Por Hana Fischer
Libertad Digital, Madrid
La empresa estatal uruguaya de telecomunicaciones, Antel, y el sindicato de sus trabajadores, Sutel, temen que la competencia de operadores privados ocasione el colapso de la compañía. Frente a esa posibilidad, el sindicato reclama que el Gobierno recupere su anterior monopolio.
Un reciente informe público sugería que el mercado de telefonía móvil pasó a ser dominado por la empresa española Movicom, relegando a la estatal a un segundo puesto. Y Sutel emitió un comunicado denunciando que las compañías privadas "actúan como garrapatas en el cuerpo de un animal, no tienen ni sienten obligación alguna con la sociedad y el país donde se instalan". También aseveró que Antel está "sometida a una competencia ilegal e innecesaria que no le brinda ningún beneficio al país".
Una garrapata es un parásito. O sea que vive y se nutre a expensas de otro organismo, sin aportarle ningún beneficio. Ante tan duras declaraciones de los sindicalistas, vale la pena analizar si realmente existen empresas "parasitarias". Para aclararlo, nada mejor que reseñar brevemente la historia de las telecomunicaciones en mi país.
En 1878, tres años después de la invención del teléfono, los capitales ingleses se establecieron en Uruguay para ofrecer las primeras dos modalidades de telecomunicaciones: el telégrafo y el teléfono.
En 1915, el Gobierno uruguayo creó la Administración General de Correos, Telégrafos y Teléfonos, estableciendo el monopolio estatal sobre esas tres actividades. Desde entonces y hasta los años 90, tener un teléfono era un verdadero privilegio al alcance de muy pocos. Para conseguirlo se requerían contactos políticos o entregar una gran suma de dinero, ya que el tiempo promedio entre la solicitud y la instalación era de 10 años. Sí, ha leído bien, 10 años.
Entre 1930 y 1990, el crecimiento económico de Uruguay fue lento. Pero la burocracia encargada de los monopolios estatales gozó de altos niveles de vida, disfrutando de automóviles, una casa en Montevideo y otra en algún balneario.
Esa situación comenzó a cambiar cuando los adelantos tecnológicos lograron colapsar las trabas legales al desarrollo de las telecomunicaciones. Desde 1991, Movicom comenzó a ofrecer servicios de telefonía móvil. Pero fue a partir de 2004 cuando se permitió una verdadera libre competencia; mediante un sistema de subastas entró la mexicana América Móvil al mercado. La competencia trajo la reducción de las tarifas. Un estudio realizado por la Unidad Reguladora de Servicios de Comunicaciones muestra que desde 2001 su precio se redujo un 28%.
Así se logró una fuerte expansión de la telefonía. Actualmente, es posible obtener un móvil. No es un privilegio, ni es necesario contar con conexiones políticas. Muchos de los uruguayos de bajos ingresos ya tienen uno.