Por Alberto Benegas Lynch (h)
Para El Instituto Independiente
Como es del conocimiento público, acaba de triunfar en las últimas elecciones el ex Monseñor Fernando Lugo del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA). El nombre del partido debe aclarar que es auténtico debido a tantas fantochadas que se han llevado a cabo el América latina en nombre del liberalismo, especialmente durante los noventa con Fuyimori, Salinas de Gortari y Menem a la cabeza, gobiernos que desconocieron por completo la división de poderes, el contralor republicano y se embarcaron en una astronómica deuda estatal, un sideral incremento en el gasto público, una creciente presión tributaria y un adiposo déficit fiscal, en el contexto de una abrumadora corrupción y ventas de monopolios estatales a monopolios privados con los consiguientes mercados cautivos.
Llama poderosamente la atención que la campaña del candidato triunfante se haya hecho en base a los postulados de la izquierda mas cavernaria y retrógrada, pero henos aquí que hoy se reproduce en los medios (en Buenos Ares apareció en “Ámbito Financiero”) una declaración del vicepresidente electo, Federico Franco, que en el mejor de los caso desconcierta a los observadores. A la pregunta del periodista “¿Qué clase de partido es el PLRA?”, Franco responde “Un partido de centro, su fundamento es el liberalismo de Stuart Mill”.
Si bien es cierto en algunos de los trabajos de Mill se reconoce la influencia socialista de su cónyuge (Harriet Taylor) y que contribuyó en su célebre texto de economía a introducir la confusión entre los procesos de producción y distribución, dadas las circunstancia imperantes, nos damos más que por muy bien servidos si se siguen las recetas de este gigante intelectual, especialmente en su obra mas difundida: On Liberty.
Es de desear que los paraguayos puedan disfrutar de un clima de libertad, después de las horripilantes dictaduras de décadas y décadas de Francia, los López, Stroessner y toda la caterva de gobernantes que, en nombre de la democracia, no han hecho mas que convertir al país en un coto de caza para el usufructo de un camarilla de cretinos. No podemos menos que preguntarnos y repreguntarnos, no sin un dejo de escepticismo, si será franco Franco.