Por Jesús Ruiz Nestosa
ABC Digital
SALAMANCA.- Días atrás, y con motivo de la crisis económica que se ha desatado en buena parte del mundo, y ha repercutido en la otra, a causa de las llamadas “hipotecas basura“, el humorista Forges publicó una viñeta en el diario El País, de Madrid, en la que aparece un hombre de gran tamaño con aspecto de ejecutivo y se dirige a otro muy pequeño, despeinado, vestido descuidadamente, con aspecto de empleado de tercera categoría. El ejecutivo le grita: “¡Ustedes son los culpables de la crisis por haberse entrampado hasta las cejas para poder tener una de nuestras viviendas de abusivos precios”. El empleado no se atreve a responder y piensa: “Sabíamos que llegaría este momento. ¿A que sí?”.
Segunda parte de la historia, que no guarda, aparentemente relación: El presidente boliviano llega a Manaos, en medio de la selva amazónica, donde cantó Enrico Caruso y actuó Sara Bernhart, para reunirse con otros presidentes militantes del “nuevo socialismo del siglo XXI” (con excepción del presidente brasileño “Lula” Da Silva), y refiriéndose a la crisis, Evo Morales se pregunta: “¿Por qué tenemos que pagar los pobres las crisis económicas de los ricos?”. Una frase verdaderamente contundente que habrá encendido la sangre de los seguidores del estadista. ¡Qué coraje! ¡Qué valentía de presentar con tanta claridad un problema como nadie lo había hecho antes! Pero al mismo tiempo, ¡qué ignorancia de los engranajes que hacen funcionar al mundo de hoy!
Para evitar la consabida fórmula de que “vivimos en un mundo globalizado“, mejor digamos que en la actualidad tanto los logros como los problemas del mundo se encuentran interrelacionados. La Torre que se mueve en Nueva York afecta al Alfil que se encuentra en Argentina; El Alfil que mueve el Brasil repercute en el Caballo que está en Italia. Nunca la vida se ha parecido tanto a una partida de ajedrez. Solo que la partida, esta vuelta, será larga, complicada y dura, muy dura pues llevará su tiempo que las cosas vayan volviendo a su cauce normal. No hay que olvidar que la Gran Depresión del 29 no terminó de solucionarse hasta la Segunda Guerra Mundial. O dicho con mayor claridad: fue la Segunda Guerra Mundial la que solucionó definitivamente los problemas de la Gran Depresión.
Evo Morales quiere saber por qué tenemos que pagar todos los platos que se han roto en Wall Street, en Londres, en Bruselas, en los demás países de la Unión Europea. Es como si tratara de encontrar cuáles son los hilos que unen las diferentes piezas de esta mala jugada. Y por eso llega a la conclusión que es resultado del imperialismo, y todo el glosario al que se suele recurrir en casos como este. Lo que parece ignorar Evo Morales es que su país participa en mayor o menor medida de una serie de ventajas (que conllevan sus desventajas) provenientes de esos países “imperialistas” que cruelmente nos “oprimen”. En Bolivia hay automóviles, emisoras de radio, canales de televisión, impresoras de periódicos, procesadores de productos alimenticios y bebidas de todo tipo. Existe corriente eléctrica y sistemas de iluminación, y etcétera. Dejemos las cosas así.
La única manera de evitar que nuestros países pobres no se vean afectados por esos platos que nosotros no rompimos pero que de alguna manera pagaremos, es renunciar a todas esas formas de progreso y regresar al ¿paleolítico? ¿Al neolítico? Esta es la gran oportunidad que se le presenta a Morales de ir poniendo en marcha su proyecto de “Estado indigenista”. Se prohíbe el uso de automóviles y se regresa al uso de la llama, que es un animal de producción local y que no cotiza en la Bolsa de Wall Street, por lo tanto se verá liberado de los vaivenes que sufren las finanzas de los países adelantados. Se suprimirán los periódicos y se sustituirán por mensajeros que llevarán las noticias de un lado a otro y en lugar de sentarse por las noches a ver televisión, pues la gente se sentará alrededor de una fogata a hacer música con la quena o el charango o escuchar historias antiguas contadas por los más viejos.
El problema es sencillo. Quien no desee participar de este “mundo globalizado“, de esta “aldea global” como lo llaman otros, la solución es simple: es suficiente con retirarse del mismo y regresar a las formas de vida anteriores a 1492, pero de manera auténtica y total. Si nada se tiene, nada se aporta, nada se paga, nada ocasiona responsabilidades ni tampoco ofrece satisfacciones. Es evidente que resulta bastante difícil entender los mecanismos que mueven el mundo y explicar por qué motivos hoy día nos encontramos todos de tal manera interconectados. Que no lo entienda un adolescente que todavía no terminó el ciclo básico, es comprensible. Pero no podemos tener aspiraciones de ser un estadista, de querer provocar una verdadera revolución en nuestro país de origen y luego expandirla por todo el continente, y no saber cómo se mueven el Rey, la Reina, el Peón, el Alfil, la Torre, el Caballo. Hasta es posible que se pregunten muchos por qué llamarlos de tal manera y no el Cacique y la Cacica (al gusto de las feministas) y así sucesivamente hasta llegar a los peones que son “trabajadores libres al servicio de la causa”.