Por Greg Hitt
The Wall Street Journal
WASHINGTON — Mientras las conversaciones para alcanzar un acuerdo multilateral de libre comercio se encaminan hacia un nuevo colapso, la Casa Blanca está intensificando la presión para lo que resta de la agenda comercial de Bush: un puñado de tratados bilaterales con países latinoamericanos.
El secretario de Comercio, Carlos Gutiérrez, lidera una delegación de legisladores estadounidenses que estará en Colombia este fin de semana, en un esfuerzo por disipar las preocupaciones del Congreso con el legado narcoterrorista y de violencia política del país andino.
En una inusitada incursión en la política comercial, la secretaria de Estado, Condoleeza Rice, ha señalado que el propuesto acuerdo con Colombia, junto a los tratados comerciales pendientes con Perú y Panamá, tienen sentido desde el punto de vista económico y también poseen un "valor estratégico crítico" en el hemisferio occidental.
El presidente George W. Bush también se está involucrando en el tema. Se espera que Bush se reúna hoy con su equipo económico en la Casa Blanca. Mañana, el mandatario viajará a Miami, donde se espera que inste a los legisladores a aprobar los acuerdos bilaterales con los países latinoamericanos y a resistir las presiones electorales para darle la espalda al libre comercio.
La ofensiva de la Casa Blanca en defensa de los pactos bilaterales tiene lugar en un momento en que las negociaciones de la Ronda de Doha, para alcanzar un acuerdo global de libre comercio, parecen estancadas. Los esfuerzos también reflejan la arraigada preocupación al interior del gobierno de Bush sobre el rechazo de los estadounidenses a los tratados de libre comercio y la globalización.
"Tenemos que tomarlo muy en serio", dijo Susan Schwab, representante comercial de Bush, en relación al menor respaldo de la opinión pública a la globalización y el libre comercio. Schwab se ha reunido personalmente con los legisladores para recabar apoyo para los tratados.
La representante comercial señaló que los cambios acelerados en la economía estadounidense, como el uso de tecnología para mejorar la productividad de las empresas, son tan responsables del malestar entre los trabajadores estadounidenses como el libre comercio. "El cambio siempre es amenazante", dijo. "Es fácil hacer demagogia con un tratado… y culpar a las importaciones por toda clase de males", añadió.
El escepticismo imperante frente al libre comercio y la sensación de que los trabajadores estadounidenses están sacando la peor parte ayudaron a que los demócratas recuperaran la mayoría en el Congreso el año pasado.
Esos temas ya están presentes en la carrera presidencial de 2008.
"Hay mucho descontento con lo que está pasando, en términos de la globalización, con los trabajadores estadounidenses", advierte el representante Jim McDermott, un demócrata que es partidario del libre comercio.
McDermott sugirió que la aprobación de los acuerdos bilaterales con los países latinoamericanos depende de los aún incipientes esfuerzos por reforzar los programas que ayuden a los trabajadores que pierdan sus empleos como resultado de la competencia global.
Los acuerdos con Colombia, Panamá y Perú fueron negociados antes de junio, cuando expiró la autoridad de Bush que obligaba al Congreso a aprobar o rechazar un pacto comercial, sin poder alterarlo.
El acuerdo con Perú, sin embargo, parece con buenas perspectivas de ser aprobado. Ya pasó por el comité de Finanzas y ahora será revisado por el Comité de Medios y Arbitrios.
Los pactos con Panamá y Colombia tienen un panorama más sombrío debido a razones de índole política.