Por Alberto Benegas Lynch (h)
ESEADE
Hay diversas formas de escribir historia en las que se presentan muy distintas avenidas por las que es posible transitar y diferentes facetas a explorar. En esta breve reseña que, por pedido del Consejo de Directivo, me invitó a escribir Carlos Newland, actual Rector de ESEADE, circunscribiré mi atención al espíritu sobre el que fue establecida esta institución educativa que proximamente cumple treinta años de vida.
Es importante precisar que en esta ocasión no pretendo emprender la tarea de contar la historia de ESEADE en su conjunto, lo cual demandaría mucho más espacio y tiempo, sino que apenas tomo una línea que es la específicamente referida a las ideas capitales sobre la que se fundó esta casa de estudios. Tal vez resulte de interés refrescar las fuentes. Conservo innumerables recuerdos y agradecimientos infinitos de muchas personas tanto en el mundo académico como en de los negocios, pero esta no es la ocasión de hacer referencia a esas valiosas anécdotas ya que, como queda dicho, mi intención es escribir sobre otro tema.
En esta instancia del proceso de evolución cultural, tal como está concebida la acción política en el contexto de marcos democráticos que pretenden apartarse del absolutismo monárquico de antaño, quienes apuntan a ejercer el poder lo deben realizar con un discurso que resulte aceptable para la opinión pública del momento. En esta misma línea argumental, a su vez, la opinión dominante se alimenta de las ideas que mayor peso y difusión logran en esas circunstancias. No resulta posible poner el carro delante de los caballos: no pueden ejecutarse políticas si previamente no se han comprendido en grado suficiente las ideas sobre las que descansan aquellas políticas. Si en un medio hispanoparlante se deseara pronunciar conferencias en sueco, es requisito indispensable que la audiencia esté familiarizada con ese idioma. Del mismo modo ocurre con los postulados de una sociedad abierta, las propuestas correspondientes exigen que, previamente, para contar con un mínimo de aceptación, la audiencia sepa de que se está hablando.
Todos los integrantes de una comunidad, independientemente de cuales sean sus actividades específicas, están interesados en que se los respete, por tanto todos deberían contribuir a ese fin ya sea con tiempo o con recursos. Nada se gana con rasgarse las vestiduras por las intromisiones del aparato estatal en la vida de las personas, si no se trabaja para revertir la situación. No se justifica la actitud de quienes pretenden estar ubicados en una inmensa platea esperando que les resuelvan los problemas quienes están en el escenario. Todos deberíamos contribuir en el escenario sin delegar responsabilidades que nos competen como seres humanos.
Sobre esta base y estas inquietudes se constituyó la institución de posgrado ESEADE. El que estas líneas escribe fue primero Director General y después Rector de esa casa de estudios durante sus primeros veintitrés años de vida y concibió la idea mientras estuvo enseñando en el exterior durante tres años académicos (1973-1976). Antes de esa experiencia, solo marginalmente se dedicaba a la enseñanza universitaria puesto que su principal actividad era en la empresa. La idea surgió como un derivado del aforismo de put your money where your mouth is, es decir, no parecía razonable, conducente ni viable el quejarse por los distintos sucesos que tenían lugar en la Argentina y, al mismo tiempo, no destinar el tiempo suficiente al estudio, la investigación, la docencia, la difusión y la profundización de los principios que, en tiempos pasados, habían hecho de ese país uno de lo mas prósperos del planeta.
Tocqueville, en sus reflexiones sobre el antiguo régimen y la Revolución Francesa, había esbozado la conjetura de que aquellos países que gozaron de gran progreso moral y crematístico dieron esto por sentado, lo cual incentiva a otras generaciones a retirarse del esfuerzo permanente para mantener y acrecentar los valores sobre los que descansa ese progreso y, simultáneamente, permite que los espacios sean ocupados por otras corrientes de opinión. Eso fue lo que ocurrió en nuestro país en cuanto a las variantes marxistas, socialistas, keynesianas, cepalinas y social-demócratas que alimentaron a muy diversos populismos, básicamente, aunque no exclusivamente, de signo nazi-fascista.
