Por Ricardo Reilly Salaverri
El País, Montevideo
El gobierno actual está inspirado en un fuerte sentimiento antiempresarial y contrario al interés privado. Lo que se explica con facilidad.
Nucleamientos explícitamente marxistas constituyen su numen estructural. La idea del Estado dueño de vida y haciendas es panegírico en la memoria colectiva de tales reductos.
Por otra parte, salvo casos excepcionales como el del Presidente de la República, notorio empresario médico, prácticamente la totalidad del resto de los miembros del gobierno, en todos sus niveles, nunca asumieron un riesgo en el sector privado.
Son burócratas profesionales y desconocen lo que es generar directamente empleo, pagar sueldos, aportes, acreedores, manejar estrategias comerciales, conocer fracasos, renovar vales en los bancos, enfrentar juicios laborales y sobrellevar inspecciones fiscales de todo tipo (BPS, DGI, Primaria, Bromatología, etc.).
De allí nace el adefesio del impuesto llamado "a la renta de las personas físicas "(inhumano saqueo de ingresos brutos -salarios y jubilaciones- a la clase media) y también el vigente sistema de salud. Que ha colapsado a las mutualistas, avanzando en la cosa sin ni siquiera consultar a los profesionales médicos, que se supone algo tienen que ver con el tema.
Manifestación cumbre de esta situación la constituyen el particular concepto de huelga pregonado por las autoridades que considera a la ocupación de los lugares de trabajo como parte de este derecho (disparate sin parangón en el mundo) y con la ley de tercerizaciones que ha creado una inseguridad jurídica absoluta en el desarrollo de las operaciones económicas y negocios corrientes.
Por la cual quien contrata un servicio de cualquier índole en la ciudad o en el campo, una limpieza de frentes o un equipo de alambradores, si la empresa a quien contrata no cumple, puede terminar sentado en el banquillo de los acusados ante la justicia y la administración, como reo, deudor de cuentas incontrolables e inconmensurables.
Una cosa es segura: en China con un sistema de relacio-nes laborales como el nuestro -Pit-Cnt y Adeomes mediante- no hubiesen existido Olimpíadas de Beijing.
Los inmigrantes de antaño, que llegaban con una mano atrás y otra adelante, cultivaban la laboriosidad y el ahorro y juntando algunos pesos era frecuente construyeran casas para alquilar, con lo que se iban generando una renta, que les aliviaría ante las necesidades de la vida y la vejez.
La política, en el país, extremo elevado al infinito por el actual gobierno nacional y municipal, especialmente en Montevideo, para engrosar la burocracia, acomodar amigos y juntar votos ha aumentado en 12.000 la cantidad de empleos públicos de la administración central, multitud de los cuales -cargos de confianza y políticos- pueden ser designados a dedo (Uruguay es el país con más empleados públicos por habitante de todo el continente americano).
Para ello es necesario el IVA del 22%, el impuesto al patrimonio y el IRPF, y sobre las propiedades -además- la contribución inmobiliaria, los tributos domiciliarios (por la basura que no se junta) y el impuesto de Primaria.
El país futuro así será de los empleados públicos, y de grandes consorcios de inversión y poco el espacio que será dejado a los ciudadanos del común, que si pueden ahorrar, les terminará sirviendo más poner la plata en el colchón lejos de la furia impositiva (bonos y colocaciones financieras, dentro o fuera del país).