El hombre tiene unos 50 años, barba tupida y rostro sin sonrisa. Es amable, y de contextura física fuerte. Acaba de cumplir una condena de dos años en prisión, y confiesa que trabajó en el reclutamiento de combatientes de al-Qaeda en Irak.
"Al-Qaeda quiere implementar la Sharia, o ley de Alá, y establecer un estado islámico al que pertenezcan todos los musulmanes", dice cuando se le pregunta por las ambiciones y objetivos del grupo en el que milita.
Un estado islámico en todo el mundo, eso es lo que dice este hombre, que vive en Jordania desde que salió en libertad y pide reserva de su identidad.
- ¿Ustedes anticipan la posibilidad de matar a todos aquellos que no sean musulmanes?
Según una encuesta comisionada por la BBC en 23 países, la mayoría de la gente considera que la llamada "guerra contra el terrorismo" que lidera Estados Unidos no ha cumplido uno de sus principales cometidos: debilitar a al-Qaeda.
Las miradas extremas dentro de la organización, como las de este hombre, no parecen sino confirmar que al-Qaeda se siente fuerte.
Sin embargo, estas posiciones que propician la violencia sin límite han sido criticadas recientemente incluso dentro del grupo radical, por clérigos influyentes y otros militantes.
¿Qué busca entonces la organización? Owen Bennet-Jones, de la BBC, viajó a Medio Oriente para responder a esta pregunta.
Desencanto y deserción
La casa de Mohammed Wasfi está en una colina, en las afueras de Amán, la capital de Jordania.
Este clérigo ha tenido vínculos estrechos con el ex líder de al-Qaeda en Irak, Abu Musab al-Zarqawi, a quien solía escribirle discursos y prédicas, y se dice que hasta construyó un espacio de oración en su propia casa para rezar junto con el fallecido dirigente.
Pese a sus credenciales dentro de la organización, Wasfi se muestra crítico de los resultados alcanzados.
"Estoy seguro de que al-Qaeda perdió a muchos de sus adeptos a causa de las constantes matanzas de civiles. Estoy lamentando los errores que cometió Zarqawi, de verdad lo siento", expresa Wasfi a la BBC.
Según el dirigente, hay dos grupos desencantados de la militancia como consecuencia de esas muertes: algunos muyahedines, y muchos voluntarios en el terreno de batalla.
"Conozco muyahedines que han dejado la organización y han salido de Irak porque no quieren atentar contra objetivos civiles", afirma Wasfi.
¿Cuál es el enemigo?
El Colegio de Arte y Diseño en la ciudad de Lahore, Pakistán, congrega a estudiantes bien vestidos, creativos... y con una visión política que es, por tradición, furiosamente anti-estadounidenses.
Fuera del edificio se apilan bolsas de arena, ante la posibilidad de un atentado: es que al-Qaeda, que rechaza la práctica de la música, ha amenazado con volar el lugar.
Entonces, ¿a quién ven estos académicos como su peor enemigo? La respuesta no es sencilla.
"Las políticas de Occidente deben cambiar... si no, no hay manera de atacar este problema. Ya lo hemos visto: no han solucionado nada. Miren Irak, si no...", opina una académica.
"El gobierno de Estados Unidos no está detrás de al-Qaeda, sino de la posición estratégica de Pakistán", acota otra.
"El gobierno de Pakistán está siempre a favor de Estados Unidos. La gente de Pakistán, en cambio, está en contra", agrega otro profesor.
- Sí, Insh Allah (Dios mediante).
Todos ellos coinciden en que hoy el principal problema de su país no es al-Qaeda, sino las políticas decididas desde la Casa Blanca.
Y éstas son las voces de quienes han sido considerados como algunas de las mentes abiertas y liberales de la sociedad paquistaní. Al-Qaeda ha amenazado con destruir su centro de estudio y sus vidas, pero, así y todo, ellos rechazan de plano la estrategia de Estados Unidos, por considerarla un fracaso en el terreno.
Según la encuesta comisionada por la BBC, 19% de los paquistaníes tiene una opinión positiva sobre al-Qaeda, y sólo 13% considera que la "guerra contra el terrorismo" ha logrado debilitar a la organización radical.
¿Autocrítica militar?
Para al-Qaeda, el descontento dentro de sus filas por las muertes de civiles es un problema real. Analistas señalan que hay motivos para creer que el grupo extremista está perdiendo la batalla por las mentes y los corazones en el mundo islámico.
Pero esa es sólo la mitad de la historia, porque Estados Unidos parece estar perdiéndola también.
Así lo refleja el estudio internacional de la BBC: tres de cada cinco personas encuestadas creen que la guerra no ha tenido efecto alguno, o incluso que ha logrado fortalecer a la organización liderada por Osama Bin Laden.
En la Academia Militar de West Point, al norte de Nueva York, soldados y académicos estadounidenses se encargan de estudiar a al-Qaeda.
En el corazón de las fuerzas armadas, hay un creciente reconocimiento de que la estrategia puede haber fallado, y que el despliegue de tropas de Occidente en territorios musulmanes podría estar incluso fortaleciendo a la militancia radical.
"Creo que es difícil decir que no somos una fuerza de ocupación, después de haber estado en Irak por cinco años, aunque yo creo firmemente que no tenemos objetivos imperialistas", dice el mayor Reid Sawyer, director del Centro de Combate al Terrorismo de la academia.
"Para la propaganda de al-Qaeda, resulta sencillo tomar las acciones de Estados Unidos, el Reino Unido, España y el resto de los países de la coalición y decir: 'Esto es una cruzada contra nosotros'", agrega Sawyer.
Y reconoce: "Occidente, y no me refiero sólo a Estados Unidos, carece de legitimidad para refutar esta clase de argumentos".
Para el militar, las acciones en el terreno no les harán ganar la batalla. La acción de guerra, dice, es poco sutil para combatir a este enemigo.
"Usar la fuerza armada contra el terrorismo es como tener un martillo y pensar que, con esa herramienta en mano, todos los problemas que uno tiene enfrente son clavos", opina.