Por Larry Elder
Libertad Digital, Madrid
Los republicanos son más optimistas que los demócratas respecto a las relaciones raciales. Una encuesta Gallup de junio de 2007 pidió a republicanos y demócratas que evaluasen las relaciones entre blancos y negros. El 67% de los demócratas afirmaba que las relaciones eran "buenas" o "muy buenas", mientras que el porcentaje de republicanos que daba estas respuestas se elevaba al 77%. Igualmente, el 22% de los republicanos consideraba que las relaciones raciales entre blancos y negros eran "malas" o "muy malas", cuando el porcentaje de respuestas pesimistas entre los demócratas llegaba al 31.
Como decía en mi último libro, Estúpidos hombres negros: cómo jugar la baza racial... y perder, una encuesta de Los Angeles Times / Bloomberg preguntaba qué tipo de candidato presidencial no votaría, ni siquiera si ese candidato estuviera de acuerdo con usted en la mayor parte de los asuntos. Había más demócratas (17%) que republicanos (13%) que no votarían a un mormón. En el caso de un candidato de 72 años, de nuevo más demócratas (19%) que republicanos (12%) se negaban a votar a alguien de esa edad. Del mismo modo, más demócratas (4%) que republicanos (3%) descartaban votar a un candidato negro.
El miembro de la Cámara de Representantes Emanuel Cleaver, demócrata elegido por el estado de Missouri, negro y partidario de Clinton, ha explicado el motivo de que los blancos voten a Obama. Según Cleaver, "esta es su oportunidad de demostrar que hemos sido capaces de dejar atrás el fantasma llamado raza. Y por eso van a votarle, posea o no méritos, tenga o no experiencia..."
Aquí es donde las cosas se ponen interesantes: sobre el argumento de que la hipotética elección de Obama significaría unos Estados Unidos que superan su historia de injusticia racial, Cleaver dice que no, que eso demostraría justo lo contrario. "Pero Cleaver afirma", según un artículo de Associated Press, "que como presidente, Obama podría en efecto obstaculizar los esfuerzos para combatir la injusticia racial". El congresista sostiene que las futuras preocupaciones sobre la raza "serían respondidas con rechazo, porque ya habríamos demostrado que no somos una nación racista".
En otras palabras, los blancos, muy listos ellos, pretenden votar a Obama no porque piensen que está cualificado o que es el mejor candidato, sino para poder restar importancia a las futuras denuncias de presunto racismo o injusticia racial. Pero Cleaver ha detectado la añagaza. Para él, Estados Unidos sigue siendo "una nación racista". Y un Obama presidente simplemente engañaría al país, restando importancia a las víctimas actuales y futuras del racismo, al tiempo que daría carta blanca a los racistas para continuar engañando.
La ex candidata vicepresidencial demócrata Geraldine Ferraro, otra partidaria de Clinton, establece el argumento contrario. Ferraro afirma que la raza de Obama le da una ventaja que oscurece su débil currículum: "Si Obama fuera blanco", dijo Ferraro, "no estaría en esta posición. Y si fuera una mujer de cualquier color, no estaría en esta posición. Resulta que tiene mucha suerte por ser quien es. Y el país está cautivado por esa idea."
El senador negro del estado de Carolina del Sur, el demócrata Robert Ford, también partidario de Clinton, asume la doctrina Cleaver. Al exponer su rechazo a Obama, Ford dijo: "Existe una pequeña posibilidad de que [Obama] se haga con la candidatura, pero después todos los demás están sentenciados. Cada demócrata que se presente el año que viene perderá porque Obama es negro y además el cabeza de la candidatura demócrata. Perderemos la Cámara de Representantes y el Senado, los gobernadores y todo. Soy aficionado al juego. Me encanta Obama. Pero no voy a suicidarme."
Los reverendos Jesse Jackson y Al Sharpton ya pueden respirar más tranquilos. Si Obama pierde, es culpa del racismo. Si Obama gana, también. De cualquier manera, la elección de Obama no significa nada en lo que respecta a las relaciones raciales, nada. De manera que Jackson, Sharpton y el resto del circo itinerante de mentalidad similar a la suya pueden permanecer en el negocio de hurgar, explotar y con frecuencia exagerar las sospechas de racismo a fin de mantener su importancia y conseguir tiempo en la televisión.
En 1911, el ex esclavo Booker T. Washington escribía poéticamente sobre "los líderes negros" como Claver, Jackson y Sharpton: "Existe un tipo de personas de color que se gana la vida a base de mantener los problemas, los errores y las dificultades de la raza negra ante la población. Habiendo aprendido que son capaces de ganarse la vida explotando sus problemas, han desarrollado la costumbre de promocionar sus errores (en parte porque quieren comprensión y en parte porque resulta rentable). Algunas de estas personas no quieren que la raza negra supere sus agravios porque no desean perder sus empleos.... Existe un tipo concreto de solucionadores del problema racial que no quiere que el paciente se reponga, porque mientras la enfermedad se manifieste, ellos no sólo obtienen un medio fácil de ganarse la vida, sino que también acceden a un medio fácil de ganar peso ante la opinión pública."