Por Alberto Benegas Lynch (h)
Para El Instituto Independiente
Ayer en el Senado y hoy en la Cámara de Representantes el embajador de Estados Unidos en Irak y el comandante de las Fuerzas Armadas en el mismo lugar declararon sobre lo que estiman es la situación en esa zona de conflicto. Sostuvieron que lo que se ve en la televisión y lo que reportan los medios no refleja lo que en verdad ocurre puesto que, según ellos, los principios democráticos avanzan en Irak.
Hay que refregarse con fuerza los ojos y los oídos para darse cuenta que lo que se oye de estos dos personeros del gobierno está en realidad sucediendo. No solo no se reconocen las patrañas mayúsculas sobre las cuales se decidió “la invasión preventiva” a Irak tal como lo ha explicado reiteradamente, entre otros, Richard Clarke (asesor de seguridad para cuatro Presidentes) en cuanto a que Al-Qaeda nada tenía que ver con Irak, sino que no se consideran argumentos de peso las miles de muertes de soldados estadounidenses y los miles de millones de dólares gastados en lo que va de la contienda.
Las dos personas de marras no fueron capaces de contestar con un mínimo de decoro las preguntas que se les formularon en los aludidos recintos parlamentarios, especialmente los interrogatorios referidos a el tiempo que durará la trifulca que condujo una guerra civil con millares de inocentes muertos.
Pero hoy, henos aquí que Condoleezza Rice -la actual Secretaria de Estado- pidió esta mañana en el Senado la incorporación de mil cien empleados adicionales para su repartición al efecto de poder continuar en la tarea de “construir y reconstruir naciones”. En estas líneas quiero detenerme un instante en esta inaudita manifestación pública debido a que lo que está ocurriendo en Estados Unidos va a contramano de los sabios principios establecidos por los Padres Fundadores de esa gran nación, no solo por los problemas económicos sino por las demoliciones institucionales.
En una carta enviada por el general George Washington a Patrick Henry, en 1795, escribió que “Mi ardiente deseo es, y siempre ha sido, cumplir estrictamente con los compromisos en el exterior y en lo doméstico, pero mantener a los Estados Unidos fuera de toda conexión política con otros países”. En 1899 William Graham Summer en el Yale Law Journal señalaba los peligros y las tentaciones del imperio frente a las ventajas de un república.
Las intervenciones del Departamento de Estado en Yalta (donde se le entregaron las tres cuartas partes de Europa a Stalin), las situaciones caóticas que sin excepción dejaron en Nicaragua, Honduras, Guatemala, Colombia, Panamá, República Dominicana, Haití, Irán, Corea, Vietnam, Somalía, Bosnia y Servia-Kosovo no pueden haber sido mas bochornosas para la causa de la libertad. Richard V. Allen ex asesor de dos Presidentes en el Consejo de Seguridad Nacional y miembro del Consejo de Política de Defensa en Washington apunta “los trágicos errores que se sucedieron en las políticas de los Estados Unidos fueron consecuencia inevitable de falsas premisas y preferencias ideológicas sesgadas sobre los bandos izqueridistas”.
En la época de Reagan, George Shultz se propuso revertir los dislates que venían ocurriendo en el Departamento de Estado para lo cual se lo designó al conocido empresario Jerry van Gorkom como Subsecretario para Asuntos de Administración. Después de un año Gorkom renunció porque “la burocracia de planta permanente era capaz de sortear y deshacer las desiciones”. Cuando Reagan la envió a Jean Kirkpatrick en visita oficial a países de América latina con una carta personal para los embajadores de la región, ésta posteriormente declaró que descubrió que el funcionario de línea Tom Enders había enviado previamente a su visita una nota confidencial recomendando que ignoren la carta del Presidente.
Personalmente, cuando vivía en Guatemala participé en un lobby para romper relaciones diplomáticas con Estados Unidos al efecto de llamar la atención a las poderosas reservas morales de ese país en vista de los desaguisados que el Departamento de Estado venía produciendo (y sigue produciendo). El ex embajador estadounidense en la Argentina y en Guatemala y ex Asistente al Secretario de Estado para Asuntos de América Central, James Cheek, aconsejó como “la política correcta para América Central establecer un marxismo moderado” y, por su parte, su colega, ex embajador en El Salvador, Robert E.White declaró públicamente que apoyaría a todos “los que con pasión son de izquierda”.Y ahora, resulta que la actual Secretaria de Estado nos dice que necesita mil cien funcionarios mas en su área para “construir y reconstruir naciones” (sic).