Por Ramón Parellada
Siglo XXI
En su primer discurso a la Nación, en 1981, Ronald Reagan expresó: “El gobierno no es la solución a nuestro problema; el gobierno es el problema”.
Hoy, 27 años después y en medio de una gran crisis financiera donde muchos creen que el gobierno debe intervenir y salvar la economía, la mayoría de ciudadanos norteamericanos sigue creyendo que el gobierno es el problema y no la solución.
Esta semana, en el reporte Rasmuseen (www.rasmussenreports.com) se verificaba, a través de una encuesta telefónica, que el 59% de los votantes americanos estaba de acuerdo con que el gobierno era el problema. Sólo el 28% estaba en desacuer-do. Si bien entre los republicanos una gran mayoría está de acuerdo con que el gobierno es el problema, entre los demócra-tas, el 49% también apoya esta frase de Reagan, mientras que un 34% está en desacuerdo.
¿Qué significa esta frase? Que la mayoría de los ciudadanos americanos cree que el Gobierno debe limitar su injerencia en la vida privada de los ciudadanos y no tomar decisiones por ellos. Que se debe dejar que cada cual tenga el control sobre su propia vida. Que los individuos gocen plena libertad de elección. Que lleven a cabo sus propias acciones. Que sean completamente responsables de asumir las consecuencias de sus propios actos, tanto positivos como negativos.
Pero también significa que los gobernantes carecen del conocimiento específico que cada ciudadano tiene para tomar las acciones y decisiones que ellos consideran mejor para sus vidas. Que no existe una élite que lo sepa todo. Que el cono-cimiento está disperso y que, como bien expresó el premio Nobel de economía Frederick Hayek en su libro La Fatal Arrogancia, nadie puede saber qué es lo mejor que le conviene a los demás, ni una persona ni un grupo que se conside-re una élite gobernante.
En esta crisis, sin embargo, vemos a los políticos dar soluciones que implican más injerencia del Gobierno en la vida de los ciudadanos. Los americanos han perdido mucha libertad desde que el Gobierno de Bush aprobó la Ley Patriota. Hoy se ha aprobado un plan de rescate que implica el uso de fondos de los contribuyentes americanos. En cada caso, el gobierno toma un papel más importante en la economía desplazando las decisiones y la responsabilidad individual de sus ciudadanos, contrario al pensamiento de que es el gobierno el problema. Es una lástima, pero esto demuestra cómo los políticos actúan perpetuándose en el poder y creando cuanta artimaña esté en sus manos para verse favore-cidos y continuar con su modus vivendi.
Viene al caso recordar a Keynes, ya que algunos han revivido sus políticas económicas de presupuestos deficitarios. Se habla de volver al keynesianismo. Esto no es más que una política de imprudencia fiscal que llevará al país al caos pre-supuestal del Gobierno y al derroche innecesario de los escasos recursos, terminando, al final, con estancamiento eco-nómico, inflación y desempleo.
Según John Maynard Keynes, el déficit presupuestal es una herramienta necesaria para el pleno empleo. Si la gente en lo privado no consume, entonces el gobierno debe hacerlo. El consumo, según Keynes, es lo importante y no el ahorro. El gobierno es la solución.
Hayek afirmaba lo contrario, lo más importante es el ahorro. Sin ahorro no hay prosperidad, ya que ésta se construye sobre la base de sacrificio y prudencia, sobre la base de no gastar o consumir todos los ingresos reales, sino guardar algo que pueda invertirse. El gobierno es el problema.