Como queda expresado, dado que la raíz del problema estriba en la labor insuficiente en materia educativa, las posibilidades para abordar ese campo eran múltiples pero estimé que para presentar un proyecto que resultara atractivo debía ser al mismo tiempo original. Por ende, trabajé en lo que sería la primera Maestría independiente que se dictaría en la Argentina fuera de la universidad oficial, dirigida al mundo de los negocios pero con una carga académica suficiente en el campo de la economía, el derecho y la filosofía, al efecto de que el futuro dirigente empresario no solo tuviera a su disposición las mejores herramientas de administración sino que se le ofrecerían elementos adecuados para la comprensión del contexto en el que se desenvuelve su empresa. Para poner de relieve la idea esencial de establecer una casa de estudios con el mayor grado de excelencia, preparé un borrador de quienes integrarían el claustro de profesores, la contratación de los primeros investigadores y un Consejo Consultivo integrado por miembros de Academias Nacionales para cuyo diseño colaboró decisivamente un puñado de renombrados docentes de la Universidad de Buenos Aires donde me desempeñaba como profesor.
Durante todo el año 1977 el que suscribe destinó una parte sustancial de su tiempo en reiteradas presentaciones que habitualmente tenían lugar durante desayunos y almuerzos ante la comunidad empresaria al efecto de lograr la financiación del mencionado proyecto y, como apoyo logístico y recordatorio, la circulación de múltiples documentos de diferentes extensiones y significados donde quedaron registradas las ideas básicas para la creación de la nueva entidad. Finalmente se logró el objetivo a principios de 1978 gracias a la comprensión y generosidad de un grupo de empresarios prominentes, los cuales, a poco andar, llegaron a setenta y cuatro entre adherentes y benefactores según las donaciones de becas para que pudieran seleccionarse profesionales a través de un examen de ingreso con independencia del patrimonio del postulante. En otros casos, el empresario enviaba directamente un egresado universitario de su empresa para la utilización de la respectiva beca.
En esta descripción del espíritu de la entidad a que nos venimos refiriendo no sería procedente y sería prácticamente imposible nombrar a todos los hombres de negocios que participaron en ESEADE y los respectivos cambios en la conducciones de las empresas y colaboraciones invalorables de muchas personas que destinaron su tiempo y quienes aportaron fondos a título individual. Tampoco resultaría posible en este contexto aludir a los innumerables académicos que en distintas épocas y situaciones contribuyeron con admirable enjundia a trabajar en el corazón de la institución y, asimismo, la eficiencia de cada uno de los integrantes del personal que prestó servicios en distintas etapas y cargos, así como también las ponderadas intervenciones de asesores que se desempeñaron en diversas oportunidades y circunstancias.
En esta reseña telegráfica que, como queda dicho, se limita al espíritu de ESEADE, escrita como consecuencia de la antes aludida invitación, además de mencionar a quienes integraron la Asamblea de Fundadores de la casa, considero de especial relevancia detenerme en dos nombres que representan muy ajustadamente a tantas personas que desde tan diversos orígenes empresarios y académicos hicieron posible la existencia de esta casa de estudios. Se trata de Federico Zorraquín y de Friederich A. Hayek.
En el primer caso estimo que representa muy adecuadamente a quienes contribuyeron a ejecutar el proyecto de marras. Eso es así por distintos motivos. Fue la primera persona a la cual invité para que presenciara la presentación sobre ESEADE, la cual se realizó en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, entidad que por entonces me habían convocado como asesor económico. En esa reunión, recuerdo que fue el primero en formular reflexiones y preguntas la cual efectuó con un evidente grado de simpatía hacia las ideas expuestas lo que significó un estímulo para los demás participantes en vista de su prestigio personal.
En esa reunión de empresarios participó Manuel F. Ayau, Rector y fundador de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala que fue establecida, precisamente, para contrarrestar la influencia socialista en casas de estudios latinoamericanas, tal como lo recordó en esa oportunidad José Heriberto Martínez, entonces Presidente de la Academia Nacional de Ciencias Económicas de nuestro país. Por mi parte, conocía bien esa Universidad puesto que fui su primer profesor visitante, institución que, a su vez, fue una de mis principales fuentes de inspiración.
