Por Carlos Ball
ABC Digital
MIAMI. (AIPE). Todas las encuestas serias indican que la mayoría de los venezolanos, incluyendo muchos que en el pasado apoyaron a Hugo Chávez, se oponen a la nueva Constitución comunista y dictatorial bajo consideración en el referéndum del 2 de diciembre.
En Venezuela desapareció la tradicional separación de los poderes públicos: la legislatura y el sistema judicial siguen ciegamente las órdenes recibidas del palacio presidencial. Lo mismo pasa en el Consejo Nacional Electoral, al que la Constitución chavista de 1999 había supuestamente convertido en un cuarto poder independiente, para garantizar la transparencia de las elecciones. Pero los venezolanos no confían que el resultado “oficial” refleje la verdad.
Hasta la fecha escogida para el referéndum causa sorpresa porque el 2 de diciembre era cuando el dictador Marcos Pérez Jiménez, presidente de Venezuela desde 1952 a 1958, celebraba su mandato inaugurando modernas y colosales obras públicas. Hoy los venezolanos ven a su presidente repartiendo petrodólares a manos llenas en Bolivia, Ecuador, Argentina, Nicaragua y demás naciones que pretende infectar con su socialismo del siglo XXI, mal llamado “bolivariano” porque se trata de políticas opresivas y totalmente opuestas a la visión de El Libertador.
Mientras tanto, en Caracas y en el resto del país se caen los puentes y se cierran carreteras por falta de mantenimiento; lo único que abunda es la criminalidad, basura sin recoger y propaganda oficial a favor del “Sí” porque los hospitales no tienen camas ni medicinas y a menudo cierran sus puertas por inundaciones de aguas negras, las madres no consiguen leche para sus hijos pequeños y los puertos no tienen capacidad para procesar el inmenso auge de importaciones debido a la dramática caída de la producción nacional. Esto último es causado por las expropiaciones de haciendas y hatos ganaderos, el cierre de industrias privadas y la total paralización de nuevas inversiones debido al creciente irrespeto a la propiedad privada y a la multiplicación de permisos, controles y regulaciones que disparan la corrupción, a la vez que encarecen y frenan las actividades comerciales.
Según estadísticas de la Confederación Venezolana de Industriales, de 11.000 industrias que existían en Venezuela en 1998, quedan menos de 7.000.
Apenas se bajó del avión cubano que lo llevó la semana pasada a la III Cumbre de Jefes de Estado de la OPEP en Arabia Saudita, Chávez declaró que la razón del alto precio del petróleo es que se cotiza en dólares, moneda sin ningún valor. Eso lo afirma quien en enero le borrará tres ceros al bolívar. El bolívar fue establecido como moneda venezolana en 1879 y su valor se mantuvo fijo en un gramo de oro hasta su primera devaluación en 1961, a 4,30 por dólar. Cuando Chávez asumió la presidencia, el bolívar había caído a 565 por dólar y hoy, en el mercado libre, es 6.125 bolívares por dólar. Es decir que quien acusa a Estados Unidos de tener una moneda sin valor ha logrado reducir en 984 por ciento el valor de su propia moneda frente al debilitado dólar y esto sucede cuando el precio del petróleo es el más alto de la historia.
No es casualidad que la primera devaluación del bolívar ocurrió cuando el gobierno venezolano anunció que no otorgaría nuevas concesiones petroleras a compañías transnacionales y estas comenzaron a retirar sus inversiones. Así, la participación de Venezuela en el comercio petrolero internacional se derrumbó del primer puesto, con 60 por ciento del mercado mundial en 1960 a 3 por ciento en la actualidad. Mientras en 1958 el ingreso per cápita venezolano equivalía al 78 por ciento del de Estados Unidos, hoy es apenas 13 por ciento.
Todo apunta a una crisis económica y social sin precedentes en Venezuela y por eso el apuro de Chávez que se apruebe su nueva Constitución, la número 27, a imagen y semejanza de la que oprime salvajemente a los cubanos y que concentraría todo el poder político y económico en manos de un dictador vitalicio. Una disposición “transitoria” de esa nueva Constitución despeja cualquier duda sobre las intenciones de Chávez: “Hasta tanto se dicten las normas que desarrollen los principios establecidos en el artículo 112 de esta Constitución, el Ejecutivo Nacional podrá, mediante decretos o decreto ley, regular la transición al Modelo de Economía Socialista”.
Actualmente hay 19 millones de venezolanos en edad de trabajo, de los cuales apenas 4 millones (21 por ciento) tienen empleos en el sector privado y 15 millones (79 por ciento) son empleados del gobierno, laboran en la economía informal o están desempleados. Si Chávez gana el referéndum, esos 4 millones de venezolanos, esposas e hijos votarán masivamente con los pies - emigrando - y Venezuela entonces se convertiría en la nueva Cuba del siglo XXI.
El autor es Director de la agencia AIPE.
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