Por Alejandro Alle
El Salvador
Las parábolas son elementos muy útiles para ilustrar de forma clara y simple ciertos fenómenos que a primera vista aparentan ser oscuros y complejos, estando los temas económicos, indudablemente, entre los que ameritan la utilización de tales figuras literarias.
Existen en particular ciertos aspectos que se prestan muy bien al uso de las parábolas, como por ejemplo el progreso económico (y más aún la falta de progreso…), que ciertamente fueron los elegidos por Xavier Sala i Martín en su libro: "Economía liberal para no economistas y no liberales". Porque lo inteligente es intentar convencer a quienes piensan distinto. Sin peleas baratas.
Para ello el autor desarrolló en dicho texto "la parábola del globo y las bolas de hierro", a fin de referirse a un fenómeno muy común en América Latina: las bolas de hierro que nos impiden subir al globo del progreso.
Sala i Martín es un afamado economista catalán, profesor de la Universidad de Columbia, Nueva York, quien además de caracterizarse por utilizar exóticos sacos y por ser asesor de la junta directiva del Fútbol Club Barcelona, es un excelente divulgador de conceptos económicos a través de sus intervenciones en los medios y de la escritura de libros como el mencionado. Sin fanatismos (al menos fuera del fútbol).
Porque en lo que respecta al deporte más maravilloso del mundo el catalán tiene sus locuras, al punto que si usted entra a su página web verá la foto en la que aparece inaugurando la sesión de la Bolsa de Nueva York del 5 de agosto pasado, junto con Joan Laporta, Josep Guardiola y Charles Puyol (Messi estaba en China, ganando el oro olímpico…, je, je).
Nos recuerda Sala i Martín que con el advenimiento de la revolución industrial, nacida en Inglaterra a fines del Siglo XVIII, se inició un proceso de crecimiento y generación de riqueza material sin precedentes en la historia de la humanidad.
Y que el carro del progreso, o mejor dicho el globo…, elevó durante el Siglo XIX a varios países de Europa y a los Estados Unidos. Aunque fue durante el Siglo XX cuando muchos otros países decidieron subirse, entre ellos el sudeste asiático y las regiones europeas que habían quedado rezagadas.
En la parábola del globo y las bolas de hierro Sala i Martín nos invita a imaginar "un planeta donde todos los países eran pobres y miserables, hundidos por unos regímenes económicos y unas instituciones pseudo-medievales ineficientes que no les permitían progresar". ¡Huy!, por cierto, una descripción muy cercana a lo que era el mundo antes de la revolución industrial.
En efecto, los países eran prisioneros de su historia y tenían los pies atados a bolas de hierro puestas por los señores feudales.
Sin embargo, esos países tenían a la vista un globo aerostático, representado antes por la revolución industrial y hoy por la revolución tecnológica, que señalaba el camino hacia la riqueza material.
Los países que subían al globo se alejaban del suelo a medida que éste tomaba altura, incrementándose la desigualdad entre su renta per cápita y la de los países que no abordaban. ¡Huy!, por cierto, una descripción muy cercana a lo que es el mundo en la actualidad.
Del globo colgaban asimismo cuerdas elásticas que facilitaban su abordaje a los países que aún permanecían en el suelo: eran las cuerdas del mercado y de la globalización.
Pero los críticos señalaban que ciertos países se habían tomado de las cuerdas sin haber nunca podido alcanzar el globo. ¡Huy!, por cierto, una descripción muy cercana de la Rusia de Yeltsin y de la Argentina de Menem.
Claro que allí no fallaron las cuerdas, sino las llaves. ¿Qué llaves? Las que les hubieran permitido a ambos países quitarse las bolas de hierro atadas a sus pies. ¿El nombre de las llaves? Institucionalidad, Estado de Derecho, transparencia y protección para los más débiles.
Son necesarias. Porque los señores feudales nunca desaparecieron.
Hasta la próxima.
El auor es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires). y columnista de El Diario de Hoy.