Por Eileen Truax
La Opinión, Los Angeles
Los procesos para elegir un aspirante a la presidencia son cada vez más costosos en el país
¿Qué haría usted con 50 millones de dólares? Porque en California eso es lo que nos va a costar tener candidatos a la presidencia en la elección de noviembre de 2008. Nada es gratis en política.
Con las elecciones del 5 de febrero a la vuelta de la esquina, los responsables de las campañas de los precandidatos presidenciales redoblan los esfuerzos para atraer a votantes a través de anuncios en periódicos, radio y televisión. Y todo cuesta.
Aunque el dinero que gastan los precandidatos en publicidad no proviene del gobierno, es decir, no lo pagan los contribuyentes, la Comisión Federal Electoral (FEC) revisa el dinero que entra y sale de las campañas para conocer el origen y destino de los montos.
De acuerdo con este organismo, hasta el 28 de enero los precandidatos habían recibido un total de 416.3 millones de dólares, de los cuales 241.1 habían sido recaudados por los demócratas y 175.2 por los republicanos.
Entre los candidatos, quien ha recibido más recursos es la senadora Hillary Clinton, con 89 millones de dólares, seguida por su competidor de partido, el también senador Barack Obama, con 79.4. Mitt Romney, por el lado republicano, es tercero en la lista con 61.6 millones, seguido por Rudy Giuliani con 46.7 millones.
Resulta interesante señalar que si bien la mitad del total recaudado hasta ahora, 202 millones de dólares, provienen de simpatizantes que han otorgado en favor de su candidato donativos superiores a los dos mil dólares, una buena parte, 76 millones, provienen de donaciones de 200 dólares o menos.
Durante este año los votantes estadounidenses enfrentan la contienda electoral más larga y más costosa en la historia del país.
De acuerdo con la Comisión Federal Electoral (FEC) las contribuciones para las campañas electorales de los precandidatos ya rebasan los 400 millones de dólares y se calcula que para el final de la elección estarán por encima de los mil millones.
Sin embargo, hay otra parte del gasto que no se financia con donaciones, sino con los impuestos de los contribuyentes, y esa es la que corresponde a la organización de las elecciones primarias.
No todos los estados gastan lo mismo en sus procesos primarios. En las 11 entidades en las que se celebran caucus, éstos son financiados por los partidos políticos, con poca o nula participación del presupuesto público; sin embargo en los 39 estados en los que se realizan elecciones primarias, éstas se financian con dinero de los gobiernos estatales, locales o ambos. Es decir, se pagan con los impuestos que a su vez paga usted.
"Es muy complicado hacer una generalización porque no puedes comparar manzanas con naranjas", comenta Kay Stimson, directora de comunicación de la Asociación Nacional de Secretarios de Estado (NASS). "Algunos estados, por ejemplo, piden que sus legisladores pongan dinero para las primarias, y eso reduce el costo para el contribuyente; y en estados como Oregon el costo es mucho menor, porque mucha gente vota por correo y la población no es tan grande como en California, en donde la instalación de los centros de votación y el equipo representan un costo muy elevado".
Pero aunque la manera de distribuirse el gasto varía de estado a estado, finalmente son los contribuyentes los que pagan. En 27 estados y en el Distrito de Columbia es el gobierno estatal el que cubre la totalidad del proceso. En otros seis estados, las que asumen los gastos son las localidades del condado o municipales; y en otros seis, incluyendo California, el costo se reparte entre el estado y el condado.
Por ejemplo, en el caso de los votantes de Los Ángeles, la elección primaria de 2004 tuvo un costo cercano a los 25 millones de dólares; de esta cifra, más de 23 millones fueron aportados por el condado y el resto lo proporcionó el estado. Considerando que durante esa elección participaron 1,379,747 votantes de este condado, cada voto costó a los contribuyentes un poco más de 18 dólares.
Para algunos, este monto podría considerarse relativamente bajo en comparación con los beneficios que conlleva una elección democrática de los candidatos a la presidencia; pero este costo se está incrementando con el paso de los años.
Durante la elección primaria del año 2000, el condado de Los Ángeles gastó 15 millones de dólares, ocho menos que en 2004; sin embargo, la participación en 2000 fue de 1.8 millones de votantes, 500 mil más que en la de 2004.
Este 2008 también nos espera un gasto significativo. De acuerdo con lo presupuestado en la ley SB 113, mediante la cual se aprobó la celebración de las primarias en California el 5 de febrero de este año, el costo estimado del proceso en todo el estado oscilará entre los 51 y los 60 millones de dólares.
Ron Calderón, senador encargado de presentar la iniciativa de ley el año pasado, explicó a La Opinión que en esta ocasión ese presupuesto incluye el reembolso total del monto que gasten los condados, ya que durante 2008 se celebrarán dos elecciones más además de la del 5 de febrero, una local en junio y la federal en noviembre.
"Esta elección tiene un costo elevado, pero los beneficios para California son mucho mayores que el costo", considera Calderón. "California cuenta con 55 votos electorales y para que un candidato tenga nuestro voto debe hacer serios compromisos, como regresar dólares de los impuestos a nuestro estado; actualmente por cada dólar que enviamos a Washington, D.C., nos regresan sólo 76 centavos. Cualquiera que sea el costo es mínimo y el beneficio es enorme".
"En una elección de este tipo es la gente la que paga por el equipo para votar, el entrenamiento para quienes van a trabajar en el proceso, la distribución de información para los votantes y otros gastos administrativos", explica por su parte Herb Asher, profesor emérito de Ciencias Políticas de la Universidad del estado de Ohio. "Pero ese es sólo un tipo de costo. Hay otros costos ocultos, como cuando un candidato hace campaña en una ciudad; entonces se le proporciona protección policiaca, seguridad, y eso lo pagan las autoridades locales; en ocasiones interviene el Servicio Secreto, y ese es un gasto a nivel federal. Es muy difícil darse una idea de a cuánto asciende este costo en realidad".
Casimiro Haro vive en el condado de Los Ángeles y está registrado para votar. A pesar de que reconoce que los votantes deben de cubrir "un tanto por ciento" del costo de la elección, considera que no debería de ser todo, que los partidos también deberían financiar el proceso. "Ellos colectan dinero, cientos de millones de dólares, y de ahí deberían pagar para no cargársela toda al contribuyente, al trabajador", comenta Haro. "Pero a final de cuentas el pez más grande se come al más chiquito".
"Evidentemente en condados como Los Ángeles una elección primaria puede costar millones de dólares, pero esto varía de condado a condado dependiendo de su población", comenta David Kline, director de comunicaciones de la Asociación de Contribuyentes de California (Caltax).
"Nosotros como asociación reconocemos que cuesta mucho conducir procesos enormes como son las elecciones, que consumen una gran cantidad de dólares de nuestros impuestos; pero sin este gasto no tendríamos un gobierno en el cual los contribuyentes puedan confiar", agrega. "Nosotros siempre presionamos para que se logre una mayor eficiencia en el gasto de dólares que provienen de impuestos, y si hay maneras más eficientes de conducirlas para ahorrar dinero, siempre estaremos impulsándolas; pero la Caltax apoya las elecciones libres y creemos que éste es un buen uso para ese dinero".