Zorraquín financió ESEADE por varios canales dada las varias empresas que dirigía en aquellas circunstancias. Fue el pionero en apoyar económicamente la existencia de la revista académica Libertas, la cual solventó en exclusividad durante los primeros nueve años de vida. Merced a su generosidad fue posible invitar a numerosos profesores visitantes del exterior, la mayor parte de los cuales recibía con afectuosa hospitalidad en su domicilio para agasajarlos. Federico Zorraquín siempre fue una especie de paño de lágrimas para atender con sus consejos las distintas dificultades por las que atravesó esa casa de estudios en sus primeros veintitrés años de vida, afortunadamente ninguna grave pero todas propias del hecho de navegar contra la corriente y de la soledad que, en consecuencia, opera en esas circunstancias.
Después del período mencionado, fue designado Presidente del Consejo Directivo de ESEADE, cargo que continúa desempeñando hasta el presente, período en el cual ha debido sortear tempestades desconocidas hasta el momento y de diverso tenor e intensidad. Surge de lo dicho la perseverancia de Zorraquín desde aquel primer contacto hasta el presente. Sin duda que estas tareas no las hubiera podido desempeñar sin el concurso de muchos otros colegas, pero, por las razones apuntadas y, tal como anunciamos, para poder circunscribir nuestra atención al espíritu de ESEADE, mencionamos este nombre como justo representante de tantos esfuerzos loables, unos regulares y otros esporádicos pero todos sumamente gratificantes y comprensivos de la labor emprendida.
Al profesor Hayek -a su vez el discípulo mas destacado de Ludwig von Mises- lo visité en Madrid en el mismo año de la fundación de ESEADE, durante un congreso, para sugerirle que presidiera el antes aludido Consejo Consultivo. Esto resultaba necesario no solo por los aportes y sugerencias que luego recibiríamos sino porque se trataba de un premio Nobel en Economía, lo cual otorgaba un peso muy grande a la entidad que se lanzaba como pionera en el posgrado independiente de la Universidad de Buenos Aires. Hayek se interesó vivamente en el ofrecimiento y escribió una carta con membrete del Hotel Princesa donde se hospedaba al efecto de dejar constancia escrita de su aceptación. Después de eso visitó ESEADE en tres oportunidades sin aceptar el cobro de honorarios e insistiendo en viajar el clase turista a pesar del caché de un premio Nobel, se interesó en detalles de los programas de estudios de la casa para las que efectuó valiosísimas sugerencias y muy generosamete escribió el prólogo para uno de mis libros. En dos ocasiones, en el extranjero, desde el podium, se refirió muy elogiosamente a ESEADE y en una oportunidad hizo lo propio durante un almuerzo celebrado en su honor en King´s College de la Universidad de Cambridge donde se encontraban presentes distinguidos profesores de esa y de otras universidades. Resultaba especialmente atractivo el nombre de Hayek puesto que era el más destacado integrante de la Escuela Austríaca de los economistas vivos. Después que murió este insigne intelectual lo invitamos a James M. Buchanan a ocupar su lugar, también premio Nobel en Economía y que también visitó ESEADE en tres oportunidades y fue quien sugirió el establecimiento de una de las nuevas Maestrías (en Economía y Ciencias Políticas) y uno de los Doctorados (en Economía, en este caso junto con las valiosas sugerencias de Pascal Salin de la Universidad de Paris IV) que luego se llevaron a la práctica.
La antes referida Asamblea de Fundadores que brindó el primer apoyo financiero a ESEADE y posibilitó su funcionamiento, estuvo originalmente integrada por Abel Ayerza, Armando M. Braun, Federico Carlés, Rodolfo Costantini, Miguel de los Santos, Enrique Duahu, José A. Estenssoro, Jose A. Esteves, Amalia Lacroze de Fortabat, Roberto Helguera, Guillermo M. Lovegrove, Alfredo D. Olaechea, José E. Rohm, Oscar Secco, Alberto Servente, Mario Vásquez, Wilfred von Büllow, Guillermo Yeatts y Federico L. Zorraquín, algunos de los cuales integraron el primer Consejo Directivo juntamente con el suscripto, quienes también continuaron con la financiación y estímulo moral a través del tiempo.
