Por Marvin Duerksen
El presidente Fernando Lugo y algunos de sus colaboradores neomarxistas prometieron acabar con el dominio de otros países sobre el Paraguay y que ya no habría más tutores políticos desde afuera. Pero lo que sucede es todo lo contrario, solo hay un cambio de los tutores externos, ahora lo quieren ser algunos organismos internacionales y los Chávez.
Así, por ejemplo, Lugo invita a conocidos miembros de la ultraizquierda del Foro Permanente de las Naciones Unidas para Asuntos Indígenas, para que digan que en el Chaco existe esclavitud y explotación de los indígenas. Es probable que haya salarios bajos o condiciones higiénicas insatisfechas en algunas estancias del Chaco, pero no es una situación general.
El Chaco sigue siendo un terreno difícil en todo sentido, con largas distancias, poca infraestructura, ausencia del Estado. Pero afirmando que existe esclavitud se ignora esta peculiar situación del Chaco y se busca legitimar el marxismo en el Paraguay.
El 10 de marzo, al lanzar el presidente Fernando Lugo la construcción del acueducto en el Chaco, dijo que su gobierno se basa en dos pilares, la capacidad de la gente y la solidaridad internacional. De ahí sus permanentes viajes, su deseo de surcar los aires con un propio jet ejecutivo nuevo, todo en nombre de la lucha contra la pobreza.
Después del yugo que implantaron los españoles en el continente, aprovechado después por otros países capitalistas, se vislumbra ahora una nueva era colonial, la de los expertos socialistas internacionales, que nos enseñarán cómo construir un país mejor, qué hacer con los indígenas y cómo indoctrinar a la juventud, para que sean jóvenes para el cambio.
Así lo predica el marxismo y lo copia fielmente el socialismo del siglo XXI. No es otra cosa que una nueva edición del comunismo fracasado, solo con mejor camuflaje, adaptado a los nuevos tiempos. Y nos espera una nueva era colonial, no con países tutores, sino expertos e ideologías salvadoras.