanos que luchaban por la libertad en Bahía de Cochinos, y seguidamente traicionó al continente con el acuerdo por los misiles. Todo el terrorismo subversivo que se sufrió en el Continente fue financiado por la Unión Soviética y enfrentada en Cuba. Al mismo tiempo traicionó a los hermanos Diekm en Vietnam del Sur, y embarcó a Estados Unidos en la primera guerra que perdiera en su historia.
Pero más allá de los errores de política internacional, es importante recordar que el sueño americano sólo ha sido posible realizarlo en función de la citación del credo americano. Es decir la aceptación de la transformación que hicieron los Founding Fathers en la relación entre el individuo y el gobierno como la describe Ira Glasser. Por ello Ayn Rand en su obra “Virtud del egoísmo” califica a Estados Unidos como el primer país moral en la historia y dice: “Todos los sistemas previos habían visto el hombre como un medio sacrificable en favor de los fines de los demás y a la sociedad como un fin en si mismo, y a la sociedad, como un medio para la coexistencia pacífica, ordenada y voluntaria de los individuos”.
Ese fue el credo americano que Kennedy, pretendió violar, inclusive con precios máximos y que lo expresa cuando dijo: “no le pidas al país que puede hacer por ti, sino que puedes hacer por tu país”. Ese es el gran mentis del credo americano que parte del supuesto de que el gobierno tiene la obligación de proteger los derechos individuales y no violarlos en nombre de la sociedad.
Me he concentrado en la explicación de este aspecto ético filosófico, pues el segundo artículo al que me refiero aparentemente en oposición a la apreciación de Vargas Llosa es “El Prejuicio Antihispano en Estados Unidos” de Andrés Oppenhaimer. Según el autor el reciente debate migratorio en el Senado, y la derrota del proyecto habría “dado lugar a la mayor explosión de sentimientos antihispanos que he visto desde que llegué a este país hace tres décadas”(SIC). No voy a discutir tampoco la existencia o no de sentimientos antihispano pues el problema de la justicia no esta en los sentimientos.
Lo importante en la comunidad no es si los anglosajones aman o no a los afroamericanos o en este caso a los hispanos. Lo importante es si se violan los derechos individuales de los mismos y se discrimina políticamente contra ellos. No es la percepción que yo tengo cuando viajo a Estados Unidos y aun me encuentro con la presencia de cubano-americanos en el Congreso de Estados Unidos, cosa que no ocurre ni con los turcos en Alemania ni los musulmanes en Francia o Inglaterra.
El credo americano y que hizo grande a ese país, no fueron los derechos colectivos sino la protección de los derechos individuales. Si Huntington tiene un idea errada ese es su problema y al respecto escribí un artículo que titulé “El Desafío de Huntington a la Civilización” pues en su mensaje antihispano desconoció precisamente el credo americano. Ahora bien todo el país tiene el derecho de establecer las normas migratorias que considere conveniente, y en el caso americano por supuesto en función de su Hill of Rights no puede ser discriminatorio por raza o religión.
Es evidente que sí hay 12 millones de indocumentados en Estados Unidos este no es un problema de un sentimiento sin una realidad jurídica. Es posible que se considere conveniente que dada esa realidad se modifique la legislación a fin de amparar a estos inmigrantes hasta la fecha ilegales. Pero eso no es un derecho sino una petición que muy probablemente seria conveniente pues Estadsn Unidos es un país de inmigrantes por el sueño americano, pero sustentada en el credo que se basa en el derecho.
El caso de los afroamericanos era muy diferente, y así y todo lo importante es que se suprimiera la discriminación legal que si existía frente a ciudadanos americanos, por la raza. Pero como muy bien lo señala Thomas Sowell el denominado Reverse descrimination (discriminación advertida) ha sido contra producente para los afro americanos, pues la que merecen no se esfuerzan. Y peor aun son los comentarios de Sowell, en su libro “La Visión de los Ungidos” donde atacar a la izquierda por pretender monopolizar la moral. Y esa izquierda no es hispana como no lo fueron los Kennedy.
Por todo lo dicho anteriormente considero que se puede solicitar la legalización de los inmigrantes pero no exigirla. El racismo es un sentimiento, y el que se conoce y el que se sufre es el del que tiene el poder, pero no existe menos en los que carecen de el. Lo importante es que la ley se haga cumplir en función de los derechos adquiridos. Por ello no concuerdo con Openhaimer que los mal denominado hispanos tienen que hacer manifestaciones como en su momento hicieron los afroamericanos sino cumplir con la ley y exigir que se cumpla. El proyecto migratorio es un problema político y solo el congreso podrá decidirlo.