Siempre en relación al espíritu por el que se fundó ESEADE, es menester destacar que la idea educativa se basó en la noción popperiana de que el conocimiento siempre tiene el carácter de la provisionalidad y debe estar abierto a posibles refutaciones y que la sociedad abierta está inserta en un proceso evolutivo que no tiene término. En este contexto es de sumo interés reiterar que hay una palabreja que ha producido gran confusión en medios educativos. Se trata de “ideología”. No en el sentido inocente del diccionario en cuanto a conjunto de ideas, ni en el sentido marxista de falsa conciencia de clase sino como algo cerrado, inexpugnable y terminado, lo cual es la antítesis del espíritu liberal en el que descansa la sociedad abierta. Esta es otra de las razones por las cuales se estableció que los participantes en las clases en ESEADE debieran ser expuestos a otras tradiciones de pensamiento, además del liberalismo clásico al efecto de abrir debates y contrastar posiciones.
El punto de partida de la labor educativa debe reconocer la infinita ignorancia de profesores y alumnos, como consecuencia de lo cual nunca puede afirmarse que se ha completado la educación. Se trata de un camino en el que no resulta posible llegar a una meta puesto que la incorporación de nuevos conocimientos y la refutación de otros que se creían firmes constituye un proceso en permanente estado de ebullición. La sociedad abierta o el liberalismo se basa en razones ontológicas y epistemológicas: en el respeto a los proyectos de vida de otros y en el no se socrático que pone de manifiesto la arrogancia y la presunción del conocimiento de planificadores de vidas y haciendas ajenas. Por eso es que resulta de tanta importancia estimular y desarrollar el espíritu critico y mentes abiertas, cosa que desde luego no adhiere al relativismo, sino, por el contrario, parte de la premisa que hay verdades que descubrir lo cual justifica y explica el sentido mismo de una casa de estudios y de un proyecto de investigación que naturalmente supone que hay algo que investigar.
Dentro de lo posible, la idea del establecimiento de ESEADE incluía la necesidad de evitar que la educación se limite a lo que Ortega denominó “la barbarie del especialismo” y abarque conocimientos cruzados de diversas disciplinas al efecto de lograr la mejor formación de la persona. Definir la distribución del conocimiento constituye una tarea sumamente delicada y frágil ya que en un extremo se encuentran aquellos que se limitan a conocer cada vez mas y mas de menos y menos, y en el otro se ubica el diletante que salpica conocimientos dispersos y deshilvanados. Dado el tiempo limitado para el estudio, la distribución y el consiguiente equilibrio de ese conocimiento resulta una tarea difícil pero que debe lograrse en armonía estableciendo las prioridades necesarias. Las potencialidades, vocaciones, talentos e inteligencias de cada persona son distintas y únicas de modo que la personalización del proceso educativo es de gran relevancia, mas aun a partir de que se han demostrado los errores conceptuales de los llamados tests de coeficientes intelectuales, apuntando más bien a señalar la diversidad y multiplicidad de inteligencias para muy distintos propósitos.
Tres de los puntos operativos que se establecieron originalmente fueron, por una parte, la necesidad de concretar contactos con otras casas de estudios, principalmente de Estados Unidos y Europa, no vínculos institucionales puesto que la condicionan y obligan a continuarla independientemente de las personas que circunstancialmente las dirigen, sino con profesores e investigadores al efecto de mantener los programas educativos actualizadas respecto de las contribuciones bibliográficas mas recientes. En este sentido, dos demostraciones de la conveniencia de esas vinculaciones y contactos pueden ilustrarse respectivamente, por ejemplo, con el lanzamiento de la Maestría en Administración de Activos Financieros debido a los consejos de Robert Hessen de Hoover Institution y de Donald M. Dozer de UCLA para la Maestría en Derecho Empresario. Por otro lado, la conveniencia de aceptar cupos reducidos de profesionales en cada curso para permitir una activa participación en clase y, en las cátedras que corresponda, la organización de debates donde se puedan exprimir los argumentos desde las distintas posiciones en un ámbito didáctico. Y, por último, la conveniencia de adoptar el sistema de encuestas realizadas por alumnos como elemento de juicio para evaluar el desempeño de profesores.
