Por Jorge Avila
Jorge Avila Opina
Este gráfico me fascina. Lo publicó Ámbito Financiero el viernes de la semana pasada. Sintetiza con un simple trazo la profundidad de la crisis financiera que aqueja a EEUU y, por extensión, al mundo. La acción de Lehman Brothers, un banco de inversión fundado en 1850, antes de la guerra civil de aquel país, que ayudó a juntar capitales para la construcción de ferrocarriles y que sobrevivió la Gran Depresión de 1929-1933, cayó de 64 dólares en enero pasado a 4,22 el jueves 11 de septiembre y a 3,64 el día siguiente. El valor de la compañía se redujo en un 94% en el curso de nueve meses. La caída fue tan impresionante como la que sufrieron las acciones de algunos bancos argentinos en la última gran crisis (un 98%, medida en dólares, entre febrero de 2001 y abril de 2002).
Lehman negoció frenéticamente su venta parcial o completa con el Bank of America y, por separado, con el banco inglés Barclays durante el fin de semana que pasó. Las negociaciones fueron seguidas atentamente por altos funcionarios de la Reserva Federal y el Departamento del Tesoro de EEUU. Pero la información relativa a la calidad de las deudas asumidas por la compañía eran (son) tan poco fiables, por la complejidad y diversidad de sus operaciones, que tanto el BofA como el Barclays no pudieron determinar el precio de Lehman y por ende desistieron de la compra. El lunes 15 por la mañana, Lehman Bros. pidió la quiebra. Un empleado que retiraba sus efectos personales para marcharse pues terminaban de despedirlo, dijo que no podía creer que el banco hubiera caído.
El derrumbre de Lehman Bros. se suma a la venta por chirolas de Bear Stearns a JPMorgan en marzo, al takeover por parte del gobierno de EEUU de las agencias hipotecarias semi-estatales Fannie Mae y Freddie Mac hace diez días, a la venta relámpago de Merrill Lynch a BofA el pasado fin de semana, y a un préstamo de u$s 85.000 millones de la Reserva Federal a AIG, la compañía aseguradora más grande del mundo hace dos días. Lo curioso del caso es que ninguna de dichas instituciones es un banco comercial; es decir, un banco que recibe depósitos en cuenta corriente, caja de ahorro y a plazo fijo y que otorga préstamos a la gente común. Ninguna de esas instituciones crea o destruye dinero; por tanto, su caída no debería afectar la cadena de pagos, la oferta de dinero y la tasa de interés. Estamos en presencia de un giro histórico de la política de la Reserva Federal. Desde la Gran Depresión, la Fed se había negado en forma sistemática a prestar fondos (otorgar redescuentos, en la jerga argentina) a bancos no comerciales. En marzo, con el fin de facilitar el rescate de Bear Stearns, quebró esa tradición. En septiembre la tiró a la basura. ¿Hay un brote de estatismo en EEUU? No, en absoluto. Sólo pretenden curarse en salud; sólo apuntan a prevenir una catástrofe macroeconómica, que todavía no se ha producido.
Aunque sujeta a revisión, por cierto, mi interpretación de la crisis es como sigue. El ataque a las torres gemelas del 11 de septiembre de 2001 generó una ola de incertidumbre y la posibilidad de una recesión. En los meses siguientes, la Fed aumentó la tasa de crecimiento monetario, bajó audazmente las tasas de interés e inundó el mercado de liquidez. En 2004, la tasa de interés del money market había bajado a un 1% anual, el menor nivel desde 1958. Este hecho, sumado al probable reciclaje de ahorros de países como China e India, abarató el capital y alentó a los banqueros a hacer préstamos hipotecarios a personas que en otras circunstancias no los habrían conseguido. Así surgieron los préstamos sub-prime o de baja calidad y así se explican el boom inmobiliario y los altos precios de los inmuebles en muchos países. En este artículo de The Economist hay una interesante tabla que ilustra la magnitud del aumento de los precios en el período 1997-2008 y de las caídas que se registraron en los últimos doce meses. Por ejemplo, en Irlanda los precios en 2008 son un 210% más altos que en 1997; en España, un 194%; en Gran Bretaña, un 179%; en Australia, un 173%; en Francia, un 149%; en Italia, un 107%, y en EEUU, un 86%. En los últimos 12 meses, los precios cayeron un 17% en EEUU; un 11% en Gran Bretaña y un 9% en Irlanda. ¿Por qué empezaron a caer? Una posible respuesta es que la suba de la tasa de interés entre 2004 y 2007, desde el 1% anual al 5.25%, encareció los préstamos, redujo el crecimiento económico y la creación de puestos de trabajo, y el consecuente debilitamiento de la demanda de inmuebles bastó para mandar hacia abajo sus precios, que habían subido mucho.
La caída de los precios ha inducido a los tomadores de las hipotecas a postergar el pago de las cuotas o dejar de pagarlas, en vista de que el precio de las casas es ahora menor que la deuda contraida con los bancos. La licuación del valor de los activos, en tanto el valor de los pasivos (depósitos, obligaciones negociables y préstamos) sube con la tasa de interés, es el factor responsable de las pérdidas patrimoniales de aquellas instituciones. Wall Street se ha militado a descontar los quebrantos. Cabe preguntarse por qué motivo la Fed ha tratado convencida y enérgicamente de evitar la quiebra de las referidas instituciones, salvo Lehman. Mi respuesta es que quiere evitar un pánico bancario como el de 1930-1933 o el argentino de 2001. Quiere evitar un retiro masivo de depósitos por parte de los pequeños ahorristas, una ruptura de la cadena de pagos y el encadenamiento de efectos que remata en una depresión. Si Bear Stearns, Fannie Mae, Freddie Mac, Merrill Lynch y AIG hubieran quebrado como quebró Lehman el impacto sobre la Bolsa y los depositantes habría sido demoledor.
Alan Greenspan dijo el año pasado que la crisis tocará fondo el día que los precios de los inmuebles se estabilicen. Paulson, el secretario del Tesoro (ministro de Hacienda), dijo esta semana que piensa como Greenspan. BofA y Barclays no se animaron a ponerle un precio a Lehman en virtud de la complejidad de la crisis. Me queda claro, entonces, que estimar su profundidad y duración es competencia de adivinos.
Entre los bloggers que visitan este sitio en busca de interpretaciones que puedan aclararles el panorama, hay unos pocos que sólo quieren saber "qué piensa el enemigo". Como la Sra. de Kirchner, los últimos desean ver en la crisis una falla intrínseca del capitalismo y una refutación de mi propuesta de banca offshore. A este grupito quiero puntualizarle que tanta intervención por parte de la Reserva Federal demuestra dos cosas: a) que la crisis financiera es realmente profunda, y b) que el poder de intervención del ente emisor de la primera moneda de reserva del mundo es enorme. La Fed emite e interviene y el mundo no hace más que comprar dólares y bonos del Tesoro americano. El rendimiento de estos bonos no para de caer mientras el de los bonos argentinos no para de subir (la prima de riesgo-argentino registró ayer 920 puntos básicos, un nivel de pre-default). Si los bancos argentinos no caen es porque nunca se recuperaron de la crisis de 2001.