Por Juan Antonio Muller
El Universal
El sistema capitalista, posee virtudes que lo hacen inmune a las estupideces de gobernantes, a las vagabunderías de ejecutivos y a los errores de juicio de accionistas y directores. Entre esas virtudes destacan, el concierto de miles de voluntades para innovar y crear progreso, el funcionamiento del mercado con el reconocimiento a la eficiencia y la productividad y el flujo de recursos del sistema financiero hacia la economía real bajo la prudente supervisión de las autoridades.
La crisis financiera de EEUU, tiene sus antecedentes en la etapa de bonanza que ha vivido el mundo en los últimos años. Un crecimiento económico compartido por todos los países, una reducción de la pobreza y del hambre en magnitudes desconocidas por la humanidad, unos avances tecnológicos que han acercado a países y culturas por encima de fronteras, todo enmarcado en un nivel de confianza con la seguridad que el bienestar perduraría en el tiempo.
El terrorismo llevó a EEUU a guerras mal concebidas que elevaron el gasto público, con las inevitables presiones inflacionarias y la desconfianza ciudadana. En ese entorno de confusión y temores, instituciones financieras emitieron valores de alto riesgo, las evaluadoras de riesgo no cumplieron con su trabajo y los distribuidores de esos papeles los colocaron sin medir consecuencias.
La crisis financiera que se ha llevado por delante a bancos de inversión, aseguradoras de hipotecas, bancos de ahorro e inversionistas, corre ahora el peligro de extenderse al resto del sistema financiero y su posible impacto sobre sectores productivos. De ahí la necesidad que el paquete de ayuda sea oportuno y transparente para generar confianza. El capitalismo tiene por delante larga vida gracias a sus virtudes. Confiamos que la responsabilidad de actores políticos y económicos le permitan funcionar eliminando obstáculos.
