Por Alexander Guerrero
El Universal
Un fisco venezolano se alimenta de tres tipos de ingresos, el petrolero (impuestos, regalías y dividendos), los ingresos no petroleros (impuestos al sector no petrolero) y endeudamiento. Comencemos por el petróleo.
El ingreso petrolero (50%)
El prepuesto del 2009, "será aun más dependiente que el pasado", estas fueron las palabras del ministro de Finanzas Rodríguez en la AN cuando presentaba el presupuesto para el 2009. Su confesión más que una noticia, reconocía que los fondos fiscales petroleros de la gran abundancia de los últimos cinco años, se habían esfumados dejando tras de sí enormes deseconomías.
Y que no venga el Presidente a afirmar que las reservas internacionales en el BCV serían parte de ese ingreso fiscal, como ingreso fiscal hablamos de esos fondos -presupuestarios o para-presupuestarios- provenientes del ingreso petrolero drenado al fisco, o a FONDEN y/o en cuentas en el exterior de PDVSA, que ha sido gastado por orden del jefe de la hacienda pública y consagrado por la Asamblea Nacional.
Inflación y devaluación por uso fiscal de las reservas en el BCV
Las reservas son la contraparte de esos bolívares ingresados al Gobierno y el Estado, y por exportaciones del sector privado y otras del sector público, por lo tanto son reserva monetaria. Su utilización como dinero fiscal que se entrevé en las declaraciones del Presidente sería equivalente a una devaluación -de hecho esas reservas ya produjeron los bolívares cuando fueron adquiridas por el BCV con nuevos bolívares- y a más inflación, porque los precios de los bienes, comenzando por el precio del dólar en la sombra, se dispararían como consecuencia de un uso fiscal de las reservas internacionales. De hecho, la galopante inflación que hace a Venezuela hoy el segundo país con mayor inflación en el mundo es consecuencia de esos desaguisados fiscales y monetarios que produjeron el traspaso de las reservas a FONDEN y por este al fisco cuando el Presidente pedía millardos al BCV, con responsabilidad compartida por este último, supuesto garante del poder de compra de cada bolívar que emite.
El ingreso no petrolero (50%)
Pero más, el ministro de Finanzas tenía en mente que un menor precio y una producción menguada de petróleo, unido a un proceso de fusilamiento económico y jurídico, descapitalización del sector privado habían incrementado la presión fiscal a vivir casi todo del petróleo, pero en lo que él no se percato es que la caída del ingreso fiscal petrolero trae simultáneamente una caída similar y simétrica en el ingreso fiscal no petróleo, recordemos que todos vivimos de ese mantra y que la recesión que apenas comienza también lo será para el sector no petrolero y cuyos impuestos al fisco caerán sustancialmente y en consecuencia por la caída del ingreso petrolero.
De manera que al corregirse el crecimiento económico de un 6 % hacia una situación más realista de un cero (0%) crecimiento, los ingresos fiscales mermarían en un 18 % en relación al PIB, es decir, el país estaría al borde de una monumental crisis fiscal, esperando el ajuste retardado -posterior a las elecciones del 23N- pero la gente se preguntaría de inmediato ¿y dónde están los reales de un colosal ingreso petrolero pasado por las manos del Gobierno en los últimos cinco años? Las frustraciones sociales y políticas serían de pronóstico, tal cual como ha sido norma en Venezuela cada vez que vamos como de lo sublime a lo ridículo por malbaratar y derrochar un ingreso petrolero cuando los precios están en alza.
Nuevos endeudamientos. ¿Quién compra y con qué la nueva deuda pública?
El estimado de nuevo endeudamiento de 6 mil millones de dólares, pasará por las mismas dificultades económicas financieras causadas por el derroche, la ineficiencia y la caída de los precios del petróleo, dada las dificultades que emergen de inmediato para colocar deuda en los mercados. Los mercados financieros están en recesión, y los bonos soberanos expresados en dólares en el mercado dejaron de ser apetitosos y sus precios indican que cualquier emisión de nueva deuda, de bonos de deuda pública requeriría que los rendimientos estén alrededor del 18% dado los niveles de precios que muestran nuestros bonos. Ello haría oneroso e inviable cualquier emisión porque sería fiscalmente explosiva.
Esta realidad es equivalente en sus impactos negativos para emisión de deuda pública en bolívares dado que la caída del ingreso fiscal todo, contraería la liquidez monetaria, de manera que la emisión de bonos en bolívares traería un efecto contractivo aun mayor sobre la economía nacional, los bancos financiarían el fisco sin que la economía retorne al fisco los impuestos para servir y pagar los intereses causados por la emisión de esos bonos. De modo que lo estimado de recaudación fiscal por nueva deuda sería igualmente reconsiderado.
Finalmente, el ajuste fiscal
En agregado al Gobierno no le quedaría otra que tragarse la amarga medicina política de imponer un ajuste fiscal de magnitudes colosal, sin contar con un consenso político para ello, que marcarían una contracción económica para el 2009 similares a las de 1989, 1995, con el agravante de que los ajustes en esos años respondieron a cambio y reformas económicas que van en dirección opuesta al mantra socialista bolivariano de pasar toda la economía privada al Estado y esto sería un agravante de la crisis fiscal para su eventual superación y posterior envió de la economía a un sano crecimiento. El socialismo bolivariano moriría en medio de una crisis fiscal del tamaño que él mismo cocina.