Por Joreg Avila
Islandia es un pequeño país ubicado a mitad de camino entre Escandinavia y Groenlandia, habitado por algo más de 300.000 personas descendientes de suecos, noruegos y dinamarqueses. Hasta mediados de la década de 1970, vivía de la pesca, tenía un sector público grande y una economía dirigida. El despegue de su economía data de aquella época y se atribuye a una importante modificación del sistema de asignación de cuotas para la pesca y un proceso de privatización de largo aliento. Treinta años después, Islandia goza de un PBI per cápita de u$s 56.000 (el más alto del mundo según un informe de la ONU de 2006), una mano de obra altamente calificada, una distribución del ingreso nacional muy igualitaria y abundantísimo crédito (su volumen llega a casi 1000% del PBI; note que en Gran Bretaña llega a 400% y en Argentina, a 9%).
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