Por Gabriel Sánchez Zinny
"Creo que estamos nombrando el Gabinete que mejor juega al basketball en la historia de Estados Unidos", sostuvo el Presidente Obama hace unos días, cuando le preguntaron sobre sus nombramientos, en alusión a que la mayoría de sus colaboradores, tanto como él, juegan o han jugado a este deporte asiduamente.
El comentario se daba en medio de las especulaciones que el Presidente Obama estaba siguiendo el estilo del Presidente Abraham Lincoln, descripto por Doris Goodwin en el famoso libro Team of Rivals, ("Equipo de Rivales"). Obama marcaba más bien que su gabinete es un grupo de líderes que saben jugar en equipo, no de rivales.
Pero tal vez lo más destacado es la excelencia y competencia del equipo de colaboradores nombrado por Obama, y la elitista educación formal que han recibido la mayoría de ellos. Demostrando una vez más que en Estados Unidos la política juega un rol fundamental para acceder a posiciones de poder, pero que la excelencia académica es una condición necesaria.
El recién electo Chairman del Comité Económico de la Casa Blanca fue el profesor titular más joven en la historia de Harvard y luego su Presidente. Su director de presupuesto fue a Princeton y luego a la London School of Economicis. Su embajadora frente a Naciones Unidas, Susan Rice, fue un scholar de Rhodes; y su asesora legal paso por Harvard, Cambridge y Yale Law.
De 35 nombramientos que hizo Obama en las últimas semanas, 22 tienen diplomas de alguna universidad Ivy League, nombre acuñado originalmente en 1954, que hacía referencia a las ocho antiguas universidades del Nor-Este de Estados Unidos, como Harvard, Princeton, Columbia, Yale, que terminó siendo sinónimo de prestigio, reputación y excelencia.
Sin embargo, señaló Steve Wagner, presidente de la encuestadora QEV, basada en Washington, "tener un gabinete de ´los mejores y más brillantes´, como se denominó el del Presidente Kennedy, no es siempre una garantía de una gestión de gobierno exitosa". El gobierno de Kennedy llevo a Estados Unidos a la guerra de Vietnam, sostienen otros analistas.
También grupos de izquierda están levantando críticas contra las nominaciones, señalando que la educación y experiencia no pueden ser las únicas medidas, sino el compromiso del gabinete con la política e ideología promovidas en la campaña. "No hay duda que Larry Summers es muy inteligente, pero no se le está dando su posición por el resultado de sus exámenes universitarios", dijo el economista Dean Baker, co-director del Center for Economic and Policy Research, instituto progresista que trabaja cercano al partido demócrata: "lo que miramos es su trayectoria, y no es buena. Summers apoyó la desregulación financiera y un dólar sobrevaluado".
Pero por ahora los nombramientos han generado altas expectativas. La Administración Obama tendrá una gran diversidad ideología, racional y de género, pero comulgará en su alto nivel académico, no muy común en Washington y muy diferente al que predominó en el gabinete del presidente Bush, donde la lealtad al Presidente y la conexión con Texas parecían ser el denominador común.
La selección del gabinete habla mucho sobre la forma de gestionar del Presidente Obama, que tal como hizo en su campaña, buscó rodearse siempre de los mejores equipos y escuchar y cotejar diferentes opiniones y consejos. A su vez, en oposición a otros estilos políticos más populistas, que tratan de esconder su pertenencia a la elite del país, Obama no tiene problema en destacar la necesidad de contar con colaboradores de excelencia, educados en las mejores universidades.
El primer presidente que conscientemente seleccionó a los asesores con mejores credenciales académicas, no basando su decisión en sus trayectorias políticas, fue Franklin D. Roosevelt, quien en 1932 nombró a un "Brain Trust" compuesto por profesores de Columbia para que pensaran estrategias para salir de la Gran Depresión.
El Gabinete deja claro también que Obama está dispuesto a tomar riesgos y que priorizó capacidad frente a lealtad, credenciales académicas y de capacidad de gestión más que familiaridad y lealtad política. Ha nombrado en las principales posiciones de su gobierno a su feroz contrincante política, a dos republicanos, y otros miembros del establishment demócrata, que no responden necesariamente a su agenda. Demuestra una enorme seguridad en sí mismo y una clara lectura de los resultados electorales de Noviembre, 53 a 46%, que lo llevarán a gobernar más desde el centro ideológico, más moderadamente de lo que fue su plataforma de campaña.
