Por Manuel F. Ayau Cordón
Prensa Libre
(Pueden verse las partes I, II , III y IV de este trabajo)
En su excelente libro Estados Unidos contra Estados Unidos recientemente publicado por Fondo de Cultura Económica, el doctor Alberto Benegas Lynch cita al precursor del derecho penal, Cesare Beccaria, en su libro De los delitos y de las penas, Barcelona, Altaya (1764/1994; 87-88), referente a la portación de armas: “… prohibir la portación de armas sería lo mismo que prohibir el uso del fuego porque quema o del agua porque ahoga […] Las leyes que prohíben el uso de armas son de la misma naturaleza: desarma a quienes no están inclinados a cometer crímenes. […] Leyes de ese tipo hacen las cosas más difícil para los asaltados y más fáciles para los asaltantes, sirven para estimular el homicidio en lugar de prevenirlo ya que un hombre desarmado puede ser asaltado con más seguridad por el asaltante”.
Para los dogmáticos neosocialistas, antiliberales, antimercado, antiderechos individuales, la peor amenaza a la credibilidad de sus más acariciados argumentos es el éxito que el mercado ha tenido en disminuir la pobreza en ASIA, por no mencionar ejemplos de siglos anteriores.
Nacionalizaciones y expropiaciones de empresas y hasta de casas de habitación (declaradas “monumentos nacionales”), de hecho y no formalmente, recuerda la historia de cuando un colega de Hitler lo criticó por no ser congruente con su socialismo (Nacional-Socialismo a diferencia del Socialismo ruso, Internacional-Socialismo) porque su gobierno no expropiaba o nacionalizaba las empresas, Hitler contestó que eso era un asunto meramente formal porque el verdadero dueño es quien dispone lo que las empresas hacen y que él disponía hasta los precios, a través de los reglamentos que él hacía. ¿La empresa eléctrica?
El otro día se cruzaron las líneas telefónicas y me quedé oyendo porque me pareció muy educativa la conversación. Un chavo le decía a su amigo que tenía la intención de ampliar su negocio, pero que sólo era rentable si el Congreso pasaba una ley restringiendo la competencia extranjera para obligar a los demás ciudadanos a comprarle a su gremio. El amigo le preguntó: “¿Y cómo lográs que te pasen una ley así?” Y la respuesta fue: “¡Adiviná!”
Mucho se habla y habla de los pobres, pero al hacer carreteras, los pobres quedan en el olvido, porque en un país en el que abundan las motocicletas, las bicicletas y los de a pie, rara vez se hace un carril o andén para apartarlos de los carriles de alta velocidad. Se invierte en hacer carriles de alta velocidad pero éstos quedan anulados por quienes mejor estarían caminando, más seguros, en un andén.
Lástima que en la insidiosa encuesta de la desprestigiada UNICEF sobre adopciones, no podían preguntarla a los bebés abandonados si preferirían ser adoptados para vivir en Guatemala o en EE. UU. ¿Sabía, usted, que la nueva ley impulsada por UNICEF no permite a los padres escoger a sus futuros hijos adoptivos, sino que el Gobierno se los asigna? Según la misma encuesta, las personas encuestadas admitieron estar desinformadas, de tal manera que ¿qué valor pueden tener sus opiniones? Y, para colmo, hicieron preguntas que a mi juicio son estúpidas, como ej. si al adoptante le preocuparía el estado de salud del bebé adoptado. ¿Quién diría que no? La UNICEF se ha caracterizado en todo el mundo por ser creadora de miseria y propulsora de inmoralidad. ¿Por qué no la sacamos de nuestro país?