Por Guillermo Arosemena Arosemena
El Expreso de Guayaquil
Continúo con el tema de mi columna de la semana anterior, en la que destacaba que no cabe una economía solidaria sin mercado, como la que se quiere imponer en Ecuador; me referí a la trinidad económica: emprendimiento, innovación y tecnología y afirmé que ninguno de estos tres componentes existen en una economía socialista. Emprendimiento y socialismo, el primero se basa en la libertad económica y el segundo, en el colectivismo estatista; son como agua y aceite, imposible mezclarlos.
Álvaro Vargas Llosa acaba de editar un libro, “Lecciones de los Pobres”, el cual reúne estudios de seis investigadores que han escrito sobre el espíritu de emprendimiento en América Latina y África, continentes caracterizados por la demagogia, violencia, inestabilidad política y demás males que aquejan al Tercer Mundo. Dentro de un entorno tan desfavorable para ser emprendedor y empresario, por las serias dificultades que se presentan en la promoción y gerenciamiento de empresas, hay personas que luchan contra la adversidad y triunfan en sus negocios. Efectivamente, iniciar una actividad productiva en Ecuador, es una hazaña, comenzando por el papeleo y trámites exigidos por las instituciones públicas. Esta torpeza del Estado demuestra su incapacidad para ser eficiente y se refleja en los índices-país, que analizan el clima de negocio.
La Fundación Getulio Vargas (FGV) recientemente publicó el último ranking del Índice de “Clima de Negocios”. En la clasificación individual, Uruguay se mantuvo en el primer lugar seguido por Perú, Brasil, Costa Rica, Colombia y Chile. Ecuador se ubicó en el último lugar. Argentina, otro país con filosofía socialista, se encuentra en undécimo lugar, muy lamentable, habiendo sido uno de los países más prósperos del mundo, en las primeras décadas del siglo pasado, hoy es parte del Tercer Mundo. En el Índice de “Hacer Negocios” del Banco Mundial, la situación de Ecuador no difiere de la indicada por FGV.
El libro en mención es historia de triunfadores, como el caso de una familia de campesinos de Perú, los Añaños, que viviendo en una zona controlada por los terroristas de Sendero Luminoso, lograron levantar un imperio, tan grande como el del más rico de Ecuador. La empresa creada por ellos, Kola Real, tiene fábricas en tres continentes, da trabajo a más de 8.000 personas y factura más de 1.000 millones de dólares, cifra aproximada al total de las exportaciones de banano de Ecuador. Es una multinacional más de nuestra región, posee 14 fábricas con capacidad para producir más de 2.000 millones de litros anuales.
El trabajo de esta empresa fue titánico al tener que competir con gigantes como Coca Cola, corporación con más de un siglo de vida. Actualmente, Big Cola, una de sus marcas, se encuentra en tercer lugar, después de Coca Cola, Pepsi y Sprite. Los Añaños, tomaron la decisión de ingresar al mercado mexicano, el más grande de nuestra región, y contra todas las predicciones de que sería el entierro de la empresa peruana, actualmente tienen 10% del mercado, un extraordinario logro.
El libro se encuentra lleno de ejemplos de emprendedores. Otro es Aquilino Flores, en una época lavador de automóviles, estableció Topy Top en Perú y da trabajo a más de 5.000 personas. En África, también hay ejemplos de emprendimiento. Es el caso de Nakumatt, cadena de supermercados en Kenia, emplea a más de 3.000 personas; pocos años atrás era una tienda de barrio. En Nigeria hay innumerables emprendedores en el sector de confección de ropa. El emprendimiento ha aliviado la pobreza, es muy diferente al socialismo. El primero crea riqueza, mientras que el segundo, la reparte.
El emprendimiento cumple función social productiva, tomando en cuenta que la libertad económica canaliza el esfuerzo a la creación de empleo, en cambio, el socialismo, fomenta el desempleo, pérdida de iniciativa, conformismo, y los demás males de las sociedades que practican el colectivismo. La creatividad, es la característica de quienes contribuyen al progreso humano.