Por Al Cárdenas
Diario Las Americas
Todos, sin excepción, nos estamos viendo afectados por la crisis económica y financiera que atraviesan, no solo los Estados Unidos, sino el planeta entero en general. El pronunciado descenso de hace unas semanas en las cotizaciones de las acciones que se transan en las bolsas de valores de los principales mercados, ha dejado importantes pérdidas en los balances de los fondos mutuales, las empresas y los individuos. Millones de norteamericanos resultaron víctimas de esta debacle, al perder trillones de dólares de sus pensiones de retiro, ganadas a lo largo de los años con tanto esfuerzo y sacrificio, y que estaban invertidas en papeles bursátiles.
Nadie sabe con precisión el alcance ni mucho menos la duración que vaya a tener esta crisis, pero todos coinciden en que es pasajera y la superaremos. No cabe duda de que juntos lograremos salir airosos de esta situación, tal vez la más difícil que hayamos enfrentado a lo largo de nuestras vidas. Pero no es menos cierto que lo que ocurra en estos próximos meses será decisivo para superarla de la manera más rápida y menos dolorosa. Son por eso muy preocupantes las propuestas del candidato demócrata a la Presidencia de los Estados Unidos, Barack Obama, en el sentido de lo que él llama la necesidad de redistribuir la riqueza. De llegar a la Casa Blanca y contando con un congreso dominado por su partido, Obama incrementaría los impuestos y las regulaciones que pesan sobre las corporaciones en este país, al mismo tiempo que aumentaría también el gasto gubernamental.
Al subir los impuestos, Obama acabará transfiriendo la riqueza que producen las empresas pequeñas que generan empleos, para repartirla generosamente entre aquellos norteamericanos que de todas maneras no pagan impuestos. Esta práctica resultaría funesta para la economía de este país, porque limitaría el crecimiento de la generación de empleos y fomentaría entre los contribuyentes la necesidad de ganar menos para evitar el pago de impuestos, además de que, al hacer obligatorio el pago por parte de las empresas de los costos de los seguros de salud, estaría incentivando a esas empresas para que despidan a sus empleados, en lugar de contratar más personal.
Lo que está claro es que mientras McCain se preocupa por crear riqueza, fomentar el desarrollo, generar empleos, a Obama parece interesarle más controlar la riqueza ya existente, redistribuyéndola. Lo que Obama propone como créditos impositivos, que según su campaña beneficiarían a más del 95% de los norteamericanos, son en realidad reembolsos del gobierno que solo van a beneficiar al 40% de los ciudadanos que de todos modos no pagan impuestos. Por el contrario, los contribuyentes de clase media se van a ver perjudicados, en la medida en que esos créditos les van a subir su base gravable, obligándolos en consecuencia a pagar un porcentaje mayor, lo que al final va a acabar diluyendo los tales créditos impositivos que promete la campaña de Obama.
Esos planes para supuestamente “esparcir la riqueza” no solo no van a impulsar la economía, van a damnificarla, y al final, será de nuestros propios impuestos que saldrán los $1.3 trillones de dólares que le costará a la nación la propuesta de Obama. El candidato demócrata propone incrementar en un 33% la tasa de impuestos que pagan las ganancias sobre el capital y los dividendos; también un aumento de entre 16% y 32% sobre las nóminas de empleados; el restablecimiento del llamado impuesto a la muerte, que podría llegar hasta el 45% sobre los bienes heredados. Como si todo esto fuera poco, un nuevo impuesto a la nómina del 7% tendría como propósito financiar el plan de salud que propone el candidato Obama. Y la cosa no para ahí, porque además de todo esto, Obama defiende la imposición de aranceles aduaneros con fines proteccionistas.
A nivel corporativo, el candidato demócrata propone incrementar la tasa impositiva hasta el 25%, en un país que necesita aumentar la competitividad y generar más empleos, y que ocupa el segundo lugar en la lista de los países industrializados donde más elevados son los impuestos corporativos. Muchos se sorprenden con la ingenuidad de Barack Obama, que sigue argumentando que estos impuestos solo afectarán a aquellas personas de mayores ingresos y a los “pesos pesados” de las grandes corporaciones, ignorando que son esos impuestos, los que se conocen como marginales, los que acaban impidiendo los incentivos para el ahorro, las inversiones, los emprendimientos, la expansión de los negocios, la creación de nuevos empleos y finalmente, con todo esto, el crecimiento de la economía. Imponiendo más gravámenes a los ricos, lo que Obama va a lograr es perjudicar aún más a los pobres y a la clase media.
Además de estos tenebrosos aumentos en la carga impositiva, el candidato demócrata propone aumentar escandalosamente los gastos operacionales del gobierno, con lo que el ya abultado déficit presupuestal de la nación se incrementaría en tres trillones de dólares más, sólo en los 4 años que duraría un eventual primer gobierno de Obama. Ya pesa sobre nosotros una deuda nacional que supera los 10 trillones de dólares, de los cuales el 65% se los debemos a países extranjeros, que frecuentemente tienen intereses adversos a los de los Estados Unidos. De hecho, no es secreto que la profunda preocupación de los inversionistas sobre la alarmante combinación que resulta de aumentar los impuestos al mismo tiempo que se incrementa el déficit presupuestal, ha sido sustancialmente la causa de las alteraciones que se han registrado estas últimas semanas en la bolsa de valores de Wall Street.
Atando cabos, no es muy complicado concluir en qué consiste la redistribución de la riqueza que Obama pregona a los cuatro vientos. Quienes hemos sido víctimas de procesos similares sabemos exactamente cómo empiezan y cómo terminan. No es la riqueza sino la pobreza lo que acaba redistribuyéndose, porque desaparece la competitividad cuando se pone fin de manera oficial al fomento a la productividad. Porque a partir de ese punto, a todo el mundo va a darle lo mismo hacer más que hacer menos, porque al fin y al cabo, los beneficios van a ser los mismos para los que trabajan más y pagan impuestos, que para los que trabajan menos y hasta para los que no trabajan porque no les da la gana.
Al Cárdenas es ex presidente del Partido Republicano en la Florida.