Por Alberto Benegas Lynch
Libertad Digital, Madrid
Los medios dieron gran difusión a la declaración de treinta influyentes personajes que forman parte de la Concertación en Chile y sostienen que ahora se dan las condiciones para cumplir con la promesa de barrer con "las estructuras neoliberales". En ese sentido proponen un "modelo de economía solidaria y progresista" para la que aconsejan nacionalizaciones, el uso férreo de herramientas fiscales para "la redistribución de la renta", revertir el sistema "nefasto" de pensiones privadas y abandonar "la lógica del lucro" y el enamoramiento con el mercado y fronteras abiertas.
La retórica es sin duda familiar y responde a la cerrazón mental del socialismo que, en lugar de corregir las políticas que han hecho disparar el gasto público, el endeudamiento y las regulaciones asfixiantes, pretenden más de lo mismo.
En línea con esas recetas, la reunión de los G-20 (llamada por algunos "los 20 granujas") aconseja triplicar los recursos para el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, justamente los organismos encargados de estimular grandemente el estatismo y la consecuente pobreza en el planeta.
Mientras esto sucede, China firma convenios con países con dificultades en conseguir préstamos en dólares, permitiendo que paguen por importaciones de China en yuanes, mientras que los chinos pagarán por sus importaciones en las monedas de los países exportadores. La idea es ampliar el radio de influencia del yuan, lo cual está en línea con otras propuestas –algunas formuladas abiertamente y otras tras bambalinas– en la esperanza de desplazar al dólar o disminuir su influencia, en vista de las colosales emisiones de la Reserva Federal para "rescatar" y salvar empresas de quienes tienen poder de cabildeo, en detrimento del resto de la población. Curiosamente, los partidarios de la banca central sostienen que la institución es "para preservar el valor de la moneda". Sin embargo, en dólares de 1913, el dólar actual vale apenas 4 céntimos y en Argentina un dólar de 1935 equivale a diez mil millones de pesos.
Los tres sucesos simultáneos que mencionamos brevemente en esta nota preocupan por distintos motivos y con distinta urgencia, pero describen una parte sustancial del deterioro de los pilares de la sociedad abierta.
