Por Danilo Arbilla
Tras reunirse con Hugo Chávez, Lula anunció el inminente ingreso de Venezuela al MERCOSUR. Dijo que el país caribeño finalmente adheriría al programa de desgravación arancelaria del bloque y en función de ello esperaba que el Senado brasileño acepte la incorporación. Ya lo han hecho Argentina y Uruguay, aun sin mediar la imprescindible adhesión al protocolo arancelario. Lo de Argentina no es extraño: los Kirchner fueron los que impulsaron al candidatura de Chávez al principio, y además le deben mucho dinero. Lo que parece más extraño es lo de Uruguay: quizás esté más ligado y comprometido con Chávez que lo que aparenta y lo que el mundo cree.
Paraguay, en cambio, no ha aprobado el ingreso de Venezuela y por el momento no hay elementos para pensar que eso va a suceder de un día para otro: por el momento la mayoría del Congreso paraguayo tiene posición contraria al ingreso venezolano y los esfuerzos del presidente Fernando Lugo para modificar esa situación hasta ahora han fracasado.
Parecería, sin embargo, que este dato no es importante para Lula, pese a que la aceptación de un nuevo miembro debe contar con la aprobación de todos los integrantes del bloque. Pero esto no debería extrañar mucho porque los brasileños cuando hablan del MERCOSUR lo hacen como si fueran los dueños. Así lo han hecho siempre y más ahora que Argentina ha perdido peso y autoridad, merced a la triste gestión de los Kirchner
Si en Brasil las cosas se dan como lo anuncia Lula, y esa debe ser la posición de Itamarati y si no, no lo diría, ello implica que han habido algunos cambios. Por ejemplo, que los senadores brasileños han dejado de ser ''los loros del imperio'', tal cual los calificó Chávez, y que desaparecieron los riesgos, también señalados por el comandante bolivariano, de que Brasil vuelva a ser colonia portuguesa. Por su parte parece que Chávez también ha bajado la cabeza y ya no habla más de plazos ni de ultimata para ingresar.
¿Será, además, que Chávez pierde fuerzas y ya no es competencia para Brasil la carrera por el liderazgo sudamericano? Hay elementos para creerlo así. Chávez, acreedor de los Kirchner, le pide préstamos a Brasil --la situación económica venezolana esta difícil-- y mientras estatiza empresas argentinas le dice a Lula que las empresas brasileñas no tienen ningún impedimento para desarrollar actividades en Venezuela.
Esta nueva relación, en tanto, debe ser una muy mala noticia para el gobierno paraguayo y sus pretensiones de lograr un acuerdo más justo en torno a los beneficios que produce la represa de Itaupú, de los que la parte del león se la llevan los brasileños. Lugo esperaba, en ese tema, el apoyo de Chávez.
Ymientras se está a la espera de lo que hagan los senadores brasileños, ¿qué pasa con las cláusulas democráticas y de respeto a los derechos humanos previstas en los estatutos del MERCOSUR, a las que deben someterse los miembros del bloque y quienes intenten ingresar a él? Chávez ese examen no lo salva. Y esto lo insinuaba el propio Lula en febrero del 2007 tras una cumbre de presidentes del MERCOSUR, y directamente lo señalaban legisladores, dirigentes políticos y la prensa brasileña, en abierta crítica a los ataques a la libertad de expresión en Venezuela y los planes de Chávez para perpetuarse en el poder.
Es difícil que alguien puede creer que en esas materias algo ha cambiado, y menos mejorado, en Venezuela. ¿Lula, Itamarati y las fuerzas armadas y los senadores brasileños creen que sí?