Por Cal Thomas
Al presentar su candidata para reemplazar al Magistrado David Souter en la Corte Suprema de los EE.UU., el Presidente Obama comentó la biografía de la jueza Sonia Sotomayor. Señaló su origen humilde: ella creció en un proyecto de viviendas del Bronx; hija de padres puertorriqueños; su padre murió cuando ella tenía nueve años de edad; su madre trabajaba seis días a la semana como enfermera para que ella y su hermano pudieran ir a una escuela católica.
Si estos orígenes humildes tuvieran importancia, en cuanto a su relación con la forma en que Sotomayor ve la Constitución, Clarence Thomas debió haber pasado con facilidad sus audiencias de confirmación en vez de haber sido sometido a un “linchamiento de alta tecnología,” como él bien ha dicho. Clarence Thomas también tenía una procedencia humilde (al igual que el Procurador General hispano de George W. Bush, Alberto González), pero la biografía tiene importancia sólo si usted es liberal. Si usted evoluciona hacia el conservadurismo, no tiene importancia, al menos para la élite.
El Presidente Obama dice que un criterio importante al seleccionar a alguien para la Corte Suprema es que la persona sienta empatía por la gente y las consecuencias de las decisiones legales.
En un discurso en Berkeley, California, en el 2002, la juez Sotomayor dijo que ella opinaba que era apropiado que los jueces considerasen sus “experiencias como mujeres y personas de color” cuando tomen sus decisiones, agregando que tales cosas deben “afectar nuestras decisiones.”
La estatua que está en lo alto de la Corte Suprema – la de una mujer con los ojos cubiertos y una balanza en su mano – se supone que demuestra que la ley es ciega en cuanto al género, raza y circunstancias personales de la gente. Obama quiere que se quite esa venda de los ojos y que la ley se ajuste, como un traje hecho a la medida, al individuo. Este es el enfoque liberal clásico de la ley, o como ha dicho la Juez Sotomayor, “(las cortes) es donde se hace la política.”
Nada de esto importa, porque los demócratas tienen los votos en el Senado para su confirmación. Republicanos moderados y hasta algunos conservadores se asustarán ante la posibilidad de ser tildados de racistas, sexista y anti hispanos. Además, es un cambio de uno por otro, cambiando al liberal Souter por la liberal Sotomayor, así que no todos los republicanos van a querer pelear. Deberían hacerlo, aunque sólo fuese para entrenarse para la próxima nominación, para no mencionar el mantener sus principios.
No hay muchas indiscreciones personales que pudieran torpedear esta nominación. Aunque el no pagar impuestos eliminó la nominación de Tom Daschle para Secretario de Salud y Servicios Humanos, problemas con los impuestos no detuvieron a su sucesora, Kathleen Sebelius, o al Secretario del Tesoro, Timothy Geithner. Y parece que ya hemos superado la evasión de impuestos a las niñeras que afectaron anteriores nominaciones para cargos inferiores. Así que ¿cuál ha de ser la estrategia republicana?
La estrategia debe desplegarse al menos en tres frentes. El primer frente deben ser sus fallos, varios de los cuales han sido rechazados por la Corte Suprema. Estos fallos están disponibles a todos. Los republicanos deben exponer el liberalismo de la Juez Sotomayor, como ha sido revelado en casos como Ricci v. DeStefano, en el cual bomberos blancos de New Haven a los cuales se les negó una promoción después de un examen porque ningún afroamericano calificó para ascenso después de tomar el examen, presentaron una demanda de discriminación cuando la ciudad de New Haven descartó los resultados de los exámenes y decidieron no conceder ascensos a nadie. La demanda de los bomberos eventualmente fue desestimada. Sotomayor, como parte de un panel de tres jueces ante los cuales se presentó el caso, sostuvo esa desestimación. Hasta el columnista liberal del Washington Post Richard Cohen y el colega de Sotomayor, el juez José Cabranes, nombrado por Clinton, expresaron sorpresa y desencanto por su fallo.
El segundo frente debe ser una recitación de lo que los padres Fundadores de la patria tenían en mentes cuando redactaron la Constitución y los beneficios que vienen de ajustarse a ese documento. Muchas de nuestras escuelas enseñan poca historia, o la falsifican. Una lección de historia debe ser buena para el país. Si la Constitución es tratada como los liberales tratan la Biblia, pierde su significado, propósito y fuerza.
El tercer frente debe enfocarse en la hipocresía de la izquierda, incluyendo al Presidente Obama. Hay una mina de oro de citas de liberales, como el ex Presidente del Comité Nacional demócrata, Howard Dean, excoriando a nominados judiciales conservadores. Los republicanos deben usar esas citas contra aquellos que se opusieron a candidatos conservadores para la Corte Suprema. Durante su breve tiempo en el Senado, Obama votó en contra de John Roberts y Samuel Alito. El reconoció que estaban bien cualificados para el cargo, pero se opuso a sus nominaciones porque pensaba que podrían ser conservadores.
Si el Senador Obama pudo votar en esa forma, ¿por qué no pueden los republicanos hacerle a él lo que él hizo a un presidente republicano y votar contra Sotomayor por su liberalismo? Como mínimo, sus declaraciones y expediente deben ser objeto de una concienzuda revisión.
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