Por Mariano Grondona
La Nación
El Gobierno ha obligado a las AFJP a repatriar 1800 millones de pesos que tenían colocados en Brasil, pero la caída de la Bolsa, la pérdida de los dólares de reserva del Banco Central y la fuga de capitales de las últimas semanas exceden largamente a aquella modesta suma. Es como si el capitán de un barco quisiera salvarlo del enorme rumbo que se ha abierto en su casco y por la cual fluyen torrentes, echando mano al balde que utiliza su grumete para lavar la cubierta.
En una solicitada que se publicó ayer, la Asociación Bancaria de Juan José Zanola denunció que las dificultades económicas que hoy experimenta la Argentina se deben a un "golpe de mercado". ¿Pero quiénes son "el mercado"? ¿No son los millones de argentinos que, ante la opción que les ofreció el Gobierno el año pasado, escogieron en una proporción del 80 por ciento el sistema jubilatorio de capitalización privada que ahora les quieren confiscar?
Tan difícil como fue suponer que los miles de chacareros que resistían el aumento de las retenciones eran una "oligarquía golpista", es imaginar ahora que estamos asistiendo a un "golpe de mercado", porque la sola idea de un golpe supone la conspiración de unos pocos. Los redactores de la solicitada procuran eludir esta objeción diciendo que los autores del golpe de mercado son "los sectores económicos y financieros más concentrados".
Así, reduciendo millones a unos pocos, pretenden componer la imagen de la conspiración minoritaria que denuncia el Gobierno. ¿Pero cuán pocos son los pocos? Los mercados, ¿no agrupan acaso a miles y miles de agentes económicos que compran y venden libremente, y no a un puñado de magnates que caben en un cuarto?
Esos miles y miles de personas quisieron optar por la libertad económica que ahora se les niega, con el argumento de que están "concentrados". ¿Pero no es el propio Gobierno, esto es un puñado de funcionarios que obedecen a un solo jefe, el que quiere manipular fondos ajenos para que vuelvan, por ejemplo, del Brasil?
Ocurre empero que ese resultado que quieren determinar los funcionarios apropiándose coercitivamente de los fondos que no les pertenecen, queda totalmente desbordado por los miles y miles de acciones y divisas que se venden y se compran diariamente. ¿No sería más sensato entonces, antes que querer atrapar el torrente con un balde, inspirar confianza en todos aquellos cuya fe en el Gobierno, justamente por medidas coercitivas como la que estamos comentando, flaquea cada día más?