Las remesas provenientes de Estados Unidos que han ayudado a miles de familias en Latinoamérica pueden volverse en su contra y ser la causa por la que se puede hundir en la pobreza a millones de personas.
Las remesas superaron los 60 mil millones de dólares en el 2007 y para algunos países representan la mayor fuente de divisas además de haberse convertido en el sustento de miles de familias.
La disminución de remesas en este año, bien por la crisis económica bien por el clima antiinmigrante, encendió la alarma al anunciar que esos envíos han disminuido de forma considerable, lo que representa un desequilibrio en el gasto de cientos de hogares, sobre todo del área rural en países como México, ya que es su única o más importante fuentes de ingresos.
El dinero proveniente de Estados Unidos surge de cerca de 17 millones de latinoamericanos que trabajan en el país vecino y que constantemente envían remesas a sus familiares en los países de origen. De acuerdo con expertos, el 90% de las aportaciones se destina al mantenimiento diario de los hogares y la compra de alimentos básicos.
Todo lo anterior hace prever que el descenso de las remesas tiene un efecto directo en millones de familias pobres en América Latina.
La recepción del efectivo en los últimos años se había utilizado para mejorar la salud familiar y la educación de los hijos, algo que puede verse truncado ante el descenso del envío de dinero.
Un golpe más al empleo de los latinoamericanos es la debilidad del crecimiento en Estados Unidos, donde se emplea por ejemplo el 10% de la población mexicana con cerca de 11 millones de personas. A esto le podemos sumar el hecho de que la economía de algunos países del subcontinente no alcanzarán este año las metas de crecimiento previstas.