The Economist
Infolatam
San Pablo - SI las analogías con la Gran Depresión son de miedo para los estadounidenses, no lo son menos menos para los latinoamericanos. Al cabo de pocos años del "crash" de 1929, 16 gobiernos de la región cayeron por golpes militares o los echaron por la fuerza. En los últimos años, se ha comentado mucho la independencia económica de América Latina de su gran vecino del norte (con la excepción de Mexico). Sin embargo, el 29 de septiembre, el día en que la Cámara de Representantes en Washington rechazó el "rescate", se volvieron a acordar de cuán estrechos son aún esos lazos. Si bien el Dow Jones cayó casi un 7% en un día, el Bovespa de Brasil, la bolsa más grande de la región, cayó en más de un 9%.
Aun así, el hecho de que esta crisis financiera no tenga el "made in América Latina" estampado en ella es motivo de una modesta celebración. En las crisis de 1994, 1998 y 2001 América Latina fue un desmadre, utilizando la financiación exterior para pagar un enorme aumento de las importaciones. El estado de ánimo cambió luego, y el dinero extranjero huyó. Esta vez, muchos países han tenido excedentes comerciales en los últimos años y el aumento de precios de los productos básicos ha dado una apariencia más respetable a las finanzas públicas.
Los Bancos latinoamericanos también parecen fuertes. Esto no solo se debe a que no han tenido creditos basura sino también a que no son tan dependientes del crédito extranjero. Los bancos de Brasil son una excepción: los pequeños y medianos bancos públicos que dependen de la financiación extranjera han visto como bajaban sus acciones durante la semana pasada. Sin embargo, incluso en Brasil, el capital extranjero representa sólo alrededor del 10-20% de sus necesidades de financiación.
Los mercados de valores en América Latina son someros (aparte de Brasil), lo que reduce las posibilidades de una de las vías de contagio. El crédito es una de las principales preocupaciones, en particular para los exportadores, que están encontrando mas dificultades en adquirir líneas de crédito en le exterior. Esto puede ser sólo temporal. Pero si perdura, las empresas nacionales volverán a los prestamos domésticos, al haber menos fuentes de crédito donde elegir. Edmar Bacha del Banco Itaú, que ha visto como muchas crisis vienen y van, dice que un apretón del crédito es ahora su principal preocupación.
Un mayor temor para el futuro, sin embargo, es que una desaceleración mundial acompañada de una disminución de los precios de los "commodities" o materias primas ponga las finanzas públicas bajo presión. Chile, que invierte el dinero en un gran fondo (en la actualidad, alrededor de $ 20 mil millones) cuando los precios del cobre son altos y basa su presupuesto en un precio del cobre muy por debajo del precio actual, es el único país grande de la región donde el auge de los "commodities" no ha ido acompañado de una fiesta para el gasto público. Los precios de los "commodities" ya han retrocedido un poco. Si caen mucho más algunos países tendrán problemas.
Encabezando la lista de los más vulnerables están los países cuyos mercados han tenido en varias ocasiones mal comportamiento: Venezuela, Argentina y Ecuador. Venezuela, que ha crecido produciendo las cosas que buscan los consumidores, importando subrepticiamente con sus ingresos del petróleo, se ve particularmente expuesta. Estos mismos ingresos procedentes del petróleo han permitido que el número de empleos en el sector público se duplique desde que el Presidente Hugo Chávez llegó al poder en 1999, y tambien ha permitido la compra de nuevas armas a Rusia. Cortar el gasto público es una opción, pero no la que a él le gustaría contemplar ante las elecciones regionales de finales de noviembre. Incluso entonces puede que no sea fácil cambiar hacia la austeridad. A pesar de un reciente aumento en los arrestos de "extranjeros conspiradores imperialistas", para el señor Chávez sería difícil explicar grandes números a las multitudes que bajan a las calles.
Si la baja de los precios de los "commodities", llevase a una baja de los precios de los alimentos básicos, esto proporcionaría a los argentinos cierto alivio para controlar su rampante inflación. Sin embargo, para el gobierno de la presidenta Cristina Fernández sería una historia diferente. El gobierno obtiene el 10% de los ingresos por los impuestos a las exportaciones. Una mayor caída en los precios de los "commodities" estrujaría a los agricultores (que ya pagan un 35% de impuestos sobre las exportaciones) todavía más, y podrían reiniciar sus recientes protestas. La señora Fernández podría tener la tentación de compensar el déficit atacando a los fondos de pensiones. Existe además una preocupación por la moneda. El peso, que ha ganado la confianza de nuevo después de su "crash" del 2001, está respaldado por los altos precios de soja. Si esto falla, podría dar lugar a una nueva huída del peso hacia el dólar para aquellos que pueden hacerlo, y a la miseria para todos los demás.
Para los países que han tenido un buen comportamiento, como México, Brasil, Colombia y Perú, el panorama se ve mejor. Sus gobiernos han equilibrado sus presupuestos y construido excedentes comerciales con reservas en dólares. En algunos lugares el crecimiento sigue siendo fuerte: las cifras muestran un aumento interanual del 8,3% en el Perú para el mes de julio, y 6.1% en Brasil en el segundo trimestre. No todo el mundo está convencido de este panorama color de rosa. "Los economistas que hablan de cambios estructurales en víspera de un descenso cíclico deben ser despedidos", dice Gray Newman del Morgan Stanley, un banco.
Mientras tanto México, viejo aliado económico de Estados Unidos ya está sufriendo una consecuencia. En agosto las remesas de los mexicanos que trabajan al norte de la frontera han sufrido una caída récord. Las esperanzas de que los estadounidenses mantengan la compra de cantidades heroicas de productos mexicanos se están desvaneciendo. Y la balanza comercial de México, impulsada por los altos precios del petróleo, está en peligro. Brasil, la economía más grande de América Latina se ve en mejores condiciones. Sin embargo, los "commodities" representan aproximadamente la mitad de sus exportaciones, quedando también vulnerable a una caída de los precios.
La mayor diferencia en esta ocasión, según parece, es que los países que han sido más hostiles al capitalismo global parecen los más expuestos a sus vaivenes. En la década de 1930, las democracias latinoamericanas sufrieron por un "crash" y una depresión originados a miles de kilómetros. Hoy en día, son los regímenes gobernados con economías populistas los que tienen más que temer.
(Artículo publicado en The Economist, Londres)