Por Luis Enrique Pérez
Siglo XXI
La opinión que he expuesto sobre la crisis financiera que sufre Estados Unidos de América, ha suscitado valiosos comentarios críticos. Son comentarios que me brindan la preciosa oportunidad de exponer, aunque fuere con peligrosa simplicidad pedagógica, mi pensamiento sobre la economía capitalista, o capitalismo; y la economía socialista, o socialismo.
Evidentemente la palabra “capitalismo” deriva de la palabra “capital”, con la cual suelen denotarse los medios que sirven para producir bienes económicamente valiosos destinados al consumo final. Esos medios también se denominan “bienes de capital”; y pueden ser tan simples como un azadón, o tan complejos como un robot electrónico. Evidentemente también, la palabra “socialismo” deriva de la palabra “social”, con la cual se intenta denotar que la economía debe procurar el bien de la sociedad; y se supone que del bien social debe derivar el bien individual.
El socialismo también emplea capital, y el capitalismo también procura el bien de la sociedad; pero se supone que del bien individual debe derivar el bien social. Colígese que ni poseer capital ni procurar el bien social constituyen una diferencia esencial entre capitalismo y socialismo. Una diferencia esencial consiste en que, en una economía capitalista, el capital es o puede ser propiedad privada, y el propietario lo asigna libremente; y en una economía socialista, el capital tiene que ser propiedad pública, es decir, propiedad del Estado, y sólo los gobernantes pueden asignarlo libremente. El capitalismo es, entonces, capitalismo de individuos, y el capitalista puede ser cualquier ciudadano; y el socialismo es, entonces, capitalismo de Estado, y sólo los gobernantes pueden ser capitalistas.
En una economía capitalista, el capital es asignado por el mercado, o proceso de libre producción, intercambio y consumo. El gobierno no tiene poder alguno sobre la economía. En una economía socialista, el capital es asignado por los gobernantes, mediante un proceso de planificación sobre producción, intercambio y consumo.
El gobierno tiene todo el poder sobre la economía.
Capitalismo y socialismo son regímenes económicos ideales. Algunos Estados se han aproximado más al ideal capitalista, y otros, al ideal socialista. La historia, empero, demuestra que los Estados que más se han aproximado al ideal capitalista, han procurado un mayor bien social que aquellos que más se han aproximado al ideal socialista. Y en toda la historia de la humanidad, el más grandioso fracaso de un régimen económico ha sido el fracaso del socialismo, precisamente en sus mayores aproximaciones al ideal socialista.
En una escala de 1 a 10 grados de aproximación al ideal capitalista, le adjudico cinco grados a Estados Unidos de América. Durante el primer siglo, a partir de su fundación, le adjudicaría siete grados. Opino, pues, que aquel país tiende a aproximarse a un Estado socialista, y así prepara su terrrible (pero no irreversible) decadencia.
Post scriptum. Para mí, no hay suficiente capitalismo en ningún país del mundo; pero hay pobreza suficiente para provocar lágrimas socialistas ansiosas de formar un nuevo océano.