Por Luis María Fleitas
ABC Digital
El Paraguay estuvo gobernado por una casta de brahmanes durante largas décadas; evidentemente los parias éramos una mayoría absoluta que sostenía con sangre, sudor y lágrimas el buen vivir de los depravados de la dictadura y sus sucesores. Uno de los nichos principales de incubación de esta casta, durante los últimos treinta y cinco años, fue la Itaipú. En esta empresa binacional, además de los “barones”, hemos incubado una pequeña sociedad que se distanció de la realidad nacional por su alto poder adquisitivo. Muchos de estos fueron pioneros que venían del campo arado, otros de la periferia de las ciudades, algunos de los barrios de alcurnia, pero todos, absolutamente todos, con grandes anhelos económicos.
Con el tiempo, esto se convirtió en una burbuja social compuesta por personas de varias procedencias, niveles sociales y formaciones profesionales, pero casi todos, afiliados al Partido Colorado. Muchos dirán: “lo que hoy tenemos lo merecíamos”, porque hemos construido la usina más grande del mundo y probablemente, a pesar del latrocinio histórico, la más eficiente en términos de costo por unidad de energía producida. Tendrán razón, pero los últimos cinco años lo prostituyó todo.
La gran seccional de Itaipú
Con Nicanor y Víctor Bernal esto se convirtió en una gran seccional donde todo se cotizaba según la probabilidad de votos para las próximas elecciones, según la capacidad de firmar contratos amañados y posibilitar la acumulación de fortuna para los administradores circunstanciales y para la corona. Era la “patria contratista” trabajando a mil por hora en los barrios de Chicago. Don Vito Bernalone dividió las prebendas en secciones: la mafia del transporte, la mafia de Karapã – Ypotî, la mafia del Ju’i rupa, la mafia de las contratistas de servicios (cafetería, limpieza, etc.), de las obras fantasmas, de las reforestaciones fantasmas, de los pozos artesianos secos y otros tantos como los contratos adicionales de transporte y de los contratados políticos, de amigos y parientes. Entre todos estos delitos económicos sobresalió uno en particular, el de la propaganda. “Sistema Siete”, empresa de la corona que multiplicó por siete los costos de publicidad y propaganda de una entidad que produce energía segura, está directamente relacionada al presidente saliente.
Muchos lectores se preguntarán: ¿Por qué no se les castiga a los delincuentes? Sencillo, existe una imposibilidad física de atender todos los casos de corrupción; la Fiscalía está saturada y se está priorizando o eligiendo los casos más hediondos. La prensa libre está saturada, los periodistas están “escogiendo” los hechos delictivos a publicar. No saben si publican primero la mafia del transporte, la mafia de los planilleros, de las horas extras, de la industria del viático o de los contratos amañados y de los “gastos sociales”. La Fundación Tesãi está en quiebra financiera, tenemos una huelga de “empleados” despedidos y apañados por un Sindicato de Empresas contratistas que no tiene ningún punto a reclamar. Tenemos también unos invasores profesionales que pretenden instalarse en la franja de protección boscosa de Itaipú y unos cuantos “hombres escombros” que pretenden reciclarse con la ayuda de unos sindicatos amarillos que a partir de 15 de agosto se volvieron “luchadores”.
Extorsión sindical
La mayoría de los sindicatos de Itaipú se acostumbraron a tratar con directores corruptos y consejeros entreguistas. Hoy se encuentran frente a un equipo de primera división que vino a ordenar la casa y ya no pueden extorsionar con sus pedidos malsanos. ¿Por qué no tienen apoyo en sus revindicaciones? Porque el pueblo el 20 de abril decidió por el cambio. Es la alternancia que tanto soñamos y que tanto temían los seccionaleros. La “patria contratista”, herida de muerte, está dando sus últimos zarpazos y en ese afán moribundo arrastra a sindicatos liderados por operadores políticos de Blanca Ovelar, Nicanor y Víctor Bernal. Detrás se agazapan cobardes como siempre, los entreguistas y oportunistas de siempre.
Los agentes del cambio, los que tenemos una historia de lucha por detrás y que nunca fuimos unos mamíferos empresariales, estamos decididos a defender la institucionalidad, la transparencia y la nueva criatura del cambio.