Resulta vital el esfuerzo educativo tendiente a mostrar los fundamentos éticos, jurídicos y económicos de la sociedad libre para contar con profesionales que estén capacitados en la explicación de aquellos principios en los diversos medios en que actúen una vez graduados y, asimismo, enfatizar la diferencia entre el mundo intelectual el político. En este último campo resulta indispensable la conciliación entre distintos intereses pero, como decíamos al comienzo de esta reseña, el político está embretado en un plafón delimitado por puntos de máxima y de mínima que no le permiten recurrir a un discurso que se desvíe de aquellos límites, si pretende mantenerse en el cargo. A su vez, esos ejes están determinados por el mundo de las ideas el cual produce los corrimientos respectivos según sean las tradiciones de pensamiento que predominen. Desde la perspectiva de los centros de educación debe tenerse claro que no resulta provechoso mezclar y superponer roles. El intelectual debe esforzarse por proponer ideas que apuntan a lo mejor que se ha concebido y el político tomará lo que resulte posible ejecutar al momento, dada la comprensión y aceptación de la opinión pública de esa instancia. Los roles son bien distintos. El político debe atender cuales con las ideas que son aceptadas y compartidas para proceder en consecuencia, si procede independientemente de lo que la opinión pública requiere, tendrá contado su tiempo como político. En cambio, si el profesor antes de dictar su clase pretendiera averiguar las opiniones de sus alumno para ajustar su discurso, estará perdido como catedrático. Por estas razones, a pesar de las sugerencias recibidas, fue desde el comienzo una decisión en ESEADE no involucrarse de ningún modo en el plano político prestando asesoramientos de ninguna naturaleza ni invitar a los actos académicos a ninguna persona que ocupara cargos públicos.
En esta línea de pensamiento, es muy relevante apuntar la importancia de la teoría puesto que la práctica depende de la solidez de la primera. Toda práctica se basa implícita o explícitamente en una teoría, si esta es defectuosa la ejecución también lo será, si está bien sustentada, la práctica será exitosa. Por esto es que deviene clave la tarea educativa. Estas son en síntesis las ideas, los principios y las reflexiones generales sobre las que se constituyó la primera casa de estudios que se estableció en la Argentina con Maestrías independientes de la universidad oficial.
En los años subsiguientes a la fundación de ESEADE aparecieron otras instituciones de posgrado y universidades privadas que incorporaron en grado creciente Maestrías en Administración de Empresas (MBA) en sus programas de estudio, lo cual convirtió ese reglón en sumamente competitivo (naturalmente, también en el fund raising) aunque ESEADE mantenía sus características únicas en cuanto a la tradición de pensamiento a la que principalmente adhería según los mencionadas bases sobre las que la entidad fue constituida. Muchos fueron los comentarios periodísticos sobre la ventajas que ofrecían los programas de ESEADE, comenzando con un extenso reportaje en La Nación organizado en 1978 por el entonces Jefe de Editoriales del diario y efectuado para anunciar el lanzamiento de la nueva casa de estudios. En el año 2000, de las quince ofertas mas destacadas en el mercado, encuestas de la revista de negocios Apertura ubicó a ESEADE en el tercer puesto en cuanto a la calidad del programa centrado en la administración y la economía, independientemente del funcionamiento de sus otras tres Maestrías, sus cursos especializados, sus seminarios y la presentación de dos doctorados, descriptos estos últimos en el segundo número de Libertas, p.207-8.
En la colación de grados que tuvo lugar el 9 de noviembre de 2000,el premio Nobel en Economía Gary S. Becker dijo al abrir su discurso: “Es para mi un placer y una distinción especial hablar en este acto académico de ESEADE, una entidad educativa que se destaca por impartir una cuidadosa enseñanza a sus estudiantes basada en la economía, los negocios y los marcos legales. Los contenidos de esta enseñanza se sustentan en una rigurosa metodología de diversos aspectos técnicos, al tiempo que ofrecen fundamentados conocimientos sobre los componentes esenciales de los mercados abiertos y la sociedad libre en general” (el texto completo se encuentra trascripto en la Sección Documentos del número 33 de Libertas, p.373 y ss. en el mismo año 2000).
Como una nota a pie de página mucho mas personal, consigno que si bien los contrafácticos resultan de difícil apreciación, conjeturo que hubiera sido socialista a juzgar por lo que me enseñaron en las asignaturas relevantes para nuestro tema en las dos carreras universitarias y los correspondientes dos doctorados que completé. Esto no ocurrió porque mi padre -también uno de los miembros originales del Consejo Consultivo de la institución que venimos comentando- con infinita dedicación y paciencia me mostró “otros lados de la biblioteca”.
Alberto Benegas Lynch (h) fue Rector de ESEADE entre 1978 y 2001
Colonia del Sacramento, octubre de 2007.