Por José L. De Haro
La Rioja
NUEVA YORK - Entre catarsis financieras, planes de rescate y amistades terroristas, el tema de la inmigración ha pasado a un discreto segundo plano, tanto en la campaña presidencial como en los tres debates televisados entre el demócrata Barack Obama y el republicano John McCain.
Chung-Wha Hong, directora de la Coalición de Inmigrantes de Nueva York hizo un llamamiento para que ambos candidatos se mojen y hablen abiertamente sobre este espinoso asunto. «Hemos tenido tres debates presidenciales y uno vicepresidencial y no se ha escuchado ni una sola palabra sobre la reforma migratoria», aseguró.
Quizás, tanto Obama como McCain han preferido no meterse en camisas de once varas y centrarse en embelesar al voto de los ciudadanos americanos, a quienes realmente les interesa salir a flote de la posible recesión que se cierne sobre la economía norteamericana. Sin embargo, aunque figuras políticas como el gobernador Bill Richardson hayan reconocido que el voto inmigrante carece de influencia, lo cierto es que la Universidad de Washington augura que nueve millones de votantes latinos votarán el 4 de noviembre, 1,4 millones más que en 2004.
Sin embargo, parece que el viraje de posiciones migratorias realizado por el candidato republicano, quien en su día apoyó una reforma de las leyes migratorias, ha dejado escapar el apoyo que muchos latinos concedieron al presidente George Bush hace cuatro años. En un acto de conciliación con el ala conservadora del Partido Republicano, McCain decidió distanciarse de dicha reforma para promover un refortalecimiento de la seguridad en las fronteras estadounidenses.
La ausencia de debate sobre los temas migratorios parece favorecer a los demócratas. Según un sondeo realizado la semana pasada por Gallup, el 64% de los latinos con derecho a voto mostraron su apoyo por Obama, mientras que sólo el 26% se decantó por McCain.